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El Dedo que no estará

Los que hemos usado el aeropuerto de Ciudad de México tenemos una opinión casi unánime: es una porquería en prácticamente  todos los aspectos. Hasta hace un año quedaba la esperanza de que se estaba construyendo su reemplazo definitivo, pero dijo AMLO que siempre no.
Mención especial dentro del desastre del AICM es la temida Sala 75. Ahí se concentran tantos vuelos que la tuvieron que partir en cuatro, y es caótica tanto arriba en el mostrador como abajo a la hora de abordar el autobús. Ahora pide Aeromexico estar 50 minutos antes ahí, en vez de los 20 normales.


Como ese aeropuerto deberá sobrevivir varias décadas más, según designios de la 4T, hace varios meses el gobierno decidió licitar una obra: el llamado Dedo L, que unirá a la T2 con los aviones que se ven más cercanos, a los que el bus tarda pocos segundos en llegar. La idea es que caminando vamos a llegar a esas nuevas salas de contacto, numeradas de la 75 a la 81, para evitar parte del caos actual. Más posiciones de contacto, menos viajes en bus y menos “su vuelo se aborda en la 75 C Autocar 9”.


Total que este gobierno licitó esa obra hace meses. Si han usado últimamente la T2 tal vez hayan notado que está en obras esa zona, y que su avión a veces queda estacionado cada vez más lejos, en rincones inhóspitos del aeropuerto. O que pasa una hora entre que el avión aterriza y se puede bajar.


El consorcio que ganó la licitación incluye a la empresa que hizo el Socavón Express en Cuernavaca. Ya no sé si es buena carta de presentación. Tal vez era una empresa maligna con EPN pero ya está purificada. Vayan ustedes a saber.


Pero el motivo de estás líneas es hablar de tiempos. La licitación daba al ganador la responsabilidad de entregarlo a finales de diciembre de este año.


Y pues… eso no va a pasar.


No, no soy arquitecto ni ingeniero ni experto en estructuras.


Pero es visible el avance. O más bien la falta de.


Este podría ser el escándalo que viene. En un aeropuerto al que ya no había necesidad de meterle dinero porque iba a ser reemplazado, el gobierno decide hacer una obra. Se la da a una constructora con pasado cuestionable. Y le da una fecha de entrega que no se va a cumplir. ¿Se acuerdan que la 4T señalaba que la Estela de Luz se entregó mucho tiempo después del previsto? Pues bienvenidos. No es lo mismo borracho que cantinero. 


Al final (siendo optimistas) tendremos un edificio “Dedo L” en la T2 hecho por un constructor cuestionado, que no estará listo en un mes como quería el gobierno. Habrá que revisar el tema de los sobrecostos que seguramente habrá.


Una pifia más.


P. D. Si quieren aderezar estas líneas con evidencia visual, pueden subir sus fotos de la obra. Es visible desde el aerotrén, desde la sala 75, desde los autocares de la T2 y de las salas 74 a 70. Si por curiosidad se asoman, díganme por favor si esa obra va a estar terminada en 30 días.

¿Y qué culpa tengo yo?

Imaginen que un grupo de nueve amigos se reúne para planear unas vacaciones. Se propondrán diferentes alternativas, se votará, y los nueve irán a donde vote la mayoría.

Los amigos empiezan a comentar opciones: Cancún, Las Vegas, París, San Miguel de Allende, la esfera solar de la Feria Mundial de Knoxville, y demás lugares.

De repente uno de los amigos propone Siria. Varios de los otros se alarman ante esta proposición. ¿Siria? ¿Con su guerra civil, el gobierno que usa armas químicas contra sus opositores, donde ISIS controlaba buena parte de su territorio, donde están metidos los rusos y los gringos, donde los turcos se meten a tratar de matar kurdos? ¿A ese Siria quiere ir alguien?

Total, que siguen platicando opciones. A los que les gusta la playa no quieren ir a San Miguel de Allende, y a los que no les gustan los casinos dudan sobre la opción de Las Vegas. Pero al final a la mayoría le une la misma idea: mejor  ir a cualquier lado que a Siria.

Llega el día de las elecciones y pues… ¡gana Siria! Entonces seis de los nueve dicen “no puede ser, esto es una pesadilla”. Del otro lado de la mesa, tres personas sonríen y celebran. ¿Pues qué pasó?

Pasó que el resultado final de la elección fue de este modo: tres personas no votaron. Dejaron su destino vacacional a los demás. Otros tres sí votaron: uno por Cancún, otro por San Miguel de Allende y otro por el sur de Dakota del Norte. Pero tres personas tal vez por curiosidad, tal vez por convencimiento, tal vez porque no les gustaba Cancún ni San Miguel de Allende porque habían tenido pésimas experiencias ahí, tal vez por ir a lugares nuevos, tal vez porque les dijeron que todo lo que pasaba en Siria en realidad eran “fake news”, en fin, por lo que ustedes quieran, esas tres personas votaron por Siria. Y Siria ganó.

Empiezan el camino a Siria y lo que se encuentran pues es un desastre. No pueden dormir por las bombas, no hay en muchos lugares servicios básicos, está prohibido consumir alcohol, las mujeres no pueden salir solas a la calle… total, que los seis que no votaron por Siria están muy molestos y preocupados.

“Estas vacaciones son un desastre”, dice uno de los seis. “¡En lo que nos metieron los tres que votaron por Siria!”. Pero esos tres votantes no entendían la idea de “culpa” o “remordimiento”. Ellos votaron por Siria porque Siria querían.

De repente uno de los seis se voltea con los otros cinco y reflexiona (tenían mucho tiempo libre para reflexionar parapetados en las habitaciones del hotel mientras en la calle había tanques y ataques con metralletas): “oigan, ¿y si esto en realidad es culpa de nosotros seis?”.

“¿Y qué culpa tengo yo?”, responde uno*. “Yo voté por Cancún, que tendrá problemas de sargazo y está infestado de narcos pero definitivamente se está menos peor que aquí”. “Sí”, dice otro. “Yo no quería Siria, de hecho no voté por nada. ¿Cómo puede ser mi culpa?”.

Entonces el reflexionador les dice “pero nosotros somos seis, y estábamos de acuerdo en que Siria era la peor opción. Bastaba con que cuatro de los seis nos pusiéramos de acuerdo en cualquier otro lugar, aunque fuera el municipio vecino, para evitar Siria. Pero cada quien jaló para su lado, tres ni siquiera se animaron a votar como si abstenerse de hacerlo te eximiera de las consecuencias de la votación, y los otros tres se empecinaron en votar por su opción favorita sin entender las consecuencias. ¿Cómo culpar a tres del grupo de lo que los otros seis por mensos y desorganizados no conseguimos?”.

Pues bien, eso es lo que pasó el 1 de julio de 2018. Cerrando números, 30 millones votaron por AMLO, y 60 millones no nos pusimos de acuerdo para votar por una alternativa. Ahí está la consecuencia de que 30 millones de personas no hayan tenido una hora de su domingo para ir a votar a una casilla cercana a su casa. Ahí está la consecuencia de que los otros 30 millones que sí votaron no lo hayan hecho masivamente por la opción que iba en segundo lugar.

Desde luego que influyó la duda que gente cercana al PRI hizo hacia la parte final de la campaña con esas encuestas extremadamente patito de firmas de las que nadie había escuchado nada ni ha vuelto a escuchar después. Desde luego que influyó que muchas personas que dijeron que iban a votar por el segundo lugar, el que fuera, terminaron cambiando el mismo día de opinión porque les caía mejor Meade que Anaya (ustedes saben quiénes son, y le regalaron a AMLO más diputados y senadores de los que le pudieron haber tocado).

Pero ahora que muchos de los que no votaron por AMLO opinan que el país va por mal camino, sigue esa idea en mente, que veo en redes sociales muy frecuentemente: “la culpa de que esté pasando esto en el país es de los 30 millones”.

No, señores. Si esos 30 millones derrotaron a 60 millones, la culpa es de los 60 millones. Lo más rápido que lo entendamos, lo más fácil que vamos a salir de esto. Mucha gente se consuela con que en varias mediciones la popularidad de AMLO vaya bajando (aunque sigue muy alta). Pero vamos a pensar que baje al 40%. Si ese 40% sale a votar por él, y el otro 60% se divide entre tres candidatos, abstención y voto nulo, pues con el 40% tienen suficiente para seguir ganando.

Si no votaste por AMLO, y crees que por lo tanto no tienes culpa de nada, por favor recuerda la historia de los 9 amigos atrapados en el hotel bombardeado de Siria que platiqué al inicio. No, no es fácil que 60 millones se pongan de acuerdo en algo. Pero si por las razones que gusten vas a tener en tu grupo de amigos a 3 que sigan votando por ir de vacaciones a Siria, más le vale a los 6 restantes empezar a ponerse de acuerdo si no en la opción ideal, sí al menos en una menos peor.

*El que respondió eso se llama Chayanne, me dijeron. No entendí.

Calando al maestro


Muchos pasamos por esta etapa cuando éramos estudiantes. Algunos lo hacíamos a propósito, desde el primer día de clases.

Apenas entraba un nuevo maestro por la puerta, había que observarlo (u observarla u observarlx. No empiecen con detall@s). Si podíamos tener datos sobre él, de alumnos que ya habían estado en sus clases, nos empezábamos a hacer un perfil.

Y a partir de ahí, pues a empezar a calarlo. Pequeños murmullos de los que nos sentábamos hasta atrás. Y a ver si hay reacción. Luego ir subiendo la voz, poco a poco. Risas. A ver si hay reacción. Papelitos rolando por toda el área. El chismógrafo de mano en mano para ver a quién le gustaba quién. Y a ver si hay reacción.

Desde luego que había matices, pero en general los maestros se clasificaban en dos grupos. El primero era el de los que no decían nada, o solo esbozaban una pequeña queja. “Por favor guarden silencio”. Si a esa sugerencia no le agregaba nada, había perdido a buena parte del grupo: íbamos a hacer básicamente lo que quisiéramos. Pero había otro tipo de maestros: los que al primer sonido difuso que se escuchara, decían algo estilo “pues escuché un sonido al fondo del salón, por lo que todos que están por allá se salen de inmediato de mi clase”. Todavía esperando que fuera un exabrupto, los alumnos nos defendíamos. “Yo no fui, fue Teté”. “Pues se sale todo ese grupito y además Teté. Si no se salen de inmediato, me salgo yo y voy a la dirección”.

Y pues se nos quitaba la risa, nos salíamos del salón, y aprendíamos una lección. “Con el Profesor Estricto no puedes payasear. Para eso mejor espera a la clase de Pasguato. Ese no hace nada”.

Eso se repetía con cada maestro nuevo. Él tenía la autoridad formal en el salón, y había que evaluar si estaba dispuesto a usarla. En caso negativo, pues la clase iba a ser muy divertida. Pero los mismos que nos poníamos literalmente a cantar, a balancearnos en la silla, a hacer música con los pies, a jugar Maratón, a salir y a entrar del salón como si fuera un motel gallego (la frase es de un excelente maestro Estricto que tuve) y demás monerías en la clase de Pasguato de 9am a 10am, nos portábamos muy bien con Estricto de 10am a 11am. Porque con él no podías hablar. Porque con él no podías entrar si ya había empezado la clase. Porque para entrar a clases con él tenías que llevar el libro (y sabe Alá que yo no era precisamente de llevar útiles a la escuela). Al final esas clases eran mucho más estructuradas, con más disciplina, con alumnos más enfocados.

Al final, en retrospectiva de alguien que terminó sus estudios universitarios el milenio pasado, aprendí mucho más de los Estrictos que de los Pasguatos. Pero eso es otra historia. Mi punto aquí es que por naturaleza tratamos de ver cuáles son los límites reales con los que contamos. Desde bebés, aunque mejor de eso que platiquen los sicólogos.

Toda esta pequeña disertación es primero que nada porque tengo excelentes recuerdos de mis etapas estudiantiles. Pero segundo porque encuentro mucho paralelismo entre esa actitud y lo que estamos viendo en el país ahora.


Desde luego que no es nada nuevo. Estamos acostumbrados a plantones, bloqueos, destrozos en manifestaciones, ataques a la propiedad pública y privada, restricciones al libre tránsito. Muchos grupos de todos los colores lo han venido haciendo y en general la respuesta de los gobiernos federales, estatales y municipales ha sido muy mala.

Pero ahora es peor.

Don Ganso Necio ha repetido, y ha demostrado, que es como el maestro Pasguato. Se roban el dinero de las casetas mucho más que antes, y ya dijo él que si es con una causa justa no hay problema. Si secuestran autobuses con todo y conductores, se le regala plaza a los delincuentes. Que sí, delincuentes son aunque digan que mencionarlo es de “privilegiados”. Los taxistas bloquearon hace semanas y lo volverán a hacer hoy. Ellos dicen cuándo, por dónde, y cuánto tiempo. Ya les tocó una lana, y van por más. ¿Qué se acabó la guerra, que abrazos y no balazos, que hay que presumir que la policía ya no mata a sicarios? Pues servidos, entonces los sicarios matan a 14 policías.

Corruptos tan obvios como Manuel Bartlett pueden campear a sus anchas porque se asumen bajo el manto de impunidad de la 4T. Para ellos toca voltear a otro lado, mientras que para los enemigos del régimen toca congelamiento de cuentas y renuncias repentinas.

Lo que necesita México es un gobierno estricto con la aplicación de las leyes. Sí, a todos. Sí, también a los que hicieron delitos los sexenios pasados desde el sector público o privado. No me salgan con su dóndeestabascuando. No, aplicación de las leyes no significa asesinar activistas ni violar derechos humanos de presuntos delincuentes ni brincarse el debido proceso. No. De hecho por definición las leyes prohíben eso, por lo que su aplicación correcta no podría causar eso.

¿Qué vamos a obtener si en el país se puede bloquear cualquier vía de comunicación impunemente, si se puede incendiar edificios públicos impunemente, si se puede robar el dinero de las casetas de cuota impunemente, si se puede robar camiones impunemente, si se puede secuestrar choferes impunemente, si se puede vandalizar, pintar, romper, destruir impunemente? Por más que compartamos memes bonitos sobre que la responsabilidad empieza por cada uno, pues lo que vamos a obtener es que más personas lo hagan. Porque es más fácil como taxista pedirle al gobierno que te proteja de Uber que hacer cambios concretos para poder competirle mejor. Porque es más cómodo obtener plaza mediante el secuestro de personas que teniendo exámenes de evaluación. Por supuesto que siempre habrá gente que se ciña a las reglas a pesar de que sepa que la impunidad está casi garantizada. Pero desde la primaria sabemos que nos comportamos diferente según evaluemos a quien tenga la autoridad formal.

Y la autoridad formal ahora está demostrando que no está interesada en aplicar las leyes en un número muy grande de los casos.

Y muchos grupos están tomando nota. Y van a actuar en consecuencia. Si fue la CNTE quien se reunió con diputados, si fue la CNTE quien se reunió con senadores, si fue la CNTE la que se reunió con AMLO, y si lograron lo anterior vía métodos ilegales, ¿qué sentido tiene para un maestro quedarse en el SNTE? Si la no aplicación de la ley continúa, la CNTE seguirá creciendo y lo que hoy es un cáncer que afecta sobre todo a Chiapas, Oaxaca y Guerrero se irá extendiendo al resto del país. Y no hay ningún camino al progreso de un país si la CNTE controla la educación pública.

Los alumnos observábamos a los maestros. Y actuábamos en consecuencia. Hoy los mexicanos observan al presidente. Y están actuando en consecuencia.

Los resultados están a la vista.

La costumbre de mentir (29.09.2012)

Entiendo que las personas tengan puntos de vista diferentes. Comprendo que un hecho puede tener diferentes causas, y que cada quién tiene derecho a suponer que la causa X tuvo más efecto que la causa Y. No tengo problema en debatir con quien crea que una Reforma Laboral que tienda a la flexibilidad afecta al país.

Pero lo que ya me está hartando es la costumbre que está tomando la autodenominada izquierda (englobando ahí a PRD, PT, MC, MoReNa, #YoSoy132, SME, etc.) de mentir abierta y descaradamente.

Hace un par de horas se suspendió la sesión de la Cámara de diputados porque diputados de PRD-PT-MC tomaron la tribuna. Muchas de las pancartas decían que estaban en contra de la Reforma porque incluía el pago por hora de $7.

Los señores diputados llevan 28 días con la iniciativa. ¿No leyeron que eso que dicen es falso, o lo saben y de todos modos inventan? Si una empresa contrata a alguien por 7 horas le debe pagar por lo menos un día de salario mínimo. Si lo contrata por 3 horas igual. Vaya, si a alguien lo contratan por una hora de todos modos le deben pagar el día completo. Insisto: acepto que digan que las jornadas por hora sean malas por la razón que se les ocurra. ¿Pero por qué inventar lo de los $7?

Me preocupa porque ya es una tendencia clara. Tal vez empezó hace 6 años, cuando en el Zócalo dijo AMLO que en sus encuestas de salida iba muy arriba y que habían desaparecido tres millones de votos del PREP. La encuestadora Covarrubias dijo que no era cierta la primera parte y los centenares de consultas de los represntantes de partidos de izquierda en la sección del PREP donde por acuerdo de todos los partidos se contabilizaban esas actas demostraron la falsedad de lo segundo. Pero cada vez se repiten más las mentiras: los 300,000,000,000 que se podían ahorrar en sueldos altos, los lápices del IFE que no pintaban, las miles de urnas robadas el día de la elección, el hacer un “PREP ciudadano” porque el otro tenía algoritmos, la desaparición de Aleph… todo eso lo están haciendo con el descarado propósito de generar ruido, y luego no reconocer la verdad. ¿Cuántos de nosotros leímos en FB que los lápices del IFE se borraban? Pero cuando 50 días después se recontaron votos y la marca seguía, ¿cuántos izquierdistas dijeron “nos equivocamos en el caso del lápiz. Sí sirve”?

Ya son demasiados ejemplos para pensar que es casualidad. Abusando de la buena fe de muchos de sus seguidores, líderes de izquierda están montando campañas de mentiras abiertas con la idea de “calumnia, que algo queda”.

Los diputados que hoy interrumpen una sesión mientras portan una cartulina con una mentira abierta ganan mucho dinero. Tienen el derecho a votar en contra. Tienen el derecho a denunciar las partes que no les gusten. Pero no creo que tengan el derecho de inventar cosas sobre una iniciativa que en teoría están obligados a leer y entender.

Pigmentonterías II: La hipocresía de los buenitos

Como platicamos la semana pasada, el color de piel no es el principal factor que da acceso a privilegios. No es tampoco el segundo ni el tercero ni el cuarto.

Pero los prejuicios por color de piel existen. Desde luego que no se puede negar. Y debemos hacer algo para contrarrestarlos. Darle herramientas a esos que por haber nacido en pobreza, en comunidades apartadas de las grandes ciudades, con rasgos indígenas y piel oscura están hoy de facto excluidos de las posibilidades de desarrollo. Es una gran deuda que tenemos como país.

“Qué bueno que los intelectuales progres de Polanco que andan en bicicleta y tienen el corazón vegano a la izquierda saquen el tema”, piensan muchos. Sobre todo entre ellos, que se retroalimentan en elogios. “Qué buenos somos. Pusimos el debate sobre la mesa”, piensan.

Yo pienso que son bastante hipócritas.

Vamos a ponernos en los zapatos de un niño o niña de piel morena, en condiciones de pobreza, de una comunidad rural, pequeña, de Chiapas o de Oaxaca o de Guerrero. Los amolados. A los que dejamos fuera. Piensen por favor en términos de ellos.

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan programas de televisión, usando dinero público, para burlarse de “los blanquitos del ITAM”? ¿Tiene algún sentido? ¿Dirán los habitantes de Chalchihuitán, uno de los municipios más pobres de Chiapas, “qué bueno que humillan a esos sangrones”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos se lancen contra los asistentes a la Fórmula 1 porque en promedio su tono de piel es más claro que el de la población en su conjunto? ¿Tiene alguna lógica? ¿Dirán los habitantes de San Simón Zahuatlán, uno de los municipios más pobres de Oaxaca, “qué bueno que se lancen contra esa carrera pigmentócrata de autos”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan una caricatura de Denise Dresser (también con dinero público, por cierto) donde la pongan como el arquetipo de la intelectual privilegiada? ¿Resuelve algo? ¿Dirán los habitantes de Cochoapa, uno de los municipios más pobres de Guerrero, “qué bueno que ridiculicen a las columnistas de piel clara”?

¿Les sirve a esa gente que Gibrán ataque a los güeritos en sus sesudas columnas mientras cobra más de un millón de pesos al año de recursos que provienen del IMSS? ¿Les sirve que brigadas de tuiteros por consigna estén buscando frases para “reportarlas” a la cuenta de #Whitexicans?

Por supuesto que no. Nada de eso sirve de verdad para ayudar a quien más lo necesita. Se pueden llenar los pulmones de satisfacción porque escribieron contra eventos donde perciben que la gente de piel clara asiste. Pero eso no ayuda en absoluto.

Pasemos entonces a otro punto. ¿Qué sí le sirve a los niños de esas comunidades apartadas, que no saben lo que es el ITAM ni les importa el color de piel de quienes van a la Fórmula 1?

LA EDUCACIÓN. Eso sí que les sirve. Porque con buena educación las probabilidades de salir de la pobreza se multiplican. No es desde luego lo único (salud y nutrición son factores muy importantes, entre otros más) pero por allí sí se encuentra parte importante de la solución.

Hoy, seamos honestos, si una empresa dice “voy a correr a 200 güeritos de puestos especializados porque tengo muchos de piel blanca y quiero emparejar”, y manda a su gente de Recursos Humanos a los municipios anteriormente mencionados a buscar expertos en finanzas, ingeniería, mercadotecnia, impuestos internacionales y biotecnología pues… se va a regresar con las manos vacías. Encontrará a personas que en su mayoría son incapaces de hacer operaciones aritméticas elementales, o de entender una frase de dos renglones.

Entonces el primer paso es aumentar de manera decidida la calidad de la educación. ¿Pero qué creen? Que por los rumbos mencionados quien manda es la CNTE. Ese obstáculo es mucho más relevante que la piel del que vaya a la Fórmula 1. Eso limita a la gente de ahí mucho más que la arrogancia de un estudiante de universidad privada. Eso incide directa y dolorosamente en el retraso que en esos municipios se experimenta.

Cuando AMLO anunció que MORENA iba a convertirse primero en movimiento y después en partido político, puso nominalmente al frente de la organización al ayer defenestrado Martí Batres. Martí dijo en uno de sus primeros discursos que a MORENA no iban a entrar lacras. Acto seguido, 80,000 integrantes de la CNTE se incorporaron a sus filas.

El chiste se contó solo.

Y la CNTE, ese cáncer de México, sigue perjudicando el futuro de los niños de las comunidades más pobres. Negándose a que aprendan inglés, negándose a que dominen el uso de tecnologías de la información. Cambiando los hechos por doctrinas. Cambiando su asistencia a clases por un ausentismo edulcorado con un “el maestro / luchando / también está enseñando”. Negándose a evaluaciones.

Imaginen de nuevo a los niños y niñas de esos municipios pobres. Pierden meses de clases cada año por lo plantones de sus maestros. Los programas de la SEP, que sin ser perfectos por lo menos están elaborados por expertos, son sustituidos por fotocopias de lo que al líder sindical se le ocurra. Ven a sus maestros quemando instituciones gubernamentales, tomando casetas, cerrando accesos a centros comerciales. Van viendo cómo se esfuma su oportunidad de acceder a la educación de calidad.

¿Y qué hacen esos buenitos intelectuales progres de Polanco, que votaron masivamente por AMLO, que cobran en organismos públicos o se han erigido en sus intelectuales orgánicos? ¿Los ven luchando decididamente contra la CNTE, evidenciando sus desmanes, criticando sus métodos, dando a conocer los resultados de todas las evaluaciones que ponen a los estados bajo su férula como los de peores resultados? ¿Los han leído contando los días sin clases, entrevistando a padres de familia que desesperados reclaman porque perciben que la pésima educación que recibieron ellos está siendo heredada a sus hijos, por un mal maestro que a su vez heredó la plaza? ¿Cuántos tuits llevan sobre eso? ¿Usan los espacios en medios en señalar el tema? ¿Exhiben a los malos maestros que tienen a los más pobres dentro de los pobres condenados a no poder romper la cadena de miseria?

No.

Los hipócritas buenitos están señalando a los estudiantes güeritos del ITAM.

Los hipócritas buenitos están señalando a los asistentes de la Fórmula 1.

Los hipócritas buenitos están ganando muchos likes en redes sociales, peleando contra algo que no ayuda en nada a quien ellos dicen querer ayudar.

Y así se irán, en bicicleta, a su siguiente comida en un restaurante vegano en la Condesa, pagando miles de pesos de cuenta mientras comen en platos de peltre y con vasos bacinicas para el vino.

Así se irán, felices de que ayudaron a los pobres de los estados del sur, una crítica a la Fórmula 1 a la vez.

Pigmentonterías

Vamos a definir para efectos de estas líneas que un “privilegio” (el mal llamado privilegio) es un derecho al que no todos tienen acceso. Y vamos a definir para simplificar como “rico” al que gana $200,000 al mes y como pobre al que gana $3,800. Por último, “blanco” es una persona de piel clara y “moreno” el que no.

Bien.

Imaginen a dos niños. Uno es blanco y rico. El otro es moreno y pobre. ¿De verdad creen que el blanco rico tiene privilegios que el moreno pobre no? ¿En serio creen que tiene más fácil el acceso a la salud, a educación de calidad, que tiene acceso a comidas más nutritivas? ¿Honestamente creen que el blanco rico está en ventaja sobre el moreno pobre?

Pues sí. Claro que lo creen. ¿Cómo no iban a creerlo? Es obvio, tiene sentido, tenemos toneladas de estudios al respecto, conocemos casos particulares, nos sabemos cientos de anécdotas. Nadie en su sano juicio lo pone en duda.

Pero en ese caso, ¿el problema es la pigmentocracia, el racismo, la discriminación? Yo creo que no. Para demostrarlo, vamos a enunciar de nuevo lo anterior cambiando una variable.

Imaginen a dos niños. Uno es blanco pobre. El otro es moreno rico. ¿Quién tiene acceso a las mejores escuelas, a los pediatras más reconocidos? ¿Quién va con su papá a Dallas a ver el partido de la NFL? ¿El moreno rico o el blanco pobre?

Pues la respuesta es obvia. El moreno rico es el que tiene acceso a todos esos privilegios. El blanco pobre no los tiene. Dinero mata pielecita.

Entonces pues el principal factor para tener privilegios en México es tener el dinero para poder acceder a ellos. Y en caso de no tener el dinero, pues nacer en el lugar adecuado (una ciudad vs. el campo).

Entonces no, señores buenaonditas. En un país en el que los derechos son bellísimos enunciados en nuestras leyes pero que la clase gobernante no ha sido capaz de proporcionar (y por clase gobernante me refiero a MoReNa, al PRI, al PAN, al PRD, al Verde y al membrete que me digan), el acceso a los privilegios de verdad, a los importantes, no está asociado al color de piel. Recuerden al moreno rico vs. el blanco pobre.

El Camp Santa Úrsula se hizo famoso hace un mes porque ahí asistió una nieta de Carlos Slim y el hijo menor de AMLO. Un campamento que cobra muchas docenas de miles de pesos a la semana es, sin duda, lo que los progres llaman “un privilegio”.

¿Qué probabilidad hay de que a ese campamento llegue un señor blanco pobre y diga “quiero inscribir a mi hijo que es blanco como noruego sin pagar dinero”, y que le digan que sí? Acertaron. La probabilidad es cero. No va a pasar. No tendrá acceso a ese privilegio.

¿Qué sí te puede dar tu lugar en ese campamento, aparte del cochino dinero? Pues que seas muy famoso, de modo que los que lo dirigen puedan decir “aquí viene la hija del famosísimo señor _______”. Tal vez juzguen que eso les daría más “caché”, publicidad gratis, interés de otros papás. También pueden darle lugar gratis al hijo de una familia con poder político, porque desgraciadamente en este país llevarse bien con el gobernante en turno es bastante redituable en muchos aspectos. Entonces puedes entrar al campamento por tener dinero, o por ser hijo de alguien particularmente famoso, o por ser  hijo de una autoridad con la que convenga llevarse bien.

Dinero, fama, poder. Eso sí te da varios privilegios de ese estilo. ¿Un blanco pobre tiene acceso a eso? No me hagan reír por favor.

Pasemos entonces a la Fórmula 1, de donde empezó todo el tema de la pigmentocracia. ¿En serio alguien cree que a la hora de vender boletos en línea hay un filtro por color de piel? ¿ERROR 404 CLIENTE MORENITO LLÉVESE SU DINERO A OTRO LADO? Por supuesto que no. Los organizadores de la Fórmula 1 pondrán precios, y no le harán gestos a quien pague basados en el color de su piel. Pregúntenle a los organizadores qué prefieren, vender todos los boletos y que las tribunas estén llenos de morenitos, o vender solo el 3% de los boletos pero eso sí, que cada aficionado parezca de Dinamarca. Ahí es donde su plática de la pigmentocracia se vuelve pigmentontería.

Entonces, señores, la Fórmula 1 no es una pigmentocracia. Es un evento deportivo caro que paga el que puede y no paga el que no.

Podemos ampliar mucho más el tema. Como comenté arriba, un blanco pobre en un pueblo perdido en Guerrero tiene menos privilegios que un moreno pobre en CDMX. Incluso siendo ambos pobres, vivir en un entorno urbano otorga muchísimos privilegios que los entornos rurales en México no dan.  Localización mata pielecita aunque sí, dinero mata todo.

Tomando en cuenta todo lo anterior, ¿estoy diciendo que no hay, digamos, miniprivilegios que los blancos tienen sobre los morenos? Claro que no. Por supuesto que sí los hay. Imaginemos los rondines que está haciendo la Guardia Nacional en algunas estaciones de Metro, que incluyen la revisión de pertenencias de usuarios. ¿Tiene la misma oportunidad de que ser revisado un blanco que un moreno? Sabemos que no. Es probable que al Brayan (perdón, que al moreno) lo revisen cinco o seis veces por cada una que le toque a un blanco. Esa discriminación, así como muchas otras que permean nuestra cultura, nuestro lenguaje, nuestra manera de relacionarnos, es real. Contra ellos debemos de luchar, para poner un piso en realidad parejo. Porque el rico blanco la tiene más fácil que el rico moreno. El pobre blanco urbano la tiene más fácil que el pobre moreno urbano.

Porque si Palacio de Hierro va a contratar a una demostradora de cosméticos y tiene dos candidatas, iguales en cada tema de preparación y experiencia, pero una es morena chaparrita y otra blanca alta, la blanca es mucho más probable que obtenga el trabajo. Por su color de piel.

Pero no se dejen confundir. La variable principal es el dinero, no el color de piel.  

Si tienen duda, pueden preguntarle a un moreno pobre qué prefiere. Si ser rico o tener la piel blanca.

Todos sabemos qué van a responder.

Ahora varios están difundiendo un estudio de OXFAM que en mi opinión desmiente completamente su narrativa. Tiene varios datos, el primero de ellos es que 1 de cada 3 personas blancas nace en un hogar que está dentro del 25% más rico de México.

Ahí es donde con leerle tantito vemos el error básico que cometen los que hablan del “privilegio blanco” como un fenómeno universal, todopoderoso, sin matices. Que uno de cada tres blancos nazca en hogares ricos significa que dos de cada tres blancos no. Es un 33% contra 67%. Por eso ese 67% de blancos no ricos se queja de que un grupo les diga que son extremadamente privilegiados. ¿De dónde, se preguntan ellos? Sí, tal vez en la pastorela de la colonia agarren a la más güerita para ser la Virgen y a la morenita la rebajen a pastorcita. Esa discriminación, insisto, claro que existe y suele beneficiar al de piel más clara. Pero si vives en la misma pobreza en la misma colonia con tus hijos asistiendo a la misma escuela desvencijada y padeciendo el mismo mal servicio en el mismo Centro de Salud, que te digan que eres privilegiado porque a tu hija la nominaron para virgencita de la pastorela como que parece más burla que crítica con sustento social. Por eso ese 67% de blancos nacidos en hogares sin tantos recursos bromean “oigan, ¿a dónde paso por mi cheque de Privilegiado Blanco porque trabajo 12 horas al día y no llego a la quincena ni de casualidad”.

En México es más fácil tener un mejor sueldo si se es blanco que si se es moreno. Está medido. Comentaré sobre eso otro día, porque para variar los buenaonditas progres están equivocando garrafalmente la mira en su manera de tratar el tema.

Pero por lo pronto hasta aquí llego porque aunque soy blanco, sospecho que mis jefes no me darán el privilegio de pasármela escribiendo después de que termine mi tiempo de comida.