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La estrategia “TODO MAL” (¿No podía saberse?).

Sí, sé que tanto la pandemia como la crisis económica son las principales variables de preocupación de la mayoría. Además la 4T va a buen ritmo para romper el récord de asesinatos en un año. El récord de asesinatos que este 2020 podría romper la 4T pertenece actualmente a la 4T 2019.

Si a esos temas agregamos consideraciones energéticas, desde luego que lo primero que viene a la cabeza es el desastroso manejo de PEMEX que ha provocado, incluso antes de considerar los efectos del ridículo monumental de Rocío Nahle con los árabes, pérdidas por más de un billón de pesos.

Pero ahora quiero hablarles de otra pésima decisión. Una decisión que no solo es ilegal y altamente contaminante, sino que además es más cara que la alternativa. Por si lo anterior no fuera suficiente, esa decisión le traerá al gobierno de México una cascada de amparos, problemas con los socios del TLC y desalentará aún más la inversión, como es una constante desde la decisión del NAICM. No olvidemos que esa destrucción de la confianza en los inversionistas ya le costó a México, ANTES de la pandemia, pasar de crecer al muy mediocre 2.5% que traíamos al desastroso -1.6% al que cerró marzo.

¿Cuál es esa decisión, a la que me permito bautizar como LA ESTRATEGIA TODO MAL?

Vamos a platicarlo muy simplificado. Ya varios expertos lo están explicando con mucho más rigor técnico (y pueden corregirme si es necesario).

Hoy según la ley, tanto el sector público como el privado pueden generar energía. La CFE es entonces un actor más. A la hora de distribuir energía a las casas no hay participación mixta: solo el gobierno lo puede hacer. Entonces un ente autónomo del gobierno, de esos que la 4T odia y que ha destruido sistemáticamente en los hechos, le compra primero al más barato. Si el más barato no puede aportar el 100% del consumo, lo que en la práctica sucede siempre, entonces luego se le compra al segundo más barato. Si se sigue necesitando, se le compra al tercero más barato, y así. Hay además un incentivo en precio, de modo que el más barato tiene prioridad al poder entregar toda su producción, y además obtiene un mejor precio. Se beneficia doble al ser el más eficiente. Ese ente autónomo, conviene recordarlo, es de los que en teoría deben tener expertos con alto nivel técnico e independencia total, pero que AMLO gracias a su mayoría en el Senado llenó de ignorantes serviles. Esos que escuchamos en 2019 rebuznando en las comparecencias y que pensaban que un CEL era un celular.

Ese productor puede tener diferentes formas. Puede ser un productor de energía eólica, puede ser un productor de energía solar, puede ser hidroeléctrica, puede ser la CFE con sus plantas viejas y contaminantes, lo que sea. Uno dice “te puedo dar X energía a Y precio”, y el ente autónomo va comprando de lo más barato a lo más caro. No sé a ustedes, pero a mí me gusta ese arreglo.

Dado que la energía limpia es más barata que la fósil en muchos periodos, y la tendencia se está acentuando, eso ha ido sacando a CFE de la jugada. A medida que México usa energía de participantes privados, la energía es más barata, más limpia. Y la inversión para generar esa electricidad no le cuesta a México sino al inversionista privado, que paga sueldos, instalaciones, tecnología, impuestos. Si ese privado ofrece la energía a $100 porque es malvado y neoliberal y fifí, mientras que CFE porque Bartlett es honesto la da a $80, pues se le comprará a CFE y el privado perderá toda su inversión. Pero es al revés. El privado, OH SORPRESA, es más eficiente que el gobierno. ¿Quién lo hubiera pensado? Ah, sí, Cualquiera que pusiera atención.

Total, que la semana pasada ocurrió algo. Rocío Nahle declaró que instruyó al ente autónomo a decir que esa fórmula de comprar a los más baratos ya no iba a servir. Y que las plantas que se están haciendo ahora que mejor ya no empiecen a operar cuando estén listas. Es decir, la 4T va a castigar a esa energía limpia, renovable y barata, por la que los contribuyentes gastaron cero pesos con cero centavos de impuestos. Ahora se va a comprar preferentemente la energía cara, fósil, contaminante y no renovable de CFE. ¿Qué va a usar la CFE para generar esa energía adicional que estará produciendo? Pues combustóleo, que es la “basura” del petróleo tras procesarlo. Y carbón, porque AMLO hizo senador al dueño de unas minas de carbón y pues amor con amor se paga.

Entonces el ente autónomo (perdón, debí decir ente “autónomo”) por instrucciones de Rocío Nahle va a cambiar la jugada que está en la ley. Va a violar cláusulas del TLC. Va a quitarle la posibilidad de operar a plantas actualmente en construcción, donde inversionistas privados nacionales y extranjeros han invertido miles de millones de dólares, con la ilusión de que en México el Estado de Derecho vale más que el papel en el que están impresas las leyes.

¿Qué implicaciones tiene eso para el consumidor? Energía más cara.

¿Sobre el contribuyente? Distraer recursos de impuestos para inyectárselos a un sector que pierde dinero a carretadas.

¿Sobre el medio ambiente? Más contaminación.

¿Sobre la inversión privada? Derrumba la muy poquita confianza que había. AMLO se ha cansado de probar, desde la cancelación del NAICM, que en México las leyes no importan: importa su voluntad. Si es legal pero a él no le gusta, no se hace. Si es ilegal pero a él le gusta, se hace. Y se acabó.

Entonces, ¿quién gana con todo esto?

Pues gana AMLO. Prometió que iba a destruir la reforma energética y lo está logrando. Gana su ego, porque “aquí mando yo”. Gana su narcisismo, porque “no estoy de florero”.


Gana Bartlett. Porque la CFE ya no tiene que ser eficiente, rentable, competitiva. Puede ser la empresa opaca que él añora pues corresponde al estado que tenía en el PRI de los sesentas, al que él entró a medrar y que ahora está reinstaurando.

Gana Nahle, porque se puede dar el lujo de decir en una entrevista pública que le da instrucciones a un ente autónomo.

Gana el Agrónomo, porque PEMEX puede vender en algo el combustóleo, que envenenará el medio ambiente y generará energía cara, pero por lo menos le entra algo de dinero que no será ni el 1% de sus pérdidas billonarias pero da igual, a él nadie lo evalúa por resultados.

Ahora una última reflexión. ¿Podía saberse esto?

Pues… sí.

Había todos los elementos necesarios para darse cuenta ANTES de las elecciones. De hecho, en muchos casos, antes de las campañas. Es más, para acabar pronto, hay ejemplos de hace dos décadas y hasta del milenio pasado.

AMLO mandó al diablo a las instituciones, y pues ahora lo hace con los entes autónomos.

AMLO prometió refinerías, no energía solar.

AMLO criticaba que la energía eólica hacía feo el paisaje, jamás mencionó los quemadores que usa PEMEX.

AMLO dejó claro que no le entiende a temas petroleros, al explicar que sacar petróleo no tiene ciencia.

AMLO detesta la inversión privada en energía, por eso siempre se opuso a cualquier reforma energética.

AMLO lleva 30 años demostrando que la ley no le importa. No le importó cuando bloqueó pozos petroleros, no le importó cuando cerró Reforma, no le importó cuando instó a los tabasqueños a no pagar la luz, no le importó cuando hizo consultas patito fuera de la legalidad, no le importó cuando pidió no pagar impuestos. Cuando en 2009, en medio de la epidemia de la influenza, el gobierno de Calderón pidió evitar las concentraciones masivas, AMLO siguió con su campaña eterna al grito de “qué influenza ni qué ocho cuartos”, como por ejemplo en Tamulté.

No sé por qué hay sorprendidos de que no le importe la ley ahora.

No sé por qué hay sorprendidos de que no entienda de temas energéticos.

No sé por qué hay sorprendidos de que prefiera Dos Bocas a Más Becas en instituciones educativas de calidad.

Nos lo dijo.

Nos lo advirtió.

Nos lo cantó.

Nos lo insistió.

Incluso nos lo repitió.

Muchos millones decidieron ignorar eso el 1 de julio de 2018.

Pues a disfrutar de la contaminación extra. A disfrutar los precios más altos. A disfrutar la ilegalidad del gobierno. A disfrutar las demandas de las empresas. A disfrutar los problemas con los países de origen de los inversionistas extranjeros a los que sin cambiarles la ley, les cambiaron la jugada. A disfrutar la caída en la inversión futura porque nadie inicia una inversión multianual que depende del capricho del presidente bananero en turno… a menos de que se llegue a un “jugoso arreglo” con dicho presidente que permita un tratamiento más amable.

Sí, exacto. Como fue en el régimen priista del que salió AMLO.

Parece que sí podía saberse…

Lo que Voltaire no dijo

Lo que Voltaire no Dijo [05.05.2014]

Muchos le atribuyen erróneamente a Voltaire la frase “no estoy de acuerdo con tus ideas, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlas”.

Traigo el tema a colación por las preguntas de Alfonso Cuarón a EPN sobre la Reforma Energética. Desde luego, Cuarón puede tener las ideas que quiera, y su fama y dinero le permite difundirlas mejor que a la mayoría de los mexicanos.

En lo personal eso de pedir debates con el presidente, sobre un tema que ya está debatido hasta la saciedad, se me hace ocioso. Y si cada uno de los 115 millones de mexicanos pedimos nuestra media hora de debate con el presidente, los diputados, senadores, gobernadores y demás, no vamos a terminar nunca.

Ligo además el tema con el de otras personalidades que han discrepado de los gobiernos de sus países (con todo derecho) y han alabado, visitado, promovido o ayudado a gobiernos de ideología radicalmente diferente a la de sus lugares de origen.

Desde un exbasquetbolista exesposo de Madonna, hasta un recientemente fallecido Premio Nobel de Literatura oriundo de Aracataca. Desde un gran director de cine como Oliver Stone hasta un gran actor como Sean Penn. Maradona, Noam Chomsky, Fernández Noroña. Desde luego hay muchas otras personas que (con todo derecho) apoyan esas causas, pero centro mi comentario en los famosos.

Sobran las fotos de los personajes anteriores con dictadores cubanos que llevan en el poder 60 años, o con un caprichoso heredero de Corea del Norte; con Hugo Chávez o su copia degradada, Nicolás Maduro.

Y está bien. No tengo problemas en que Cuarón diga lo que considere conveniente. No tengo problema en que García Márquez se tomara fotos con Fidel Castro a la menor provocación.

Mi única duda es, ¿por qué esa gente no se va a vivir a los países que tanto admira y cuya ideología tan fervientemente defienden? Alfonso Cuarón reside en un país donde el petróleo no es de todos los estadounidenses ni del gobierno, sino del dueño del rancho de donde brotó. García Márquez optó por venir a vivir a México, no a Cuba o a su vecina Venezuela. Gente como Oliver Stone, Sean Penn o Dennis Rodman se ven muy bien cuando apoyan al dictador hereditario de Corea del Norte, pero por alguna razón prefieren regresar a su mansión en Malibú, a seguir expresando sus ideas.

Pero no es privativo de las grandes personalidades, desde luego. Resulta que siendo Estados Unidos un país donde hay muchísimos menos derechos laborales que en México… ¡los migrantes en busca de trabajo tradicionalmente han ido de acá hacia allá! A pesar de que en México los derechos de los trabajadores están plasmados en la mismísima constitución, y en Estados Unidos no tienen ni de cerca la misma jerarquía jurídica, algo habrá en los países más liberales que hace que sea posible prosperar más. Porque el caso de la migración de latinoamericanos a Estados Unidos se repite con gente de Europa del Este, África y Asia con rumbo a Europa Occidental.

El caso extremo, creo, es Cuba. El país se está vaciando a pasos agigantados, con gente dispuesta a arriesgar su vida subiéndose a balsas improvisadas con tal de llegar a suelo gringo. Berlín quedó como otro claro ejemplo.

Silvio Rodríguez, en su “Canción en Harapos”, hablaba sobre ese tema. Qué fácil es para alguien como Sean Penn hablar maravillas de regímenes dictatoriales desde la comodidad de su mansión, sabiendo que no va a ser perseguido por su opinión.

Pero bueno. Mientras tanto, le propongo algo a Cuarón. Mientras él siga en Estados Unidos y en lo que se le hace el debate con EPN, que únicamente compre gasolina para sus autos en las estaciones que yo le diga. Porque no es muy justo que él allá pueda ir a la gasolinera de la marca que quiera, pero pretenda retrasar la entrada en vigor de una ley que me pretende dar a mí ese mismo derecho de elección.