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Banana Republic

Se utiliza mucho el término “República Bananera” para describir a países caudillistas, donde la voluntad personal del dirigente es ley, y donde “verdad” y “mentira” son términos equivalentes a “lo que dice el Señor” y “lo que no le gusta al Señor”.

México, sin duda, fue eso durante décadas. No se puede decir que dejó de serlo del todo, pero desde luego hubo avances significativos.

Es difícil decir cuál fue el primer paso. Tal vez la entrada de México al GATT, en tiempos de Miguel de la Madrid. A partir de ahí dejamos de ser un coto privado, desconectado del mundo. Pero hubo muchos avances más.

De repente en México se hizo autónomo Banco de México, hace un poco más de 25 años. Y basta revisar la prensa internacional para saber que BANXICO no está considerado un banco central bananero. Al contrario, tiene un enorme y bien ganado prestigio internacional. Lo mismo podemos decir del IFE / INE, o del IFAI / INAI. Y del INEGI.

En México poco a poco el poder presidencial se fue acotando, y su palabra ya no era la ley. El Poder Legislativo y el Poder Judicial tomaron mucho más protagonismo, así como estados y municipios. Aparte de BANXICO, INE, INAI e INEGI, surgieron otros organismos que, por más imperfectos que fueran en su diseño institucional y miembros, iban en la dirección correcta. México se fue desbananizando.

Hasta julio de 2018.

A partir de ahí México entró en un proceso de bananización del que nos costará décadas salir. Los ejemplos abundan, vamos a repasar cosas muy recientes.

1.       Sale un reportaje sobre la corrupción en la empresa de los hijos del presidente. Puede ser verdad, puede ser mentira. Puede ser muy grave o no tanto. Puede ser que detrás de esto haya delitos, o solo faltas administrativas, o simplemente cosas buenas que parecen malas. No sabemos. Sin embargo, uno de los que están OBLIGADOS a investigar, que es Pablo Gómez, titular de la UIF, sale de inmediato a exculpar a los hijos de AMLO, criticando de paso a los periodistas que lo cuestionan. No se tomó unos días para revisar si el caso tenía méritos, no guardó silencio, no aludió a la presunción de inocencia. No. Simplemente lo desmintió y a otra cosa. Ni el más pálido intento de “vamos a investigar blablablá”. Eso es de un país bananero.

2.       La hija del gobernador de Guerrero, que funge como gobernadora de oropel, modifica el escudo nacional para que la serpiente tenga una S como la de su apellido. No es algo que haga para su propio deleite privado, sino que lo hace público en medio oficiales de su gobierno. Es una violación directa y flagrante a la ley. ¿Pasará algo? La respuesta es de país bananero: si a Andrés le interesa, habrá castigo. Si no, no. Olviden cualquier otra consideración: nadie en la 4T va a mover un dedo contra ella si no hay humo blanco desde Palacio Nacional.

3.       A Andrés se le ocurre que le cae gordo el CIDE. Entonces fuerza la renuncia del director, y pone a otro que está mucho más preocupado por servirle a él que por mejorar al CIDE. La opinión de los catedráticos no importa, la opinión de los alumnos no importa. Los más ingenuos votaron por la 4T por esa idea del “diálogo horizontal”, y verticalmente los mandaron a la fregada. El CIDE cambia porque en una República Bananera lo único que cuenta es caerle bien al tirano.

4.       Se hace un acuerdo que básicamente dice que lo que el tirano quiera construir se debe hacer. Cueste lo que cueste, se gaste lo que se gaste, se tumbe la selva que se tumbe. Sin necesidad de estudios de Impacto Ambiental, ni licitación, ni nada. ¿La justificación? Que son las obras que él quiere. Ya con eso.

5. Para “no poner nerviosos a los mercados”, propuso a Arturo Herrera para BANXICO. Pasan y pasan los meses, y nada. De repente por la prensa nos enteramos que ya siempre Herrera no. Y envía a una persona cuya experiencia en política monetaria es exactamente CERO. Nada. Nunca. Ni un día. No cumple los requisitos de ley. ¿Importa eso? No. La bancada de la 4T votará a favor, y se acabó. El señor puso, el señor quitó, no le debe explicaciones a nadie porque el país es suyo, y aquí no hay nada que ver.

Desde luego que podemos ir más atrás. Con el pretexto de impulsar el deporte, la 4T no inició un programa llamado ProDeporte, ProCondiciónFísica, ProEjercicio ni ProSalud. No. Se llamó ProBeis, porque es el deporte favorito del niño berrinchudo que gobierna México. Y le asignó un presupuesto muy grande. Y las oficinas de ProBeis están adentro de Palacio Nacional porque al señor le interesa tener cerca al dirigente. Pocas cosas gritan más “República Bananera” que hacer un organismo oficial que promueva el deporte favorito del caudillo. ¿Y cómo justifica su puesto el comisionado de ProBeis? Pues a lo bananero: le mete dinero al estado de béisbol del equipo de Pío López Obrador. En un gobierno de un país normal, las métricas de desempeño son objetivas. En una República Bananera eso es innecesario. Solo basta complacer al caudillo.

No he podido comprobar si es cierto o no, pero circulan imágenes del menú de una comida que dio López Obrador en Palacio Nacional. En un menú típico tabasqueño (porque otro síntoma de país bananero es servir en una muy alta proporción comida típica del terruño del patriarca) destaca en un renglón “CHOCOLATES ROCÍO”. Desde luego que los que compraron esa marca, y los que hicieron el menú, saben perfectamente que están cometiendo un clarísimo conflicto de interés, que tendría consecuencias en un país moderno.

Pero en una república bananera no. Si el Señor sonrió cuando se sirvieron chocolates de esa marca, toda la normatividad queda borrada.

Ese proceso es ya irreversible en este sexenio. Al país le quedan tres años más de bananización. En el mejor escenario, en 2024 llegará una persona que vuelva a apostar por las instituciones y no por el caudillismo (tú no, Claudia). A partir de ahí vendrá una reconstrucción de décadas, y con un alto riesgo por el enorme poder que a 4T le está entregando a los militares.

Viene lo peor. La República Bananera va.