¿Hasta dónde se infiltra el crimen organizado cuando un gobierno los arropa?
Voy a poner una anécdota. No le pasó al primo de un amigo, no me lo contaron, no lo leí en Twitter. Me pasó a mí.
Corría el sexenio de pesadilla de Fidel Herrera en Veracruz. Los malos se enseñoreaban.
En el municipio de Veracruz también gobernaba el PRI. Esto que les voy a contar nos pasó a miles.
Iba yo circulando con un amigo cerca del centro. Llevaba licencia, no tenia problemas de alcoholímetro, las luces del auto funcionaban, no me pasé un alto. Sin embargo me pararon.
Una patrulla real, con policías de tránsito reales, con uniformes reales. Se baja el poli real y me dice que lo debo acompañar a la dirección de tránsito que está en la calle de Montesinos. Pregunto por qué y me repite que me van a escoltar allá. Le pido fundamento, no me lo da.
Le planteo que si hice algo mal me ponga la multa y luego la pago. Misma respuesta. Tras una conversación que no iba a ningún lado, mi amigo plantea un arreglo a la mexicana. “¿Cómo nos ponemos ayudar, jefe? Lleguemos a un acuerdo”.
No hubo tal acuerdo. Era ir o ir a Montesinos.
Entonces mi amigo se pasó a la patrulla real con un policía real con el uniforme real, y el policía con el que conversamos se subió a mi auto. Al llegar a Montesinos, que es el edificio real de la policía de tránsito real, un policía real con uniforme real dirige la estacionada.
Hay docenas de autos, y en el tiempo que estuvimos ahí hubo un continuo ir y venir de automóviles.
En fin, un policía real con un uniforme real nos llevó a una oficina real en la dirección real de tránsito del municipio de Veracruz. Ahí estaba una persona con un uniforme real.
Solo que esa persona que estaba con un uniforme real en la oficina real del edificio real NO era un policía real.
No.
Esa persona era el Gerente General de Extorsiones a Automovilistas del grupo del crimen organizado que se le conoce como los de la última letra del abecedario.
A ese Gerente le tenías que enseñar tu licencia, identificación de los otros pasajeros, y el policía real a su servicio le decía la marca y modelo del auto. Y a partir de esos datos y de cómo te veía te decía cuánto dinero en efectivo le tenías que dar para poder sacar tu auto.
La impotencia que se siente como ciudadano es total. Con mis impuestos pagaba el sueldo de los policías y el mantenimiento del edificio en Montesinos que había sido puesto a la disposición del crimen organizado para extorsionar a placer.
No pagar era perder tu auto, al menos.
Denunciar era perder tu vida.
Entonces solo me quedó maldecir en silencio, ir al cajero automático a sacar lo solicitado, entregarlo al Gerente General, y esperar que él le ordenara al policía real que nos dejara ir, previa entrega de una contraseña por si nos volvían a parar.
¿Cómo se rompe ese tipo de esquemas?
No, no es con abrazos. No, no es saludando a la mamá del capo. No es con becas, no es cambiándole el nombre a una región del país. No.
El crimen organizado es un cáncer que crece si no se le ataca.
Ojalá no fuera de ese modo. Pero lo es.
¿Qué pasó después de esto que les comento?
Que la alcaldesa de Veracruz no hizo nada. Claro.
Que el gobernador de Veracruz no hizo nada. Claro.
Entonces desde la federación se tomó una medida drástica: desaparecer la dirección de tránsito por completo. Remover todo el tumor.
Entró la Marina a realizar labores de seguridad, y a enfrentar al crimen organizado. ¿Hubo abusos de su parte, “daños colaterales”, uso excesivo de fuerza en algunos casos? Sí. Pero la inseguridad empezó a bajar.
Los criminales pasaron de estar conquistando espacios a esconderse.
Luego empezó el sexenio de EPN, que prefirió ver para otro lado. Disminuyeron los operativos, el crimen organizado lo detectó de inmediato y volvieron a la ofensiva.
Ese fue el escenario que hizo que emigráramos de MX. Un estado que ni siquiera intenta dar seguridad no sirve.
Con mucha tristeza y desaliento veo que la situación se ha deteriorado mucho más este sexenio.
Sabes que algo va mal en MX cuando son los criminales los que están tranquilos, mientras que los ciudadanos son los que viven con el miedo constante de ser víctimas de la delincuencia.
La situación empeorará antes de mejorar. Los gerentes del crimen organizado en sus diferentes áreas de negocio se están metiendo hasta la cocina en prácticamente todo el país. Un altísimo porcentaje de negocios paga derecho de piso rutinariamente y no hay ni esbozo de reacción.
Algún día llegará a la presidencia alguien que tenga la firme intención de pelear contra el crimen organizado. Para ese entonces el cáncer habrá hecho metástasis por todo el cuerpo del paciente. Habrá que dar la batalla municipio por municipio, rubro por rubro. No será indoloro.
Mientras solo queda tomar las precauciones que sean razonables.
Porque en esa batalla contra el crimen organizado los ciudadanos estamos solos.
Y los criminales lo saben. Y lo están aprovechando.