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De bienes y males

Imaginen que un día se despiertan con la noticia de que se ganaron un premio. Cuando les hablan para darles la noticia (todo legal, no hay fraudes, no hay letra chiquita) les dicen que tienen dos opciones: que el premio sea de $1,000,000 o que sea de $2,000,000.

La decisión no parece tan complicada. Las dos opciones son buenas, y si toca elegir entre dos bienes, pues hay que elegir el mejor de ellos. En ese sentido la opción lógica es pedir los $2,000,000.

No tiene ciencia. No es difícil de entender. No deberían darle muchas vueltas. Si tienes que elegir entre dos cosas buenas, elige la mejor de ellas.

Bien.

Ahora imaginen que van por la calle y llevan $1,000 en la cartera / el bolso. De repente los rodean 15 asaltantes armados. Ustedes no tienen tiempo de reaccionar, no están armados, no son Chuck Norris, no pueden hacer una llamada telefónica ni pedir auxilio. Están a merced de los asaltantes. El líder de ellos les dice “tienes dos opciones: o te robo todo lo que traes, o te robo la mitad. Tú eliges”. En ese caso tampoco debería ser tan complejo: debes elegir de entre dos males, de entre dos cosas que no quieres, que te perjudican, que no son ideales. A nadie le gusta eso. Pero si estás en esa situación, pues la lógica dicta que es mejor pedir que te roben solo $500 a que te roben los $1,000. Claro, mejor no te hubieras metido al callejón, no debería haber asaltantes, ojalá hubiera estado ahí el FBI, te habría ido mejor si en vez de $1,000 llevas solo $200. Pero el caso es que ahí estabas con los $1,000 y que tenías que elegir entre dos males y, si eres sensato, vas a elegir el menos peor de los males.

Escribo estas líneas que me parecen groseramente obvias porque sigo leyendo, a menos de dos meses de las elecciones, que “no se trata de elegir al menos malo”.

Señoras, señores, señeres, SÍ. Sí se trata de elegir al menos malo. Menos malo es sinónimo de “mejor”. Siempre. Sea que el menú de opciones te parezca fabuloso o deleznable, sea que debas elegir entre bienes o entre males, da igual. Se debe evaluar las alternativas de mejor (o menos mala, que es lo mismo) a peor (o más mala, que es lo mismo), y a partir de ahí decidir.

Si alguien prende la televisión, pasea por los canales y las alternativas no le gustan, no está obligado a ver “lo menos peor”. Puede simplemente apagar la tele y abrir un libro, hablarle a un amigo, salir a pasear o perder el tiempo en las redes sociales. Ese alguien no tiene que ver algo que no le gusta si hay alternativas más allá de la tele.

Pero para el 6 de junio no es así.

Los partidos que ya existían antes de 2018 debieron haber postulado a mejores candidatos. Pero no lo hicieron.

Los partidos nuevos deberían tener propuestas frescas y perfiles ciudadanos valiosos. Pero no los tienen.

Debería haber otros partidos políticos que fueran el cauce adecuado de tus convicciones. Pero no los hay.

Pudo haber habido un gran número de candidatos independientes, emanados de la sociedad civil y libres de la partidocracia. Pero eso no pasó.

Aquí no le puedes hacer como en la tele, que simplemente la apagas y pasas el tiempo en otra cosa.

Los partidos que tienen al día de hoy registro nacional son los que estarán en la boleta el 6 de junio. Da igual si eso se te hace bueno o malo. No hay otros.

Los candidatos de mayoría relativa en tu distrito que esos partidos han registrado son los que estarán en el frente de la boleta el 6 de junio. Da igual si eso se te hace bueno o malo. No hay otros.

Los que están hoy en la lista de plurinominales son los que estarán en el reverso de la boleta el 6 de junio. Da igual si eso se te hace bueno o malo. No hay otros.

Entonces si crees que el 6 de junio no hay opciones muy buenas, te tengo una mala noticia: de ese menú saldrán tus legisladores. 

Te caiga bien o mal MORENA y sus partidos abiertamente satélites, estarán en la boleta.

Te caiga bien o mal PRI-PAN-PRD y la lógica detrás de su alianza opositora, estarán en la boleta.

Te caiga bien o mal Movimiento Ciudadano y la lógica de no estar en la alianza opositora, estará en la boleta.

Es lo que hay. No hay más. 

“Momento. Estás equivocado. Claro que tengo otra opción: puedo ir a anular mi voto, o no presentarme a votar, o votar por Pedro Infante dado que Pedrito no está muerto”. Pues no. Error. Claro que puedes hacer todo lo anterior. Es tu derecho. Si crees que ninguno de los que está merece tu voto y no quieres votar por el mal menor, pues hazlo.

¿Pero qué crees?

Que si tú y millones más anulan su voto, de todos modos quedan los que están ahora en la boleta.

Que si tú y millones más no van a votar, de todos modos quedan los que están ahora en la boleta.

Que si tú y millones más votan por Pedro Infante o por la mamá de Luis Miguel, de todos modos quedan los que están ahora en la boleta.

Si de verdad quieres escapar a ese destino, no lo logras anulando o con abstención. Lo logras dejando de vivir en México. Ahí sí te libras de las consecuencias de que de las opciones actuales salgan los diputados federales y locales.

Pero si no vas a emigrar, entonces vete haciendo a la idea de que del menú actual saldrán los diputados federales, locales, alcaldes y (en varios estados) gobernadores. Te gusten las alternativas o no.

Si me preguntan mi opinión, el escenario menos peor en la Cámara de Diputados y los congresos locales es que MORENA y satélites no tengan mayoría.

Y dada esa premisa, el menos peor de los votos es por la alianza opositora.

“¿Estás diciendo que esos tres partidos son buenos, honestos, ya se te olvidaron sus transas, qué no viste que postularon a los mismos de siempre?”. No. No estoy diciendo eso. No son óptimos, no son buenos, no son fabulosos, no son honestos, no siempre cada legislador de esos partidos ha votado contra las peores aberraciones de la 4T. Lo sé.

Pero si un día me asaltan y me dan la opción de que me roben todo o solo la mitad, voy a elegir lo segundo. No porque me guste que me quiten mi dinero. Sino porque me queda muy claro que si se tiene que elegir entre males, hay que elegir el mal menor.

Ya el 7 de junio vemos si se puede construir un par de buenas opciones para el 2024. Que los partidos presenten mejores perfiles, y que varios independientes empiecen a anunciar sus proyectos políticos. Ojalá el 2024 sea un año en el que podamos elegir entre 3 o 4 excelentes opciones.

En 2021 no será el caso.

Elijamos entre lo que hay.