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Sin beneficio de la duda

Si estás prestando atención a periodistas, analistas y comentócratas en general, seguro te has encontrado con que muchísimos están hablando de darle el “beneficio de la duda” a Claudia.

Se equivocan completamente, y ahora que tengo un poco de tiempo les voy a comentar por qué.

La base de toda democracia liberal moderna es lo opuesto al beneficio de la duda. Y México, que aspiraba a ser una, iba en ese camino. Iba, del verbo ese barco ya zarpó.

Por eso se puso en la constitución un artículo delimitando las facultades del presidente. No, no se le da el beneficio de la duda. Se le dice expresamente “solo esto puedes hacer”.

Por eso el congreso le dice “solo puedes cobrar estos impuestos”. No se le da el beneficio de la duda pensando que va a cobrar lo justo. Y, del mismo modo, los diputados deben aprobar el presupuesto. No es de “confiemos en que gasta bien”.

Por eso hay una ley de Obra Pública. No es “vamos a darle el beneficio de la duda de que gastará bien”. No. Y posterior a eso hay rendición de cuentas, con órganos de transparencia obligados a informarle a quien lo solicite. ¿Y le damos el beneficio de la duda a esos órganos? Claro que no. Constituimos a lNAI, independiente al poder ejecutivo, para que se asegure que la información se da.

Por eso hay una Auditoría Superior de la Federación, porque no se le puede dar el beneficio de la duda a quien maneja billones de pesos cada año.

¿Tiene el presidente la atribución de llevar la política exterior del país? Sí. ¿Le damos el beneficio de la duda y que nombre como embajador a quien quiera? Desde luego que no.

Hace 40 años la organización de las elecciones dependía del poder ejecutivo. ¿Convenía darle el beneficio de la duda en que se iba a conducir con imparcialidad? Desde luego que no. Por eso el INE.

Y por eso en México se contaba con el maravilloso recurso del amparo. Como la autoridad puede abusar, se le da a los ciudadanos la oportunidad de defenderse. Y el poder judicial debe resolver conforme a derecho, no conforme a dudas benéficas.

Podría seguir y seguir. Va más allá de partidos y de países. Podemos teorizar si el antecedente más lejano está en la Magna Carta de Juan Sin Tierra en aquel 1215 en que la aristocracia británica le dijo “pues sí, eres el rey y sí, tienes derecho a pedirnos impuestos y siervos para usar en tus guerras. Pero ya no te vamos a dar el beneficio de la duda de que lo harás sabiamente, entonces mejor vamos delimitando hasta dónde nos puedes pedir”. Podemos elaborar sobre aquellas decisiones de los Founding Fathers de Estados Unidos pensando no en “beneficio de la duda” sino en “pesos y contrapesos”. Volteen a ver el diseño institucional de cada país exitoso y se van a encontrar con esos diques, frenos, salvaguardas, controles, requisitos, verificaciones cruzadas, reparto de facultades y muchos, muchos otros mecanismos adicionales que tienen como común denominador el no dar el beneficio de la duda.

Para los periodistas y analistas que andan con dudas cartesianas benéficas, dos comentarios que evidentemente olvidaron:

  1. Periodismo es publicar lo que desde el poder no quieren que se publique. Todo lo demás son relaciones públicas.
  2. El papel del periodista no es reportar que el político dice “está lloviendo”. Su papel es salir a la calle y comprobarlo. Porque, probablemente ya lo detectaron mis siete lectores, repetir que “está lloviendo” es darle el beneficio de la duda. No es ese el papel del periodista.

¿Por qué cayó Nixon? ¿Por qué se hizo público el acuerdo Irán – Contras? ¿Por qué Aristegui, Reforma, Animal Político, LatinUs o Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad establecieron unidades de investigación? Porque ese es su papel. Indagar, investigar, preguntar, sacar lupa. No dar beneficios de la duda, porque si lo hacen no tiene sentido formar esas unidades. Se basan en las declaraciones del gobierno y listo.

Ahora para terminar, en caso de que alguien me está leyendo todavía, hay un tema que une a esa pésima comentocracia con la situación actual. Claudia hizo campaña expresamente por el Plan C, que se basa en demoler todo ese entramado institucional para regresar a la decisión de quien lleva la presidencia (o de quien puso a esa persona ahí). Y esa comentocracia calló. Y por lo tanto, esa comentocracia cayó. Fracasó en señalar lo obvio. Que el proyecto del que Claudia era la candidata era un proyecto de destrucción.

Y ya estamos en el México en el que como político si le ganas una elección a la 4T te cortan la cabeza.

Y ya estamos en el México en el que si desde los medios incomodas al gobierno pierdes tu trabajo.

Estamos muy adelantados en perder todos los contrapesos existentes. Es desesperante leer a quienes en teoría saben un poco más y tienen el bagaje necesario para dimensionar lo que está pasando poner el foco en que es presidentA, que usó un vestido bonito y que, pues sí, hay que darle el beneficio de la duda.