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Italia en el Mundial Rusia 2018

La selección italiana es una de las más exitosas de la historia del futbol. Ha ganado cuatro mundiales, solo uno por debajo de Brasil y los mismos que Alemania.

Tiene un estilo definido, el famoso catenaccio. Ha dado jugadores de época en casi todas las posiciones. De un par de décadas para acá podemos mencionar la clase de Pirlo, el amor a la camiseta de Totti, el toque de Del Piero, las atajadas de Buffon… además hay jóvenes llenos de talento que vienen empujando.

Alemania es de las favoritas. Y con razón. Pero no olvidemos que de 50 años para acá, Italia los venció en la semifinal de México 70, la final de España 82, e incluso los dejaron fuera en Alemania 2006. No muchas otras selecciones pueden presumir logros similares.

Podemos pasar muchas horas revisando el gran palmarés de Italia y por qué se podría considerar una favorita en la Copa Mundial Rusia 2018.

Pero no tiene caso. No calificó.

A estas alturas entonces es ocioso darle vueltas a lo bello que sería un mundial con Italia. No tiene sentido mencionar a las 20 o 25 selecciones que van de comparsa y harán un peor papel que el que Italia haría. Es una pérdida de tiempo pensar lo que pudo ser este mundial con la Squadra Azzurra.

No le apuesten a Italia. No va a ir al Mundial.

Bien.

Lo mismo le pasa a Meade. No tiene ningún caso hablar de las cualidades supuestas o reales que tiene. No es relevante si tiene o no buenas propuestas. Pensar a cinco domingos de las elecciones que debió lanzarse de independiente no conduce a nada.

La realidad hoy es que va en un distante tercero. Y si por milagro remonta y se pone en segundo, pues es muy sencillo: el voto anti-PRI es mucho mucho mucho mucho mucho mucho mucho más grande que el voto anti-AMLO.

Mucho.

A estas alturas sirve de poco cuestionar si eso es justo, si Meade te parece mejor que Anaya, si la gente debería de olvidar este sexenio corrupto y recordar que en la boleta estará Meade y no EPN. No va a pasar.

Si consideras que AMLO no es lo que necesita México, la única opción es Anaya.

Seguirle apostando a Meade para el 1 de julio es igual de inútil que apostarle a Italia para el mundial.

¿Quién es el culpable? (16.12.2014)

¿Quién es el Culpable?
De dólares y Bolsas de Valores

No necesito de muchos comentarios previos. Es del dominio público que, más o menos desde que se intensificó el problema de los hechos de Iguala y el de las Casas HIGA, el dólar sube y sube; y la Bolsa de Valores baja y baja.

Como la rumorología está a todo vapor estos días (“los vacíos se llenan”, diría el clásico), debido a la bien fundada incredulidad ante el, digamos, “gobierno” de EPN, vamos a analizar las posibles causas de esos movimientos adversos.

La Culpa es de la Corrupción de EPN.

Hay quien dice que las variables financieras se debilitan por culpa del gobierno federal. El escándalo de tráfico de influencias, la pésima Reforma Fiscal, el gasto improductivo, la corrupción, el diezmo, el subejercicio, el gabinete incompetente… todo el bagaje del Viejo PRI corregido (para peor) y aumentado (ídem). Si ni siquiera la licitación del tren a Querétaro pueden sacar, si las reformas no cuajan, si lo único que el equipo de EPN firmó ante Notario y sigue en pie es el patrimonio inmobiliario adquirido a HIGA… ahí está la reacción de los mercados.

La Culpa es de los Vándalos Revoltosos y AMLO, su Pastor

Hay quien dice que las variables financieras se debilitan por culpa de las marchas, bloqueos, robos de camiones y todos los demás males asociados con las protestas. Y detrás de ellas hay grupos afines a AMLO. ¿Cómo queremos que no caiga el peso mexicano si hay escenas de la puerta de Palacio Nacional quemándose? ¿Podemos pedir que lleguen inversiones si el Poeta Molotov nos demuestra su arte incendiario y encima lo defienden como si fuera héroe? Obvio que las empresas están hartas de que les secuestren camiones, los hoteleros de Acapulco son víctimas cotidianas, y si hay miles de revoltosos destruyendo propiedad pública y privada impunemente pues… ahí está la reacción de los mercados.

¿En qué quedamos? ¿La culpa es de EPN, es de los seguidores de AMLO? ¿O, como muchos piensan, es de los dos?

Pues en realidad, la respuesta es Ninguna de las Anteriores. Desde luego que el panorama actual de México no invita a la inversión, por una mezcla de un gobierno corrupto que no hace valer el estado de derecho, y un grupo minoritario pero muy vociferante que está interesado en generar mártires y dinamitar a las instituciones. Pero esos terminan siendo factores salvables. Hay empresas acostumbradas a operar en entornos peores. Desde luego para hacerlo piden a sus proyectos de inversión tasas de retorno muy altas que reflejen el riesgo percibido, y eso es un costo para los mexicanos.

La realidad es que así tuviéramos un país de primer mundo (ja) con un principal líder de oposición que le guste construir acuerdos (jaja) y un gobierno eficiente (jajaja) y honesto (jajajaja), de todos modos el peso se hubiera depreciado. El dólar se está fortaleciendo contra todas las monedas, no nada más contra el peso. La caída de los precios del petróleo no es imputable a EPN ni a AMLO, y es uno de los principales causantes de esta volatilidad. Para comprobar que el problema no es privativo de México, miren si bajas como las que ha habido en la Bolsa Mexicana de Valores estos días son aisladas o parte de una tendencia mundial (spoiler: es lo segundo).

No tiene caso entrar en todos los detalles externos. Es fácil demostrar que aunque México hubiera estado aún en la ilusión del Mexican Moment nos habría afectado esta crisis. Colombia o Rusia, países petroleros como el nuestro, han tenido igual afectaciones. Pero si se les hacen bananeros, pues pongamos el caso de Noruega, país muy bien gobernado (excepto por los encargados del NRDA en la entrega del Nobel a Malala) pero que también se ha visto afectado en su corona (su moneda, no la cerveza) y en su Bolsa de Valores.

Desde luego que la afectación en México podría ser algo menor. Obviamente el rublo se ha devaluado más que la corona. Pero más allá de grados, los movimientos financieros de estos últimos días obedecen mucho más a fenómenos internacionales que nuestro desbarajuste interno.

A pesar de la evidencia abrumadora del carácter global del tema, seguiremos escuchando a diazordacistas de clóset culpar de la volatilidad a “los revoltosos” y a los epigmenios culpar a “la mafia del poder”. Estas líneas van para los que están hartos de ambos grupos. Esta vez el problema no viene de ahí.

Tacos de 30,000 pesos

Hace algunos años, Andy George (a quien le robo la idea del título de esto) quiso averiguar qué pasa si esa idea buenaondita de producir los propios alimentos se aplicaba a un simple sándwich de pollo.

La idea era participar en todo el proceso. Sembrar el trigo para hacer pan, ordeñar a la vaca para obtener leche y de ahí queso, cosechar la lechuga y el tomate… el resultado fue el que se podría esperar:

1. Se tardó seis meses en hacer su sándwich.
2. Le costó 1,500 dólares, con todo y que se permitió muchos atajos (no tuvo que ir al mar por sal, lo que habría elevado aún más el precio).
3. El sándwich quedó horrible.

La conclusión es obvia: tratar de participar en todas las facetas de la producción uno mismo es una pésima idea. Millones de personas desconocidas entre ellos participan cada día en hacer lo necesario para producir sándwiches de pollo al 0.01% de lo que le costó a Andy. Y es que zapatero a tus zapatos, ¿no? Es obvio.

Pero pues… no. Lo que Andy demostró que era absurdo, Andrés Manuel lo quiere implementar en México.

Su propuesta no tiene pies ni cabeza. Empieza diciendo que propone que México produzca todo lo que consume “para evitar fuga de divisas”. Pero… México es superavitario en temas agropecuarios. Eso quiere decir que entran más divisas que las que salen. Si cerramos esa llave y dejamos de exportar e importar libremente, pues ese superávit se vuelve cero. Entonces la solución de AMLO para atacar un problema que no existe (“fuga de divisas”) es impedir que entren miles de millones de dólares de divisas.

Luego viene el tema de la libertad. Claro, los maromeros de AMLO se burlan diciendo “que no se preocupen los ricos que van a seguir pudiendo importar caviar ruso y champaña francesa”. Ese no es el tema. El tema se da del lado de consumidores y productores a nivel más terrenal.

¿Quién en el gobierno será el encargado de decir “el año siguiente se consumirán x toneladas de maíz entonces tendremos que producir x toneladas de maíz”? ¿Y si se equivoca? ¿Y si cambiamos hábitos alimenticios? ¿Y si hay sequías, plagas?

Del lado del campesino, ¿quién le va a decir a los aguacateros que producen aguacates de más y que deben dejar eso para mejor sembrar maíz porque eso lo importamos? ¿Que aguacatero tendrá permiso de seguir haciendo aguacates y cuál tendrá que emigrar al maíz? ¿O será por porcentaje a base de decretos? ¿”Por cada hectárea de aguacate a partir del año siguiente se tendrá que apartar el 16.71% para sembrar maíz amarillo”? En este mismo ejemplo, si sube la demanda de aguacate en el mundo, ¿AMLO irá a convencer al aguacatero de ceñirse a la orden de producir maíz? “No seas ridículo. Nadie va a obligar a nadie a sembrar lo que no quiere. Se usarán tierras ociosas”. ¿De verdad estamos dispuestos a deforestar por sembrar maicito? ¿Cuántas hectáreas de bosques y selvas hay que tumbar para resolver el no-problema de la “fuga de divisas”?

El tema es tan absurdo que salen con el argumento de la “seguridad alimentaria”. Con ese, digamos, argumento, quieren asustar. ¿”Qué pasaría si tienes dinero para importar alimentos pero ninguno de los 200 países del mundo te quiere vender”? ¿Recuerdan ustedes cuando se dio ese caso?

Yo tampoco.

Con ese argumento de la seguridad alimentaria yo creo que los ricos del mundo están angustiados y los ejidatarios de la sierra, felices. ¡Qué tranquilos andan Slim, Bill Gates y Elon Musk sin saber que tal vez mañana mueran de hambre porque no producen comida! ¡Qué privilegiados en cambio los que tienen su parcelita!

El sector primario de la economía es en proporción cada vez más pequeño y eso no va a cambiar. Una persona pobre gasta un muy alto porcentaje de sus ingresos en obtener comida. Pero a medida que los ingresos aumentan, esa proporción va bajando. Eso es evidente no solo en los países desarrollados sino también en México y similares.

Si AMLO aplica su política de autoconsumo tendremos una peor balanza comercial, menos libertad de productores y consumidores, un desastre ambiental y un incremento brutal en precios (salvo que alguien diga que México es mejor haciendo cada producto alimenticio que se genera en el planeta que cualquier otro país). A cambio de eso solo tendríamos una falacia de seguridad alimentaria por si todos los productores de todos los países del mundo deciden levantarse un día y decir “no quiero el cochino dinero de los mexicanos entonces no les voy a vender mi producto”.

En México hay dos campos (en general. Obvio hay excepciones). El del norte que es próspero, tecnificado, especializado, con seguridad en la tenencia de la tierra y con valor agregado; y el del sur que es lo opuesto. Hay que hacer políticas públicas que emparejen ambas realidades, lo que además al subir la demanda de mano de obra (hoy en general un agricultor del norte puede emplear gente pero uno del sur no) incrementa los salarios de los trabajadores del campo.

Si nos empeñamos en producir todo lo que consumimos no llegaremos a tener tacos de 30,000 pesos (el equivalente a ese sándwich de 1,500 dólares). Pero si tendremos comida más cara, los consumidores menos opciones y los productores menos libertad.

Todos los países, hasta México, tienen programas públicos de ayuda al campo. Pero ningún país produce todo lo que consume.

Hagamos políticas inteligentes para ayudar a los campesinos pobres.

Dije inteligentes, AMLO. No regresar 30 siglos el reloj de la especialización del trabajo.