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Incentivos Perversos (18.11.2013)

INCENTIVOS PERVERSOS

Los maestros de la CNTE y rémoras que se anexaron no dieron clases el tiempo que quisieron y no perdieron ni una quincena. Los niños, desde luego, salieron perdiendo. Primero por los días sin clases, y luego por los días con clases impartidas por esos maestros.

Cuando en Chiapas los hoteleros quisieron hacer una promoción para reactivar el turismo, los maestros cerraron todas las entradas a Tuxtla, incluido el acceso al aeropuerto.

Cuando en Oaxaca los comerciantes quisieron mejorar su año con El Buen Fin, los maestros cerraron el acceso a los centros comerciales.

Y en Veracruz tuvieron el premio al descaro. Fueron a la presa que surtía de agua corriente a Coatzacoalcos y alrededores y pues la cerraron.

Aparte de que ninguno ha sido liquidado conforme a la ley, aún no he leído una sola referencia sensata a un artículo de dicha ley que sea peor que lo que se tenía. Puros “es que el PRI es corrupto”, y puro “en la hojita que nos dieron en el mitin dice que los papás tendrán que pagar la energía eléctrica de la escuela”. En Oaxaca consiguieron $115,000,000 para “mejorar las Escuelas Normales”. Sin supervisión, sin medición, sin objetivos. Regalo para que dejen de estar fregando. Y sin embargo no dejan de estar fregando.”Ya la mayoría regresó a clases”, dicen. Cierto. ¿Por qué seguir manteniendo a los que acampan en el Monumento a la Revolución?

En fin. Muy mal por los maestros. Pero PÉSIMO por los gobiernos federales, estatales y municipales. “Los del PRI sí saben cómo operar”. Ajá. Se los han chamaqueado una y otra vez, han violado la ley que protestaron guardar y hacer guardar. Con una mano los líderes de la CNTE agarran el dinero público que les regalan y con la otra convocan a más manifestaciones.

Con toda la antipatía que siento por este movimiento magisterial, debo reconocer que están siendo racionales. Cobran sin trabajar, violan la ley porque saben que pueden. Consiguen dinero sin ningún tipo de rendición de cuentas.
Muestra la evidencia que la gente se mueve por incentivos. Pues el gobierno ha dado los peores incentivos imaginables, y los maestros simplemente han olvidado la ética y se han aprovechado.

Medalla Belisario Domínguez (13.11.2015)

Alberto Baillères

Imaginen que en México le dan un reconocimiento por méritos cívicos a un señor. Cuando comentan las aportaciones de ese señor a su país, mencionan, digamos:

– Una asociación llamada Fundación Mexicana para la Salud (portal.funsalud.org.mx), que hace enormes esfuerzos en pro de la salud de los mexicanos, con énfasis en la creación de políticas públicas que incidan en la mejora de la salud de la gente de menores ingresos. Esa fundación patrocina investigaciones, organiza concursos, reparte estímulos. El presidente emérito de la fundación es nada más un excoordinador de investigaciones científicas y exrector de la UNAM (o sea, no es una fundación patito).

– Otra llamada Fundación para las Letras Mexicanas (flm.mx), que entre otras cosas ha puesto en línea la Enciclopedia de la Literatura en México, en conjunto con el Fondo de Cultura Económica y la UNAM. La fundación traduce obras literarias mexicanas a otras lenguas, organiza y patrocina un Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños. La fundación da becas a escritores mexicanos jóvenes.

– Una universidad pequeña en número de alumnos, pero con resultados extraordinarios en muchos indicadores. Esa universidad llamada ITAM (itam.mx) tiene importantes acervos bibliográficos, conservando por ejemplo la importante Biblioteca Manuel Gómez Morín, que aunque está dentro de la universidad, se encuentra a disposición de cualquier persona interesada en su obra. Esa universidad constantemente genera investigación, divulga cultura, promueve la libre cátedra, y hace lo posible por llevar a cabo su lema, “generar una sociedad más libre, más justa y más próspera”. Varios maestros del ITAM forman parte del Sistema Nacional de Investigadores, su exjefe del Departamento de Derecho es hoy uno de los ministros de la SCJN más destacados, sus egresados son muy apreciados en el mercado laboral a nivel nacional e internacional, y las distinciones de sus alumnos y exalumnos hacen pensar que la universidad tiene diez veces la cantidad de estudiantes que en realidad tiene. La universidad no es barata, pero un buen porcentaje de sus alumnos cuenta con becas de diferentes tipos, con lo que muchas personas de bajos recursos pueden tener acceso a una educación que casi sin excepción les permite elevar enormemente sus ingresos, logrando la permeabilidad social que tanto necesita este país.

– Muchas otras aportaciones tal vez de menor relumbrón, estilo Mexicanos Unidos para la Prevención de Adicciones MUPAAC, que organizó decenas de eventos, material impreso, foros y conferencias, de jóvenes para jóvenes, en un tema particularmente importante.

¿Cómo ven el perfil de esa persona? ¿Será que ha hecho algunos méritos cívicos para obtener un reconocimiento?

Ese señor, como muchos de ustedes ya saben, se llama Alberto Baillères. Yo no estoy en posibilidad de decir si él era la mejor opción para recibir la Medalla Belisario Domínguez o no. Sé que méritos suficientes, desde luego que tiene.

¿Qué pero le puso la mayor parte de la prensa entonces? ¿Por qué tanta animadversión? ¿Por qué hubo quien dijo que Bailleres merecía la Medalla Victoriano Huerta? ¿Por qué los tuits maliciosos de “le dan una medalla al dueño de una petrolera privada mexicana”?

Pues porque el señor, oh pecado, ES EMPRESARIO. No nada más hay gente que considera que ser empresario es de suyo algo negativo. No. Es que además ser empresario ANULA cualquier otra cosa buena que se haga. El hecho de que el señor genere decenas de miles de empleos e invierta miles de millones de dólares en su país, para mí le agrega puntos. Pero no. Para muchos mexicanos, tal vez la mayoría, eso quita. El señor gana dinero por sus negocios, y tiene una fortuna superior a la de usted (salvo que usted sea Carlos Slim) y a la mía. Entonces, el cangrejo que muchos mexicanos llevan dentro sale a tirarle al exitoso que, dejando de lado el tema empresarial, pues resulta que sí ha hecho una labor filantrópica muy importante que raramente es mencionada en las críticas.

En los países con mayor índice de desarrollo humano, los empresarios honestos son muy bien vistos. Son un ejemplo para los demás. Generan orgullo. Los niños los quieren imitar. Entienden que la riqueza se crea con trabajo e inversión, y que si alguien es rico no es porque le fue a quitar dinero a los pobres de la sierra, entre otras cosas porque los pobres de la sierra no tienen dinero por lo que ese método sería un poco estúpido.

Pero en los países más bananeros, en parte por las comaladas de seudoempersarios sexenales que en realidad son compadres prestanombres de los políticos de turno, pero también en parte por un desconocimiento absoluto de los más elementales principios económicos (provocado intencionadamente por quienes viven de esos rencores), ser empresario se ve mal. Entonces hay menos empresarios. Entonces hay menos progreso. Así de fácil. Así de triste.

DISCLAIMER: Desde luego que mi opinión no es desinteresada. Considero que estudiar en el ITAM es de las diez mejores decisiones que he tomado en mi vida. Fui beneficiario de una beca, y después de una beca-préstamo. Hice mi servicio social en MUPAAC. No me alcanza el espacio para mencionar los motivos por los que me siento agradecido con el ITAM, y el orgullo que siento de haber egresado de ahí.

Pido un favor personal (13.11.2012)

Ya había yo escrito hace algo más de un año sobre un riesgo de las redes sociales: hacen creer a algunas personas que copiando y pegando algo en el MURO, o dándole RT a un tuit, se logra algo.

Recuerdo haber propuesto que en vez de pegar en el MURO durante una hora algo contra el cáncer, mejor se llevara a alguna persona a hacerse un chequeo médico preventivo. Eso sí ayuda. Eso sí hace una diferencia. Pero eso sí necesita de esfuerzo. Copiar, pegar y quedarse con la conciencia tranquila no sirve.

Desgraciadamente esa mentalidad creo que se ha extendido. En España la semana pasada el periódico El País despidió a alrededor de 130 periodistas. De inmediato ellos se quejaron en Twitter diciendo que eran excelentes periodistas (no lo dudo) y decenas de miles de personas empezaron a escribir en redes sociales “brindando” todo su apoyo.

¿En qué momento un sector importante de la sociedad dejó de pensar que si a un excelente grupo de periodistas los corren y tienen muchísimos seguidores, lo que deben hacer es quejarse? ¿No podrán hacer otro periódico o una página en línea? No, no es fácil. Pero en 1976 Julio Scherer lo hizo a pesar de Luis Echeverría. Hacerlo ahora, sin monopolios de papel y con acceso a INTERNET es mil veces más fácil.

Ahora viene el TELETON. Sé que sirve, sé que ayudan. Pero a mí me cae mal Televisa y no me gusta que Lucerito llore apelando a la sensiblería. Por lo tanto busco otras maneras de ayudar (lo que es fácil: hay miles de modos).

Pero no se queden con la idea de que escribiendo “pido un favor personal: pega esto en tu MURO una hora para [inserte aquí su deseo]” ayudan en algo. No se queden con la idea de que diciendo “pinche Televisa idiotiza, no donaré nada al TELETON” están a) afectando a Televisa o cambiando su línea editorial o b) ayudando a los niños por ósmosis.

Si no pasamos como sociedad de los deseos a la acción no nos sorprendamos de la situación en la que estamos.

¿”Somos más los buenos”? (10.11.2014)

¿”Somos más los buenos”?

Considero preocupantemente alto el número de mexicanos que se dedican a cometer delitos, aprovechándose del primer problema del país que es la ausencia de Estado de Derecho. Corrupción, vandalismo, secuestros, licitaciones amañadas, casas sospechosamente construidas que parecen favorecer el tráfico de influencias… todo eso sería menos frecuente si se aplicara la ley.

Pongamos como ejemplo (ya sé, no es lo más importante ni grave) al fuego. Ya han sido quemados partes del Palacio Municipal de Iguala, el de Gobierno de Guerrero y el Palacio Nacional. No me interesa si fueron manifestantes enojados, anarquistas revolucionarios o agentes del CISEN infiltrados. El hecho es que todos vimos parte del patrimonio de todos destruyéndose, entre todos pagaremos las reparaciones (más el moche más el diezmo más las ineficiencias) y nadie terminará siendo legalmente responsable. Haciendo un poco de memoria, así ha sido. Porque son “movimiento social”, porque ni modo que encarcelen al infiltrado propriísta, por lo que gusten. Impunidad.

Es aterrador el número de personas que se dedican a lo que más lastima: sicarios, secuestradores, tratantes de personas, gente que cocina asesinados (parece que muchos indignados por lo de Ayotzinapa no escucharon hablar de El Pozolero), violadores de migrantes y demás atrocidades. No importa si usted no cree la versión oficial (cansada) de Murillo Karam: asesinatos masivos hemos tenido cientos en la última década, con al menos la misma brutalidad anunciada la semana pasada por el titular de la PGR (que se sigue preguntando por qué no mejor le dieron algo menos cansado, como SAGARPA).

Ante la indignación provocada por esos hechos, más las habituales muestras de la corrupción e ineficiencia gubernamental, surge de repente un clamor: “somos más los buenos”.

¿Sigue sosteniéndose esa frase? Vamos a darle una pensada. Sí creo que la mayoría de los mexicanos no comete ni cometería las peores atrocidades del crimen organizado (sea del que organizan los narcos o del que organizan los políticos). Pero también creo que si ponemos a un mexicano promedio en un puesto gubernamental no será un dechado de honradez. Como argumento ofrezco el hecho de que millones de mexicanos promedio tienen puestos gubernamentales y sus corruptelas están a la vista de todos excepto de los ciegos y de los contralores internos.

Pero sigue habiendo un halo de esperanza. Fuera del gobierno somos más los buenos, ¿no?

Pues yo no estoy muy seguro. Pensemos en el gremio de las trabajadoras domésticas. ¿Estaría dispuesta una persona a contratar a cualquier mujer que diga querer trabajar en la limpieza de su casa? ¿Contratamos a cualquier mecánico? ¿Confiamos en cualquier albañil? ¿La mayoría de los empresarios pagan todos sus impuestos, reportándole al IMSS todo lo que ganan sus empleados? ¿Nos subimos a cualquier taxi?

Puedo seguir con ejemplos. No se puede generalizar, desde luego. Pero, y lo digo con repulsión, el sistema político de México es así porque así lo construimos los mexicanos. Soy de los que cree que el PRI es el más culpable, pero no me digan que la solución está en el PAN, PRD o MoReNa.

¿Por qué en otros países uno puede seleccionar a cualquier taller mecánico? Porque si lo hace mal hay estado de derecho. ¿Por qué a Coca Cola no le incendian camiones en Dinamarca? Porque hay estado de derecho. ¿Por qué el esposo de Angela Merkel no compra casas en circunstancias taaaaaaaaan extrañas? Porque… bueno, ya entendieron la idea.

En términos generales la gente se porta según incentivos. El mismo grupo de alumnos se porta radicalmente diferente con un profesor que con otro. El mayor incentivo a portarse mal es no enfrentar consecuencias. Ahí está la semilla de los males de México. La razón por la que los políticos siguen robando, los sicarios asesinando, los empresarios evadiendo y los plomeros engañando. Al final no hay que ver la situación en términos de “buenos y malos”. Todos nos comportamos de acuerdo a incentivos, y en nuestro país el primer obligado a cumplir y hacer cumplir las leyes propone un pacto para hacer su chamba, pero con calmita porque primero se va a China y Australia, como si la información de lo de Iguala no hubiera llegado allá varias semanas antes, o como si los inversionistas prefirieran discursos que Estado de Derecho.

Empecemos una política de cero tolerancia. A toda infracción de la ley o reglamento. Sí, tanto del vándalo como del policía. Del político de cualquier partido. Del que se pase el alto y la que se estacione en doble fila. Del que roba poquito y del que roba mucho. Del trabajador que no entrega a tiempo y del patrón que no cumple lo establecido. Del que quema puertas de edificios públicos y del que las reconstruye con comisión. De ese modo la mayoría de la gente se cuidará más y entonces sí, “somos más los buenos”.

Por lo pronto no soy tan optimista.

Lo que el Rayo se llevó (6.11.2012)

Jaime Sabines escribió algo sobre su hijo Julio, que leí mucho antes de convertime en papá: “A los tres años y medio, Julito aprende nuestro idioma después de habernos enseñado el suyo. Y su facultad de aprender es mayor que la nuestra de olvidar”.

Algo así nos está pasando con nuestros hijos. Aunque el Rayo McQueen sigue siendo casi omnipresente en la casa, llevan meses sin ver la película. Y a la menor provocación somos mi esposa y yo quienes traemos a colación frases de la película (“por eso lo hicimos juez”, “¿toda la noche / toditita”, “California: aquí voy”), me temo que con una respuesta cada vez más fría de esos niños que ya evolucionaron y parecen listos para cambiar de etapa (aunque siguen durmiendo en su cama del Rayo, abrazados a su almohada del Rayo).

Ku-chaaaw.