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¿”Somos más los buenos”? (10.11.2014)

by | Nov 11, 2017

¿”Somos más los buenos”?

Considero preocupantemente alto el número de mexicanos que se dedican a cometer delitos, aprovechándose del primer problema del país que es la ausencia de Estado de Derecho. Corrupción, vandalismo, secuestros, licitaciones amañadas, casas sospechosamente construidas que parecen favorecer el tráfico de influencias… todo eso sería menos frecuente si se aplicara la ley.

Pongamos como ejemplo (ya sé, no es lo más importante ni grave) al fuego. Ya han sido quemados partes del Palacio Municipal de Iguala, el de Gobierno de Guerrero y el Palacio Nacional. No me interesa si fueron manifestantes enojados, anarquistas revolucionarios o agentes del CISEN infiltrados. El hecho es que todos vimos parte del patrimonio de todos destruyéndose, entre todos pagaremos las reparaciones (más el moche más el diezmo más las ineficiencias) y nadie terminará siendo legalmente responsable. Haciendo un poco de memoria, así ha sido. Porque son “movimiento social”, porque ni modo que encarcelen al infiltrado propriísta, por lo que gusten. Impunidad.

Es aterrador el número de personas que se dedican a lo que más lastima: sicarios, secuestradores, tratantes de personas, gente que cocina asesinados (parece que muchos indignados por lo de Ayotzinapa no escucharon hablar de El Pozolero), violadores de migrantes y demás atrocidades. No importa si usted no cree la versión oficial (cansada) de Murillo Karam: asesinatos masivos hemos tenido cientos en la última década, con al menos la misma brutalidad anunciada la semana pasada por el titular de la PGR (que se sigue preguntando por qué no mejor le dieron algo menos cansado, como SAGARPA).

Ante la indignación provocada por esos hechos, más las habituales muestras de la corrupción e ineficiencia gubernamental, surge de repente un clamor: “somos más los buenos”.

¿Sigue sosteniéndose esa frase? Vamos a darle una pensada. Sí creo que la mayoría de los mexicanos no comete ni cometería las peores atrocidades del crimen organizado (sea del que organizan los narcos o del que organizan los políticos). Pero también creo que si ponemos a un mexicano promedio en un puesto gubernamental no será un dechado de honradez. Como argumento ofrezco el hecho de que millones de mexicanos promedio tienen puestos gubernamentales y sus corruptelas están a la vista de todos excepto de los ciegos y de los contralores internos.

Pero sigue habiendo un halo de esperanza. Fuera del gobierno somos más los buenos, ¿no?

Pues yo no estoy muy seguro. Pensemos en el gremio de las trabajadoras domésticas. ¿Estaría dispuesta una persona a contratar a cualquier mujer que diga querer trabajar en la limpieza de su casa? ¿Contratamos a cualquier mecánico? ¿Confiamos en cualquier albañil? ¿La mayoría de los empresarios pagan todos sus impuestos, reportándole al IMSS todo lo que ganan sus empleados? ¿Nos subimos a cualquier taxi?

Puedo seguir con ejemplos. No se puede generalizar, desde luego. Pero, y lo digo con repulsión, el sistema político de México es así porque así lo construimos los mexicanos. Soy de los que cree que el PRI es el más culpable, pero no me digan que la solución está en el PAN, PRD o MoReNa.

¿Por qué en otros países uno puede seleccionar a cualquier taller mecánico? Porque si lo hace mal hay estado de derecho. ¿Por qué a Coca Cola no le incendian camiones en Dinamarca? Porque hay estado de derecho. ¿Por qué el esposo de Angela Merkel no compra casas en circunstancias taaaaaaaaan extrañas? Porque… bueno, ya entendieron la idea.

En términos generales la gente se porta según incentivos. El mismo grupo de alumnos se porta radicalmente diferente con un profesor que con otro. El mayor incentivo a portarse mal es no enfrentar consecuencias. Ahí está la semilla de los males de México. La razón por la que los políticos siguen robando, los sicarios asesinando, los empresarios evadiendo y los plomeros engañando. Al final no hay que ver la situación en términos de “buenos y malos”. Todos nos comportamos de acuerdo a incentivos, y en nuestro país el primer obligado a cumplir y hacer cumplir las leyes propone un pacto para hacer su chamba, pero con calmita porque primero se va a China y Australia, como si la información de lo de Iguala no hubiera llegado allá varias semanas antes, o como si los inversionistas prefirieran discursos que Estado de Derecho.

Empecemos una política de cero tolerancia. A toda infracción de la ley o reglamento. Sí, tanto del vándalo como del policía. Del político de cualquier partido. Del que se pase el alto y la que se estacione en doble fila. Del que roba poquito y del que roba mucho. Del trabajador que no entrega a tiempo y del patrón que no cumple lo establecido. Del que quema puertas de edificios públicos y del que las reconstruye con comisión. De ese modo la mayoría de la gente se cuidará más y entonces sí, “somos más los buenos”.

Por lo pronto no soy tan optimista.