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Calando al maestro

by | Oct 15, 2019


Muchos pasamos por esta etapa cuando éramos estudiantes. Algunos lo hacíamos a propósito, desde el primer día de clases.

Apenas entraba un nuevo maestro por la puerta, había que observarlo (u observarla u observarlx. No empiecen con detall@s). Si podíamos tener datos sobre él, de alumnos que ya habían estado en sus clases, nos empezábamos a hacer un perfil.

Y a partir de ahí, pues a empezar a calarlo. Pequeños murmullos de los que nos sentábamos hasta atrás. Y a ver si hay reacción. Luego ir subiendo la voz, poco a poco. Risas. A ver si hay reacción. Papelitos rolando por toda el área. El chismógrafo de mano en mano para ver a quién le gustaba quién. Y a ver si hay reacción.

Desde luego que había matices, pero en general los maestros se clasificaban en dos grupos. El primero era el de los que no decían nada, o solo esbozaban una pequeña queja. “Por favor guarden silencio”. Si a esa sugerencia no le agregaba nada, había perdido a buena parte del grupo: íbamos a hacer básicamente lo que quisiéramos. Pero había otro tipo de maestros: los que al primer sonido difuso que se escuchara, decían algo estilo “pues escuché un sonido al fondo del salón, por lo que todos que están por allá se salen de inmediato de mi clase”. Todavía esperando que fuera un exabrupto, los alumnos nos defendíamos. “Yo no fui, fue Teté”. “Pues se sale todo ese grupito y además Teté. Si no se salen de inmediato, me salgo yo y voy a la dirección”.

Y pues se nos quitaba la risa, nos salíamos del salón, y aprendíamos una lección. “Con el Profesor Estricto no puedes payasear. Para eso mejor espera a la clase de Pasguato. Ese no hace nada”.

Eso se repetía con cada maestro nuevo. Él tenía la autoridad formal en el salón, y había que evaluar si estaba dispuesto a usarla. En caso negativo, pues la clase iba a ser muy divertida. Pero los mismos que nos poníamos literalmente a cantar, a balancearnos en la silla, a hacer música con los pies, a jugar Maratón, a salir y a entrar del salón como si fuera un motel gallego (la frase es de un excelente maestro Estricto que tuve) y demás monerías en la clase de Pasguato de 9am a 10am, nos portábamos muy bien con Estricto de 10am a 11am. Porque con él no podías hablar. Porque con él no podías entrar si ya había empezado la clase. Porque para entrar a clases con él tenías que llevar el libro (y sabe Alá que yo no era precisamente de llevar útiles a la escuela). Al final esas clases eran mucho más estructuradas, con más disciplina, con alumnos más enfocados.

Al final, en retrospectiva de alguien que terminó sus estudios universitarios el milenio pasado, aprendí mucho más de los Estrictos que de los Pasguatos. Pero eso es otra historia. Mi punto aquí es que por naturaleza tratamos de ver cuáles son los límites reales con los que contamos. Desde bebés, aunque mejor de eso que platiquen los sicólogos.

Toda esta pequeña disertación es primero que nada porque tengo excelentes recuerdos de mis etapas estudiantiles. Pero segundo porque encuentro mucho paralelismo entre esa actitud y lo que estamos viendo en el país ahora.


Desde luego que no es nada nuevo. Estamos acostumbrados a plantones, bloqueos, destrozos en manifestaciones, ataques a la propiedad pública y privada, restricciones al libre tránsito. Muchos grupos de todos los colores lo han venido haciendo y en general la respuesta de los gobiernos federales, estatales y municipales ha sido muy mala.

Pero ahora es peor.

Don Ganso Necio ha repetido, y ha demostrado, que es como el maestro Pasguato. Se roban el dinero de las casetas mucho más que antes, y ya dijo él que si es con una causa justa no hay problema. Si secuestran autobuses con todo y conductores, se le regala plaza a los delincuentes. Que sí, delincuentes son aunque digan que mencionarlo es de “privilegiados”. Los taxistas bloquearon hace semanas y lo volverán a hacer hoy. Ellos dicen cuándo, por dónde, y cuánto tiempo. Ya les tocó una lana, y van por más. ¿Qué se acabó la guerra, que abrazos y no balazos, que hay que presumir que la policía ya no mata a sicarios? Pues servidos, entonces los sicarios matan a 14 policías.

Corruptos tan obvios como Manuel Bartlett pueden campear a sus anchas porque se asumen bajo el manto de impunidad de la 4T. Para ellos toca voltear a otro lado, mientras que para los enemigos del régimen toca congelamiento de cuentas y renuncias repentinas.

Lo que necesita México es un gobierno estricto con la aplicación de las leyes. Sí, a todos. Sí, también a los que hicieron delitos los sexenios pasados desde el sector público o privado. No me salgan con su dóndeestabascuando. No, aplicación de las leyes no significa asesinar activistas ni violar derechos humanos de presuntos delincuentes ni brincarse el debido proceso. No. De hecho por definición las leyes prohíben eso, por lo que su aplicación correcta no podría causar eso.

¿Qué vamos a obtener si en el país se puede bloquear cualquier vía de comunicación impunemente, si se puede incendiar edificios públicos impunemente, si se puede robar el dinero de las casetas de cuota impunemente, si se puede robar camiones impunemente, si se puede secuestrar choferes impunemente, si se puede vandalizar, pintar, romper, destruir impunemente? Por más que compartamos memes bonitos sobre que la responsabilidad empieza por cada uno, pues lo que vamos a obtener es que más personas lo hagan. Porque es más fácil como taxista pedirle al gobierno que te proteja de Uber que hacer cambios concretos para poder competirle mejor. Porque es más cómodo obtener plaza mediante el secuestro de personas que teniendo exámenes de evaluación. Por supuesto que siempre habrá gente que se ciña a las reglas a pesar de que sepa que la impunidad está casi garantizada. Pero desde la primaria sabemos que nos comportamos diferente según evaluemos a quien tenga la autoridad formal.

Y la autoridad formal ahora está demostrando que no está interesada en aplicar las leyes en un número muy grande de los casos.

Y muchos grupos están tomando nota. Y van a actuar en consecuencia. Si fue la CNTE quien se reunió con diputados, si fue la CNTE quien se reunió con senadores, si fue la CNTE la que se reunió con AMLO, y si lograron lo anterior vía métodos ilegales, ¿qué sentido tiene para un maestro quedarse en el SNTE? Si la no aplicación de la ley continúa, la CNTE seguirá creciendo y lo que hoy es un cáncer que afecta sobre todo a Chiapas, Oaxaca y Guerrero se irá extendiendo al resto del país. Y no hay ningún camino al progreso de un país si la CNTE controla la educación pública.

Los alumnos observábamos a los maestros. Y actuábamos en consecuencia. Hoy los mexicanos observan al presidente. Y están actuando en consecuencia.

Los resultados están a la vista.