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Pigmentonterías II: La hipocresía de los buenitos

by | Ago 20, 2019

Como platicamos la semana pasada, el color de piel no es el principal factor que da acceso a privilegios. No es tampoco el segundo ni el tercero ni el cuarto.

Pero los prejuicios por color de piel existen. Desde luego que no se puede negar. Y debemos hacer algo para contrarrestarlos. Darle herramientas a esos que por haber nacido en pobreza, en comunidades apartadas de las grandes ciudades, con rasgos indígenas y piel oscura están hoy de facto excluidos de las posibilidades de desarrollo. Es una gran deuda que tenemos como país.

“Qué bueno que los intelectuales progres de Polanco que andan en bicicleta y tienen el corazón vegano a la izquierda saquen el tema”, piensan muchos. Sobre todo entre ellos, que se retroalimentan en elogios. “Qué buenos somos. Pusimos el debate sobre la mesa”, piensan.

Yo pienso que son bastante hipócritas.

Vamos a ponernos en los zapatos de un niño o niña de piel morena, en condiciones de pobreza, de una comunidad rural, pequeña, de Chiapas o de Oaxaca o de Guerrero. Los amolados. A los que dejamos fuera. Piensen por favor en términos de ellos.

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan programas de televisión, usando dinero público, para burlarse de “los blanquitos del ITAM”? ¿Tiene algún sentido? ¿Dirán los habitantes de Chalchihuitán, uno de los municipios más pobres de Chiapas, “qué bueno que humillan a esos sangrones”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos se lancen contra los asistentes a la Fórmula 1 porque en promedio su tono de piel es más claro que el de la población en su conjunto? ¿Tiene alguna lógica? ¿Dirán los habitantes de San Simón Zahuatlán, uno de los municipios más pobres de Oaxaca, “qué bueno que se lancen contra esa carrera pigmentócrata de autos”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan una caricatura de Denise Dresser (también con dinero público, por cierto) donde la pongan como el arquetipo de la intelectual privilegiada? ¿Resuelve algo? ¿Dirán los habitantes de Cochoapa, uno de los municipios más pobres de Guerrero, “qué bueno que ridiculicen a las columnistas de piel clara”?

¿Les sirve a esa gente que Gibrán ataque a los güeritos en sus sesudas columnas mientras cobra más de un millón de pesos al año de recursos que provienen del IMSS? ¿Les sirve que brigadas de tuiteros por consigna estén buscando frases para “reportarlas” a la cuenta de #Whitexicans?

Por supuesto que no. Nada de eso sirve de verdad para ayudar a quien más lo necesita. Se pueden llenar los pulmones de satisfacción porque escribieron contra eventos donde perciben que la gente de piel clara asiste. Pero eso no ayuda en absoluto.

Pasemos entonces a otro punto. ¿Qué sí le sirve a los niños de esas comunidades apartadas, que no saben lo que es el ITAM ni les importa el color de piel de quienes van a la Fórmula 1?

LA EDUCACIÓN. Eso sí que les sirve. Porque con buena educación las probabilidades de salir de la pobreza se multiplican. No es desde luego lo único (salud y nutrición son factores muy importantes, entre otros más) pero por allí sí se encuentra parte importante de la solución.

Hoy, seamos honestos, si una empresa dice “voy a correr a 200 güeritos de puestos especializados porque tengo muchos de piel blanca y quiero emparejar”, y manda a su gente de Recursos Humanos a los municipios anteriormente mencionados a buscar expertos en finanzas, ingeniería, mercadotecnia, impuestos internacionales y biotecnología pues… se va a regresar con las manos vacías. Encontrará a personas que en su mayoría son incapaces de hacer operaciones aritméticas elementales, o de entender una frase de dos renglones.

Entonces el primer paso es aumentar de manera decidida la calidad de la educación. ¿Pero qué creen? Que por los rumbos mencionados quien manda es la CNTE. Ese obstáculo es mucho más relevante que la piel del que vaya a la Fórmula 1. Eso limita a la gente de ahí mucho más que la arrogancia de un estudiante de universidad privada. Eso incide directa y dolorosamente en el retraso que en esos municipios se experimenta.

Cuando AMLO anunció que MORENA iba a convertirse primero en movimiento y después en partido político, puso nominalmente al frente de la organización al ayer defenestrado Martí Batres. Martí dijo en uno de sus primeros discursos que a MORENA no iban a entrar lacras. Acto seguido, 80,000 integrantes de la CNTE se incorporaron a sus filas.

El chiste se contó solo.

Y la CNTE, ese cáncer de México, sigue perjudicando el futuro de los niños de las comunidades más pobres. Negándose a que aprendan inglés, negándose a que dominen el uso de tecnologías de la información. Cambiando los hechos por doctrinas. Cambiando su asistencia a clases por un ausentismo edulcorado con un “el maestro / luchando / también está enseñando”. Negándose a evaluaciones.

Imaginen de nuevo a los niños y niñas de esos municipios pobres. Pierden meses de clases cada año por lo plantones de sus maestros. Los programas de la SEP, que sin ser perfectos por lo menos están elaborados por expertos, son sustituidos por fotocopias de lo que al líder sindical se le ocurra. Ven a sus maestros quemando instituciones gubernamentales, tomando casetas, cerrando accesos a centros comerciales. Van viendo cómo se esfuma su oportunidad de acceder a la educación de calidad.

¿Y qué hacen esos buenitos intelectuales progres de Polanco, que votaron masivamente por AMLO, que cobran en organismos públicos o se han erigido en sus intelectuales orgánicos? ¿Los ven luchando decididamente contra la CNTE, evidenciando sus desmanes, criticando sus métodos, dando a conocer los resultados de todas las evaluaciones que ponen a los estados bajo su férula como los de peores resultados? ¿Los han leído contando los días sin clases, entrevistando a padres de familia que desesperados reclaman porque perciben que la pésima educación que recibieron ellos está siendo heredada a sus hijos, por un mal maestro que a su vez heredó la plaza? ¿Cuántos tuits llevan sobre eso? ¿Usan los espacios en medios en señalar el tema? ¿Exhiben a los malos maestros que tienen a los más pobres dentro de los pobres condenados a no poder romper la cadena de miseria?

No.

Los hipócritas buenitos están señalando a los estudiantes güeritos del ITAM.

Los hipócritas buenitos están señalando a los asistentes de la Fórmula 1.

Los hipócritas buenitos están ganando muchos likes en redes sociales, peleando contra algo que no ayuda en nada a quien ellos dicen querer ayudar.

Y así se irán, en bicicleta, a su siguiente comida en un restaurante vegano en la Condesa, pagando miles de pesos de cuenta mientras comen en platos de peltre y con vasos bacinicas para el vino.

Así se irán, felices de que ayudaron a los pobres de los estados del sur, una crítica a la Fórmula 1 a la vez.