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El regreso al pasado: Palabra de AMLO

El regreso al pasado: Palabra de AMLO

AMLO comentó la semana pasada que, de ganar MoReNa, sí habría un regreso al pasado. Como casi todas sus declaraciones, las reacciones a favor y en contra no se hicieron esperar.

Yo me puse a analizar la situación, y esto es lo que encontré:

El candidato del PRI al Estado de México es Alfredo del Mazo, hijo del exgobernador, nieto del exgobernador.

Enrique de la Madrid es secretario de estado, como lo fue su padre Miguel hace algunos ayeres. Hasta a presidente llegó.

Layda Sansores habrá cambiado de partido pero no de origen, y es hija del Negro Sansores aunque haga como si no.

El gobernador de Oaxaca es Alejandro Murat, hijo del exgobernador.

Roberto Madrazo y Fidel Herrera han podido seguir siendo emisarios del pasado vía sus hijos legisladores.

Sylvana Beltrones, orgullo del nepotismo de Manlio Fabio, es diputada.

En Veracruz, uno de los hijos de Yunes se enfila a seguir los pasos del papá en la gubernatura. En caso de que falle algo con ese hijo de Yunes, el otro candidato es otro hijo de Yunes.

Dentro de la batalla por la Honestidad Valiente, los hijos de AMLO han sido democráticamente seleccionados por la dirigencia nacional presidida por su papá para encabezar las redes de MoReNa en diferentes estados.

Manuel Clouthier quiere ser candidato a la presidencia, emulando al excandidato Manuel Clouthier.

Chiapas tiene de gobernador a Manuel Velasco, nieto del exgobernador del mismo nombre. Su antecesor es Juan Sabines, hijo del gobernador del mismo nombre.

La priista secretaria general del PRI es hija de un ex secretario general del PRI asesinado por priistas. Porque cuando hay hueso esas minucias sobran.

Mariana Moguel hace sus pininos en la CDMX a pesar de la ahumada reputación de su mamá, Rosario Robles.

La guerra contra el narco empezó por la petición de Lázaro Cárdenas, hijo de exgobernador, nieto de exgobernador y expresidente.

Pablito Gamboa es diputado federal, aunque le faltan décadas para acumular la experiencia y las mañas de Papá Emilio.

Total, nada más falta que Pau Peña sea designada como Ministra de la Prole o algo así.

Dos reflexiones me quedan:

1. ¿Con qué cara los hijos entran a la política, si sus padres y abuelos han tenido tan malos resultados? Bueno, ya sabemos que no tienen cara. El descaro es lo suyo.

2. No importa si AMLO gana o no en el 2018. Con esta política hereditaria mexicana, el deseo de AMLO está cumplido: vivimos y viviremos en el pasado.

En defensa de la representación proporcional (11.3.2015)

En defensa de la representación proporcional (11.3.2015)

En Defensa de la Representación Proporcional

Hablar bien de la idea de los plurinominales parece una locura. ¿A quién se le ocurre defender una institución que, dice la vox populi, no representa a nadie?

Pues a mí se me ocurre. Va:

Cerrando números, por el PRI-PVEM votó, en 2012, alrededor del 38% de los electores. Sin embargo, con ese 38% le alcanzó para ganar en el 60% de los distritos. Si no hubiera representación proporcional, el PRI-PVEM estaría a un puñado de votos para poder cambiar la Constitución, aunque la mayoría del PAN, PRD, MC y PT se opusiera. Esto, en mi opinión, sería injusto porque estos últimos partidos obtuvieron en su conjunto muchos más votos que PRI-PVEM.

Este 2015 es altamente probable que pase algo similar: que PRI-PVEM gane en más de la mitad de distritos (es pronóstico, no deseo) con menos de la mitad de los votos. Para presidente o gobernador entiendo que gane el que más votos tiene y ya. No podría estarnos gobernando ahora un Frankenstein que tuviera 38% de EPN, 32% de AMLO, su dosis de Josefina y su retazo de Quadri. Pero en el Congreso es diferente: la idea que creo que debe prevalecer es que el partido que tenga alrededor de N porcentaje de votos, tenga alrededor de ese mismo N porcentaje de legisladores. De esa manera se cubre realmente la voluntad popular.

Desde luego que se podrían hacer cambios de fondo. Se pueden eliminar 100 plurinominales. Se puede reducir el número de distritos. Igual puede haber 96 senadores y no 128.

Y más importante aún, se puede modificar quién llega a plurinominal. Actualmente es una lista propuesta por cada partido, y la verdad es que son vergonzosas. Curiosamente varios de los “famosos” a los que no les tocó pluri de entrada (Margarita Zavala, Marcelo Ebrard, René Bejarano) ya no se anotaron para hacer campaña por una diputación de mayoría. ¿Qué tal si para llenar los lugares que se le asigna a cada partido, en vez de a los palomeados, se ubique a los candidatos perdedores con mayor porcentaje de votos? Así terminaría en el Congreso pura gente que hizo campaña y que de su partido fue quien más votos directos obtuvo.

Otra opción sería hacer un sorteo por tómbola para que… mentira. Es broma. ¿A quién se le ocurriría eso? Por favor no me respondan.

En fin. Desde su origen, en tiempos del viejo Viejo PRI la representación proporcional ayudó a empatar los porcentajes de votación con la representación en las cámaras. Hoy, en tiempos del nuevo Viejo PRI (y su Verde patiño), la necesidad permanece. No tiene sentido permitir que tenga el 60% de los diputados un partido que gane el 40% de los votos. Por eso, aunque no sea popular, aunque sea políticamente incorrecto defender a la representación proporcional… ¡sí a los plurinominales!

P. D. Pasando las elecciones hacemos cuentas de votos, distritos, distritos ganados y composición final de las cámaras. Seguro la representación proporcional ayudará a evitar injustas sobrerrepresentaciones.

Schadenfreude Inverso (8.3.2016)

Schadenfreude Inverso (8.3.2016)

Schadenfreude Inverso
(O “esto se conmemora como se me hinchen los TRUMPiates”)

El término alemán “schadenfreude” alude a la alegría que se siente cuando a alguien le va mal. Por ejemplo, la alegría que le dio a muchos aficionados futboleros argentinos o uruguayos cuando Brasil perdió como local 1-7 contra Alemania en el último mundial. El equipo que ganó no era el de su país, pero no importa: el odioso rival fue humillado.

Todos hemos sentido alguna vez eso: cuando alguien en el trabajo que creemos que ha recibido un trato preferencial de repente es evaluado con justicia, cuando le va mal al villano que ataca al superhéroe en la película, cuando un grupo musical que no nos gusta saca un nuevo disco y es un fracaso. La situación en México no nos permite sentir eso por nuestros políticos porque suelen quedar impunes disfrutando de lo robado pero ese es otro tema.

En mi opinión hay algo de natural en ese sentimiento. Ya será cuestión de sicólogos enredar el asunto.

Lo que me llama mucho la atención, y es un fenómeno común en redes sociales, es eso mismo pero al revés. Dado que no sé cómo se llama, pues yo lo bautizo “schadenfreude inverso”. Si ese niñito italiano inventó la palabra “petaloso”, pues yo no me voy a quedar atrás con los neologismos.

¿Qué es el schadenfreude inverso? Es sentir coraje porque alguien celebra algo, y lo hace de un modo diferente al que nosotros creemos correcto. Y esa molestia la sienten algunos aunque quien celebre lo haga en su propia casa, con sus propios amigos, con su propia familia, o en sus propias redes sociales. Suena absurdo, ¿no? Pues desgraciadamente cada vez se está extendiendo más.

Cerca de navidad muchos leímos en los muros de amigos de Facebook, o en el TL de la gente que seguimos en Twitter, algo similar a “si te reúnes la noche del 24 de diciembre es porque estás celebrando el nacimiento de Jesucristo. Eso se celebra aquí y en China. Si no crees en eso, no celebres”. ¿Y por qué no habría alguien de juntarse la noche del 24 de diciembre con su familia o amigos a festejar algo diferente a ese acontecimiento? ¿Por qué el único motivo válido es el que algunas personas consideran correcto? ¿Por qué afirman que “aquí y en China” se celebra la navidad si en realidad en China esa fecha les pasa en general desapercibida, y alrededor del 70% de la gente en el planeta no cree que ese día haya nacido un dios? ¿Qué dolor les causa que un vecino se junte y en vez de rezar, saque la guitarra? ¿Por qué un musulmán, judío, ateo, satánico, taoísta, budista o pastafariano tiene, según los guardianes de lo que se debe hacer, una restricción de festejo esa noche? Es absurdo. Entiendo que si una familia quiere celebrar el 24 de diciembre yendo a misa, rezando, poniendo su nacimiento, leyendo el Nuevo Testamento y cantando villancicos en la comodidad de su casa lo debe poder hacer. Pero entiendo también que si alguien quiere juntarse esa fecha para celebrar cualquier otra cosa, también lo debiera poder hacer. Y sobre todo, nadie tendría por qué enojarse. Sin embargo todos conocemos a esas personas a las que no les gusta que el de la mesa de junto coma carne en vigilia. Como va en contra de la creencia personal de alguien, quieren imponer eso a los demás. Lo del festejo en navidad o el taco de suadero en cuaresma parece algo intrascendente. Pero muchos millones de personas a lo largo de la historia han sufrido desde una velada discriminación hasta crímenes de odio porque, por ejemplo, alguien opina que ser homosexual está mal. ¿Por qué un católico debiera enojarse de que alguien, en su propia casa, tenga una reunión en la que no se mencione en ningún momento la navidad? ¿Por qué un heterosexual debiera enojarse si una persona publica, en su propio MURO de Facebook, que está en una relación con alguien de su mismo género?

Podemos caricaturizar a esas personas como gente de extrema derecha. Y las mentes progres pueden hacer chistes, memes, demostraciones de que la fecha del 25 de diciembre fue pirateada hace alrededor de 1600 años sin ninguna base histórica ni bíblica, y algunas de esas mentes progres quedan contentas por ser “open minded” y no oscurantistas.

Bien.

Pero algunas de esas mismas mentes progres empezaron desde la semana pasada a decir que si a alguien se le ocurre festejar el 8 de marzo, o felicitar a alguien, entonces son o machos asesinos violadores cosificadores, o mujeres heterodicotómicoparentales falocráticas. ¿Qué (reclaman airados), no saben la historia de ese día? ¿No entienden la diferencia semántica entre “celebrar” y “conmemorar?”. Y sentencian categóricos que si alguien usa sus propias redes sociales para escribir la palabra “festejo” o “feliz”, o si una mujer se reúne con sus amigas a tomar un café y un pastel, pues está propagando el mal. ¿De verdad? ¿Si una mujer le dice a tres de sus amigas “saliendo del trabajo vamos a tomar algo por el Día de la Mujer”, significa que está a favor de que un hombre la viole? ¿Si comparte un mensaje en FACEBOOK que diga “feliz día a todas mis amigas”, quiere decir que le encanta que secuestren a niñas de 11 años para ser vendidas como mercancía? ¿Si usó un hashtag en Twitter estilo #FelizDíaDeLaMujer es porque se considera menos valiosa que su hermano? No sé, a veces se me ocurre que alguien podría tener derecho a pasar el Día de la Mujer de una manera distinta a la que l@s políticamentx correctes (uso ese lenguaje y lenguaja como burla, obviamente) nos dicen desde su enorme altura moral.

¿Por qué a alguien muy católico le molesta que otra persona se reúna con su familia la noche del 24 de diciembre a platicar de poesía? ¿Por qué a alguien muy feminista le molesta que una persona opine que el Día de la Mujer puede ser motivo para felicitar a sus amigas? Pues por ese schadenfreude inverso. Les molesta que algunas personas hagan cosas pacíficas que no dañan a terceros, porque esas cosas no son del modo o en el día que ellos opinan que es adecuado.

No deja de ser anecdótica la reacción de muchísimas personas al festejo que hace algunos días hicieron algunos mexicanos por el premio a DiCaprio. “No deben festejar porque él no es mexicano”, decían algunos, molestos. “Mejor que festejen a los niños triquis”, pontificaban otros. ¿Y por qué carajos, digo yo? Si les da gusto que gane DiCaprio y no dañan a terceros, ¿por qué les da coraje que se pongan contentos? ¿Por qué derramar bilis si les alegran cosas que a ti no? En ese mismo orden de ideas, ¿puede un mexicano sentirse contento por la gran noche de González Iñárritu, o debemos estar tristes porque en 2016 no hubo nominados de raza negra (ni de Zimbabwe ni de Mongolia ni de Ecuador ni de Groenlandia ni de mi familia, agregaría yo)?

Como siempre, los extremos se juntan. La extrema derecha y la extrema izquierda nos quieren venir a decir cómo debemos conmemorar cada día. Y dado que desde luego no les hacemos el menor caso, pues se enojan. A los primeros les molesta que una familia se reúna el 24 a cenar cosas ricas y convivir. ¿Cómo eso podría ser malo? A los segundos les molesta que una mujer ponga un meme deseando un buen día a sus amigas, y escribiendo unas palabras de aliento. ¿Cómo eso podría ser malo?

Al final, detrás de eso, hay una actitud muy similar a la que estamos viendo en las elecciones primarias de Estados Unidos. El tan atractivo (para muchos) modo de Trump. Un estilo de “conmigo o contra mí”. Se me ha ocurrido en homenaje a Donald que ese estilo debe ser conocido como “por mis TRUMPiates”.

De ese modo llegamos pláticas de este estilo:

– Voy a cenar con mi familia el 22 de diciembre de una manera laica
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Voy a cenar con mi familia el 26 de diciembre de una manera laica.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Voy a cenar con mi familia el 24 de diciembre de una manera laica.
– NO, NO PUEDES HACER ESO.
-¿Por qué no?
– POR MIS TRUMPIATES.

O, del otro extremo ideológico.

– Este 6 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Este 10 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Este 8 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.

– NO, NO PUEDES HACER ESO.
-¿Por qué?
– POR MIS TRUMPIATES.

Yo, ya lo saben los que me conocen, considero que las redes sociales se ponen muy aburridas, monótonas y predecibles en los días de conmemoración. Por eso nada más festejo el DADAF cada seis de junio. Espero que ni de la extrema derecha ni de la extrema izquierda me vengan a prohibir que yo festeje, conmemore o celebre el DADAF del modo que mejor me parezca, con el único límite de no afectar el derecho de los demás.

Un último consejo no pedido: si alguien quiere que más gente celebre la navidad de una manera religiosa tradicional, o si alguien quiere que más gente conozca el origen del Dïa Internacional de la Mujer, las actitudes extremas mochas o femirradicales no ayudan en absoluto a su causa. Unen más a quienes ya piensan como ustedes, pero alejan al resto.

Exacto, igual que Trump.

La Ingrata de la Bella y la Bestia

La Ingrata de la Bella y la Bestia

La Ingrata Bella y la Bestia

Algunos cines en Estados Unidos, sobre todo en las áreas que nos dieron a Trump, van a dejar de proyectar “La Bella y la Bestia” porque uno de los personajes es gay. Que la premisa de la cinta sea el bestialismo no tiene problema para ellos mientras sea animal macho y humana hembra. ¿Pero dos hombres? Eso jamás. En eso van en sintonía con los rusos, que quieren censurar la película por la misma razón.

A mí no me deja de sorprender ese “razonamiento”. Un niño de 10 años ha visto cientos, tal vez miles de parejas hetero en cine y televisión. ¿Por qué creer que si se le expone a un par de escenas va a cambiar? ¿De plano verán TAN fascinante la homosexualidad los mochos que quieren evitar el menor contacto, no vaya a ser que les guste? El resto de La Bella y la Bestia es hetero. ¿Es sensato asumir que los dos minutos “raros” pesarán más que todo lo demás? Aparte, para los niños que se empiezan a interesar por la sexualidad no debería haber duda: si en la película aparece Emma Watson y no se fijan en ella por distraerse con el personaje gay, creo que ya tenían definidos sus gustos desde antes.

Lo mismo pasa, creo, con la controversia causada por la canción “Ingrata”. Café Tacuba puede cantar o dejar de cantar lo que quiera. Pero ligar la violencia contra las mujeres a lo que dice una canción me parece absurdo.

¿Que las canciones de los tacubos son tan poderosas que modifican el comportamiento humano? Sencillo: que liguen siempre “Ingrata” con “Las Flores”. Porque si los tacubos te convencen de dispararle a una mujer, seguro te convencerán también de tratarlas bien, mirar a los ojos de la amada como si fueran los últimos de este país y regalarle un racimo de estrellas. Salvo que la NASA prohiba la canción por fomentar el robo de astros… Una de mis rolas favoritas de ellos es “Las Batallas”. Basada en el pequeño gran* libro de José Emilio Pacheco, narra como el pequeño Carlos se enamora de Mariana, la mamá de su mejor amigo. Y en general no detecto que tras el libro o la película o la canción haya habido protestas o intentos de censura.

Por mi avanzada edad me tocó escuchar literalmente miles de veces rolas como “Ingrata” y “Puto”, en conciertos, antros y en CD. Puedo decir que en los antros, con decenas de alcoholes involucrados, nunca me tocó ver que tras brincar cantando “Puto” (que esa rola sin brincarla no sabe) alguien se pusiera a buscar maricones para darles matarile. Tampoco he sabido de un feminicidio instigado por “Ingrata”. “Señor juez, yo crecí respetando a las mujeres y considerando al asesinato como algo negativo pero escuché esta rola y una cosa llevó a la otra y pus’ la maté”, dijo nunca nadie.

Y de repente pienso que las prioridades están algo volteadas. En mis redes sociales hubo mucho más gente defendiendo la erradicación de “Ingrata” (con argumentos bastante pobres, en mi opinión) que gente protestando por lo que dijo el eurodiputado polaco de que las mujeres merecen ganar menos dinero que los hombres porque son menos listas y más débiles.

Los dos lados del espectro ideológico a veces se juntan en el objetivo de censurar cualquier causa que consideren políticamente incorrecta, siendo la corrección desde luego lo que ellos opinan. Consideran a la gente como marionetas, que si escuchan “Ingrata” saldrán a disparar balazos a lo que parezca tener falda, y si ven “La Bella y la Bestia” querrán besar al compadre. Para una familia católica no debería ser complicado comentar con sus hijos lo que pasa en un par de escenas de una película de Disney, y una feminista puede entender que la violencia contra las mujeres (real, preocupante, vergonzante, lacerante) no es causada por una rola del milenio pasado. Tampoco fue “El Guardián en el Centeno” quien mató a John Lennon, y yo duermo tranquilo aunque mi esposa haya leído libros donde una mujer asesina a un hombre.

Las “familias tradicionales” pueden estar tranquilas. Nuestros hijos ven en tele y cine parejas heterosexuales versus homosexuales a razón de 1000 a 1. Las feministas a ultranza pueden estar tranquilas: la inmensa mayoría de la música** no contiene mensajes de violencia.

Ojalá las batallas que elijan ambos bandos pasen por respetar la libertad de expresión y la igualdad de los humanos ante la ley.

* Siempre es agradable escribir un oxímoron.
** Me podrán decir que el Komander y el resto de la música SAGARPA sí es mayoritariamente violenta, pero yo respondería que eso, eso no es música.

Ideota (4.3.2014)

Ideota (4.3.2014)

Ideota

En este país hay muchísimos proyectos productivos y de infraestructura con el potencial de generar centenares de miles de empleos y mucho crecimiento económico. Presas, aeropuertos, puertos, carreteras, parques industriales, desarrollos turísticos, clubes de golf, gasoductos, minas… La lista es amplísima. Y muchos de esos proyectos han sido parados por razones ecológicas. Muchas veces, detrás de la negativa de algunos grupos de activistas en realidad se esconden intereses políticos, de monopolios, de intentos de obtener dinero a cambio de que “el pueblo” permita la construcción. En México tenemos una gran necesidad de esos proyectos. Hay un lentísimo crecimiento económico, un déficit de empleos, infraestructura deficiente, pobreza. Urge que se realicen.

Los que tenemos oportunidad de conocer lugares como Orlando, en medio de la nada, somos testigos de que se pueden crear centenares de miles de empleos en una zona donde antes nada más había pantanos y cocodrilos. Desde luego que hay que hacer Estudios de Impacto Ambiental. Pero yo creo que el gobierno debe autorizar los proyectos con más probabilidad de generar empleos, riqueza, infraestructura, aunque para ello se tenga que construir tumbando árboles. El gobierno debería autorizar, digamos, que se destruyan 50,000 hectáreas de nuestros ecosistemas a cambio de trabajos, infraestructura, progreso. Así de directo. Hoy necesitamos más un millón de empleos extra que esas 50,000 hectáreas.

Antes de que los de Green Peace y los defensores de Usos y Costumbres me linchen, la propuesta no termina ahí. Sí, creo que se puede emplear 50,000 hectáreas en proyectos productivos aunque tengamos que tumbar árboles y bailar Jarabe Tapatío en las plantitas muertas. Pero a cambio de algo.

Se debería de poner un impuesto, derecho, tarifa, arancel o como le quieran llamar a las empresas que desarrollen los proyectos. Pienso por ejemplo en un cobro (adicional, desde luego, a los demás impuestos aplicables) de $10,000 mensuales por hectárea destruida. Ese dinero se deberá entregar el primer día de cada mes, sin posibilidad de exención. Se puede pedir a las empresas una fianza que garantice 5 o 6 años de ese cobro, para que si la empresa quiebra no se quede ese dinero sin cobrar.

¿Y qué hacemos con ese dinero? Se lo damos a los campesinos que sean dueños en conjunto de las 500,000 hectáreas menos productivas del país. No nos engañemos: en México, en general, los campesinos no realizan un buen trabajo en términos de productividad. Varios siguen recibiendo subsidios, ayudas, regímenes fiscales especiales, precios de garantía, PROCAMPO, OPORTUNIDADES, CRUZADA CONTRA EL HAMBRE y varias cosas más DESDE TIEMPOS DE SUS BISABUELOS, a los que Lázaro Cárdenas les dio las tierras. No le demos vuelta: un “negocio” que desde 1936 está funcionando, y no ha hecho más que perder dinero a lo largo de cuatro generaciones, NO es negocio. Gran parte de la culpa de ese fracaso es nuestra maldita manía de ensalzar los “usos y costumbres”, aunque sea más que obvio que no funcionan. ¿Y si mejor les pagamos a esos campesinos para que siembren árboles y los cuiden? Nos ahorramos mucho dinero en subsidios, nos ahorramos muchísima agua que hoy se desperdicia en regar campos que producirán muy, muy poco.

Entonces, la propuesta es en resumen: que un empresario que proponga un proyecto de, digamos, 10 hectáreas, meta dentro de sus flujos la consideración de que debe pagar $100,000 al mes. Ese dinero va para campesinos que convertirán 100 hectáreas de tierra de uso agrícola en nuevos bosques o selvas, según el ecosistema en el que se encuentren.

Los empresarios generan empleos, infraestructura y riqueza. Los campesinos reciben dinero directamente de la iniciativa privada para reforestar sus pésimamente administradas tierras. El ingreso de los campesinos se incrementa. Se pierden 50,000 hectáreas de árboles pero se recuperan 500,000. Y no nos engañemos, esas 500,000 hectáreas jamás producirían lo que las 50,000 que presenten, por su localización, la mayor posibilidad de generar riqueza.

Si un proyecto fracasa, se hace uso de la fianza para que los excampesinos, hoy reforestadores, sigan recibiendo los recursos. Se licita esa misma tierra a otra empresa, quien tendrá dentro de sus obligaciones, desde luego, el mismo pago mensual que la anterior o que las que sigan.

¿No valdría la pena que nuestras autoridades contemplen, aunque sea, esta idea o alguna variante similar?