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La Ingrata de la Bella y la Bestia

by | Mar 6, 2017

La Ingrata Bella y la Bestia

Algunos cines en Estados Unidos, sobre todo en las áreas que nos dieron a Trump, van a dejar de proyectar “La Bella y la Bestia” porque uno de los personajes es gay. Que la premisa de la cinta sea el bestialismo no tiene problema para ellos mientras sea animal macho y humana hembra. ¿Pero dos hombres? Eso jamás. En eso van en sintonía con los rusos, que quieren censurar la película por la misma razón.

A mí no me deja de sorprender ese “razonamiento”. Un niño de 10 años ha visto cientos, tal vez miles de parejas hetero en cine y televisión. ¿Por qué creer que si se le expone a un par de escenas va a cambiar? ¿De plano verán TAN fascinante la homosexualidad los mochos que quieren evitar el menor contacto, no vaya a ser que les guste? El resto de La Bella y la Bestia es hetero. ¿Es sensato asumir que los dos minutos “raros” pesarán más que todo lo demás? Aparte, para los niños que se empiezan a interesar por la sexualidad no debería haber duda: si en la película aparece Emma Watson y no se fijan en ella por distraerse con el personaje gay, creo que ya tenían definidos sus gustos desde antes.

Lo mismo pasa, creo, con la controversia causada por la canción “Ingrata”. Café Tacuba puede cantar o dejar de cantar lo que quiera. Pero ligar la violencia contra las mujeres a lo que dice una canción me parece absurdo.

¿Que las canciones de los tacubos son tan poderosas que modifican el comportamiento humano? Sencillo: que liguen siempre “Ingrata” con “Las Flores”. Porque si los tacubos te convencen de dispararle a una mujer, seguro te convencerán también de tratarlas bien, mirar a los ojos de la amada como si fueran los últimos de este país y regalarle un racimo de estrellas. Salvo que la NASA prohiba la canción por fomentar el robo de astros… Una de mis rolas favoritas de ellos es “Las Batallas”. Basada en el pequeño gran* libro de José Emilio Pacheco, narra como el pequeño Carlos se enamora de Mariana, la mamá de su mejor amigo. Y en general no detecto que tras el libro o la película o la canción haya habido protestas o intentos de censura.

Por mi avanzada edad me tocó escuchar literalmente miles de veces rolas como “Ingrata” y “Puto”, en conciertos, antros y en CD. Puedo decir que en los antros, con decenas de alcoholes involucrados, nunca me tocó ver que tras brincar cantando “Puto” (que esa rola sin brincarla no sabe) alguien se pusiera a buscar maricones para darles matarile. Tampoco he sabido de un feminicidio instigado por “Ingrata”. “Señor juez, yo crecí respetando a las mujeres y considerando al asesinato como algo negativo pero escuché esta rola y una cosa llevó a la otra y pus’ la maté”, dijo nunca nadie.

Y de repente pienso que las prioridades están algo volteadas. En mis redes sociales hubo mucho más gente defendiendo la erradicación de “Ingrata” (con argumentos bastante pobres, en mi opinión) que gente protestando por lo que dijo el eurodiputado polaco de que las mujeres merecen ganar menos dinero que los hombres porque son menos listas y más débiles.

Los dos lados del espectro ideológico a veces se juntan en el objetivo de censurar cualquier causa que consideren políticamente incorrecta, siendo la corrección desde luego lo que ellos opinan. Consideran a la gente como marionetas, que si escuchan “Ingrata” saldrán a disparar balazos a lo que parezca tener falda, y si ven “La Bella y la Bestia” querrán besar al compadre. Para una familia católica no debería ser complicado comentar con sus hijos lo que pasa en un par de escenas de una película de Disney, y una feminista puede entender que la violencia contra las mujeres (real, preocupante, vergonzante, lacerante) no es causada por una rola del milenio pasado. Tampoco fue “El Guardián en el Centeno” quien mató a John Lennon, y yo duermo tranquilo aunque mi esposa haya leído libros donde una mujer asesina a un hombre.

Las “familias tradicionales” pueden estar tranquilas. Nuestros hijos ven en tele y cine parejas heterosexuales versus homosexuales a razón de 1000 a 1. Las feministas a ultranza pueden estar tranquilas: la inmensa mayoría de la música** no contiene mensajes de violencia.

Ojalá las batallas que elijan ambos bandos pasen por respetar la libertad de expresión y la igualdad de los humanos ante la ley.

* Siempre es agradable escribir un oxímoron.
** Me podrán decir que el Komander y el resto de la música SAGARPA sí es mayoritariamente violenta, pero yo respondería que eso, eso no es música.