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Schadenfreude Inverso (8.3.2016)

by | Mar 8, 2017

Schadenfreude Inverso
(O “esto se conmemora como se me hinchen los TRUMPiates”)

El término alemán “schadenfreude” alude a la alegría que se siente cuando a alguien le va mal. Por ejemplo, la alegría que le dio a muchos aficionados futboleros argentinos o uruguayos cuando Brasil perdió como local 1-7 contra Alemania en el último mundial. El equipo que ganó no era el de su país, pero no importa: el odioso rival fue humillado.

Todos hemos sentido alguna vez eso: cuando alguien en el trabajo que creemos que ha recibido un trato preferencial de repente es evaluado con justicia, cuando le va mal al villano que ataca al superhéroe en la película, cuando un grupo musical que no nos gusta saca un nuevo disco y es un fracaso. La situación en México no nos permite sentir eso por nuestros políticos porque suelen quedar impunes disfrutando de lo robado pero ese es otro tema.

En mi opinión hay algo de natural en ese sentimiento. Ya será cuestión de sicólogos enredar el asunto.

Lo que me llama mucho la atención, y es un fenómeno común en redes sociales, es eso mismo pero al revés. Dado que no sé cómo se llama, pues yo lo bautizo “schadenfreude inverso”. Si ese niñito italiano inventó la palabra “petaloso”, pues yo no me voy a quedar atrás con los neologismos.

¿Qué es el schadenfreude inverso? Es sentir coraje porque alguien celebra algo, y lo hace de un modo diferente al que nosotros creemos correcto. Y esa molestia la sienten algunos aunque quien celebre lo haga en su propia casa, con sus propios amigos, con su propia familia, o en sus propias redes sociales. Suena absurdo, ¿no? Pues desgraciadamente cada vez se está extendiendo más.

Cerca de navidad muchos leímos en los muros de amigos de Facebook, o en el TL de la gente que seguimos en Twitter, algo similar a “si te reúnes la noche del 24 de diciembre es porque estás celebrando el nacimiento de Jesucristo. Eso se celebra aquí y en China. Si no crees en eso, no celebres”. ¿Y por qué no habría alguien de juntarse la noche del 24 de diciembre con su familia o amigos a festejar algo diferente a ese acontecimiento? ¿Por qué el único motivo válido es el que algunas personas consideran correcto? ¿Por qué afirman que “aquí y en China” se celebra la navidad si en realidad en China esa fecha les pasa en general desapercibida, y alrededor del 70% de la gente en el planeta no cree que ese día haya nacido un dios? ¿Qué dolor les causa que un vecino se junte y en vez de rezar, saque la guitarra? ¿Por qué un musulmán, judío, ateo, satánico, taoísta, budista o pastafariano tiene, según los guardianes de lo que se debe hacer, una restricción de festejo esa noche? Es absurdo. Entiendo que si una familia quiere celebrar el 24 de diciembre yendo a misa, rezando, poniendo su nacimiento, leyendo el Nuevo Testamento y cantando villancicos en la comodidad de su casa lo debe poder hacer. Pero entiendo también que si alguien quiere juntarse esa fecha para celebrar cualquier otra cosa, también lo debiera poder hacer. Y sobre todo, nadie tendría por qué enojarse. Sin embargo todos conocemos a esas personas a las que no les gusta que el de la mesa de junto coma carne en vigilia. Como va en contra de la creencia personal de alguien, quieren imponer eso a los demás. Lo del festejo en navidad o el taco de suadero en cuaresma parece algo intrascendente. Pero muchos millones de personas a lo largo de la historia han sufrido desde una velada discriminación hasta crímenes de odio porque, por ejemplo, alguien opina que ser homosexual está mal. ¿Por qué un católico debiera enojarse de que alguien, en su propia casa, tenga una reunión en la que no se mencione en ningún momento la navidad? ¿Por qué un heterosexual debiera enojarse si una persona publica, en su propio MURO de Facebook, que está en una relación con alguien de su mismo género?

Podemos caricaturizar a esas personas como gente de extrema derecha. Y las mentes progres pueden hacer chistes, memes, demostraciones de que la fecha del 25 de diciembre fue pirateada hace alrededor de 1600 años sin ninguna base histórica ni bíblica, y algunas de esas mentes progres quedan contentas por ser “open minded” y no oscurantistas.

Bien.

Pero algunas de esas mismas mentes progres empezaron desde la semana pasada a decir que si a alguien se le ocurre festejar el 8 de marzo, o felicitar a alguien, entonces son o machos asesinos violadores cosificadores, o mujeres heterodicotómicoparentales falocráticas. ¿Qué (reclaman airados), no saben la historia de ese día? ¿No entienden la diferencia semántica entre “celebrar” y “conmemorar?”. Y sentencian categóricos que si alguien usa sus propias redes sociales para escribir la palabra “festejo” o “feliz”, o si una mujer se reúne con sus amigas a tomar un café y un pastel, pues está propagando el mal. ¿De verdad? ¿Si una mujer le dice a tres de sus amigas “saliendo del trabajo vamos a tomar algo por el Día de la Mujer”, significa que está a favor de que un hombre la viole? ¿Si comparte un mensaje en FACEBOOK que diga “feliz día a todas mis amigas”, quiere decir que le encanta que secuestren a niñas de 11 años para ser vendidas como mercancía? ¿Si usó un hashtag en Twitter estilo #FelizDíaDeLaMujer es porque se considera menos valiosa que su hermano? No sé, a veces se me ocurre que alguien podría tener derecho a pasar el Día de la Mujer de una manera distinta a la que l@s políticamentx correctes (uso ese lenguaje y lenguaja como burla, obviamente) nos dicen desde su enorme altura moral.

¿Por qué a alguien muy católico le molesta que otra persona se reúna con su familia la noche del 24 de diciembre a platicar de poesía? ¿Por qué a alguien muy feminista le molesta que una persona opine que el Día de la Mujer puede ser motivo para felicitar a sus amigas? Pues por ese schadenfreude inverso. Les molesta que algunas personas hagan cosas pacíficas que no dañan a terceros, porque esas cosas no son del modo o en el día que ellos opinan que es adecuado.

No deja de ser anecdótica la reacción de muchísimas personas al festejo que hace algunos días hicieron algunos mexicanos por el premio a DiCaprio. “No deben festejar porque él no es mexicano”, decían algunos, molestos. “Mejor que festejen a los niños triquis”, pontificaban otros. ¿Y por qué carajos, digo yo? Si les da gusto que gane DiCaprio y no dañan a terceros, ¿por qué les da coraje que se pongan contentos? ¿Por qué derramar bilis si les alegran cosas que a ti no? En ese mismo orden de ideas, ¿puede un mexicano sentirse contento por la gran noche de González Iñárritu, o debemos estar tristes porque en 2016 no hubo nominados de raza negra (ni de Zimbabwe ni de Mongolia ni de Ecuador ni de Groenlandia ni de mi familia, agregaría yo)?

Como siempre, los extremos se juntan. La extrema derecha y la extrema izquierda nos quieren venir a decir cómo debemos conmemorar cada día. Y dado que desde luego no les hacemos el menor caso, pues se enojan. A los primeros les molesta que una familia se reúna el 24 a cenar cosas ricas y convivir. ¿Cómo eso podría ser malo? A los segundos les molesta que una mujer ponga un meme deseando un buen día a sus amigas, y escribiendo unas palabras de aliento. ¿Cómo eso podría ser malo?

Al final, detrás de eso, hay una actitud muy similar a la que estamos viendo en las elecciones primarias de Estados Unidos. El tan atractivo (para muchos) modo de Trump. Un estilo de “conmigo o contra mí”. Se me ha ocurrido en homenaje a Donald que ese estilo debe ser conocido como “por mis TRUMPiates”.

De ese modo llegamos pláticas de este estilo:

– Voy a cenar con mi familia el 22 de diciembre de una manera laica
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Voy a cenar con mi familia el 26 de diciembre de una manera laica.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Voy a cenar con mi familia el 24 de diciembre de una manera laica.
– NO, NO PUEDES HACER ESO.
-¿Por qué no?
– POR MIS TRUMPIATES.

O, del otro extremo ideológico.

– Este 6 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Este 10 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.
– Oye, qué bien.
– Gracias.

– Este 8 de marzo me reúno con mis amigas a tomar un café y platicar.

– NO, NO PUEDES HACER ESO.
-¿Por qué?
– POR MIS TRUMPIATES.

Yo, ya lo saben los que me conocen, considero que las redes sociales se ponen muy aburridas, monótonas y predecibles en los días de conmemoración. Por eso nada más festejo el DADAF cada seis de junio. Espero que ni de la extrema derecha ni de la extrema izquierda me vengan a prohibir que yo festeje, conmemore o celebre el DADAF del modo que mejor me parezca, con el único límite de no afectar el derecho de los demás.

Un último consejo no pedido: si alguien quiere que más gente celebre la navidad de una manera religiosa tradicional, o si alguien quiere que más gente conozca el origen del Dïa Internacional de la Mujer, las actitudes extremas mochas o femirradicales no ayudan en absoluto a su causa. Unen más a quienes ya piensan como ustedes, pero alejan al resto.

Exacto, igual que Trump.