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La costumbre de mentir (29.09.2012)

Entiendo que las personas tengan puntos de vista diferentes. Comprendo que un hecho puede tener diferentes causas, y que cada quién tiene derecho a suponer que la causa X tuvo más efecto que la causa Y. No tengo problema en debatir con quien crea que una Reforma Laboral que tienda a la flexibilidad afecta al país.

Pero lo que ya me está hartando es la costumbre que está tomando la autodenominada izquierda (englobando ahí a PRD, PT, MC, MoReNa, #YoSoy132, SME, etc.) de mentir abierta y descaradamente.

Hace un par de horas se suspendió la sesión de la Cámara de diputados porque diputados de PRD-PT-MC tomaron la tribuna. Muchas de las pancartas decían que estaban en contra de la Reforma porque incluía el pago por hora de $7.

Los señores diputados llevan 28 días con la iniciativa. ¿No leyeron que eso que dicen es falso, o lo saben y de todos modos inventan? Si una empresa contrata a alguien por 7 horas le debe pagar por lo menos un día de salario mínimo. Si lo contrata por 3 horas igual. Vaya, si a alguien lo contratan por una hora de todos modos le deben pagar el día completo. Insisto: acepto que digan que las jornadas por hora sean malas por la razón que se les ocurra. ¿Pero por qué inventar lo de los $7?

Me preocupa porque ya es una tendencia clara. Tal vez empezó hace 6 años, cuando en el Zócalo dijo AMLO que en sus encuestas de salida iba muy arriba y que habían desaparecido tres millones de votos del PREP. La encuestadora Covarrubias dijo que no era cierta la primera parte y los centenares de consultas de los represntantes de partidos de izquierda en la sección del PREP donde por acuerdo de todos los partidos se contabilizaban esas actas demostraron la falsedad de lo segundo. Pero cada vez se repiten más las mentiras: los 300,000,000,000 que se podían ahorrar en sueldos altos, los lápices del IFE que no pintaban, las miles de urnas robadas el día de la elección, el hacer un “PREP ciudadano” porque el otro tenía algoritmos, la desaparición de Aleph… todo eso lo están haciendo con el descarado propósito de generar ruido, y luego no reconocer la verdad. ¿Cuántos de nosotros leímos en FB que los lápices del IFE se borraban? Pero cuando 50 días después se recontaron votos y la marca seguía, ¿cuántos izquierdistas dijeron “nos equivocamos en el caso del lápiz. Sí sirve”?

Ya son demasiados ejemplos para pensar que es casualidad. Abusando de la buena fe de muchos de sus seguidores, líderes de izquierda están montando campañas de mentiras abiertas con la idea de “calumnia, que algo queda”.

Los diputados que hoy interrumpen una sesión mientras portan una cartulina con una mentira abierta ganan mucho dinero. Tienen el derecho a votar en contra. Tienen el derecho a denunciar las partes que no les gusten. Pero no creo que tengan el derecho de inventar cosas sobre una iniciativa que en teoría están obligados a leer y entender.

Pigmentonterías II: La hipocresía de los buenitos

Como platicamos la semana pasada, el color de piel no es el principal factor que da acceso a privilegios. No es tampoco el segundo ni el tercero ni el cuarto.

Pero los prejuicios por color de piel existen. Desde luego que no se puede negar. Y debemos hacer algo para contrarrestarlos. Darle herramientas a esos que por haber nacido en pobreza, en comunidades apartadas de las grandes ciudades, con rasgos indígenas y piel oscura están hoy de facto excluidos de las posibilidades de desarrollo. Es una gran deuda que tenemos como país.

“Qué bueno que los intelectuales progres de Polanco que andan en bicicleta y tienen el corazón vegano a la izquierda saquen el tema”, piensan muchos. Sobre todo entre ellos, que se retroalimentan en elogios. “Qué buenos somos. Pusimos el debate sobre la mesa”, piensan.

Yo pienso que son bastante hipócritas.

Vamos a ponernos en los zapatos de un niño o niña de piel morena, en condiciones de pobreza, de una comunidad rural, pequeña, de Chiapas o de Oaxaca o de Guerrero. Los amolados. A los que dejamos fuera. Piensen por favor en términos de ellos.

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan programas de televisión, usando dinero público, para burlarse de “los blanquitos del ITAM”? ¿Tiene algún sentido? ¿Dirán los habitantes de Chalchihuitán, uno de los municipios más pobres de Chiapas, “qué bueno que humillan a esos sangrones”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos se lancen contra los asistentes a la Fórmula 1 porque en promedio su tono de piel es más claro que el de la población en su conjunto? ¿Tiene alguna lógica? ¿Dirán los habitantes de San Simón Zahuatlán, uno de los municipios más pobres de Oaxaca, “qué bueno que se lancen contra esa carrera pigmentócrata de autos”?

¿Les sirve que los intelectuales buenitos hagan una caricatura de Denise Dresser (también con dinero público, por cierto) donde la pongan como el arquetipo de la intelectual privilegiada? ¿Resuelve algo? ¿Dirán los habitantes de Cochoapa, uno de los municipios más pobres de Guerrero, “qué bueno que ridiculicen a las columnistas de piel clara”?

¿Les sirve a esa gente que Gibrán ataque a los güeritos en sus sesudas columnas mientras cobra más de un millón de pesos al año de recursos que provienen del IMSS? ¿Les sirve que brigadas de tuiteros por consigna estén buscando frases para “reportarlas” a la cuenta de #Whitexicans?

Por supuesto que no. Nada de eso sirve de verdad para ayudar a quien más lo necesita. Se pueden llenar los pulmones de satisfacción porque escribieron contra eventos donde perciben que la gente de piel clara asiste. Pero eso no ayuda en absoluto.

Pasemos entonces a otro punto. ¿Qué sí le sirve a los niños de esas comunidades apartadas, que no saben lo que es el ITAM ni les importa el color de piel de quienes van a la Fórmula 1?

LA EDUCACIÓN. Eso sí que les sirve. Porque con buena educación las probabilidades de salir de la pobreza se multiplican. No es desde luego lo único (salud y nutrición son factores muy importantes, entre otros más) pero por allí sí se encuentra parte importante de la solución.

Hoy, seamos honestos, si una empresa dice “voy a correr a 200 güeritos de puestos especializados porque tengo muchos de piel blanca y quiero emparejar”, y manda a su gente de Recursos Humanos a los municipios anteriormente mencionados a buscar expertos en finanzas, ingeniería, mercadotecnia, impuestos internacionales y biotecnología pues… se va a regresar con las manos vacías. Encontrará a personas que en su mayoría son incapaces de hacer operaciones aritméticas elementales, o de entender una frase de dos renglones.

Entonces el primer paso es aumentar de manera decidida la calidad de la educación. ¿Pero qué creen? Que por los rumbos mencionados quien manda es la CNTE. Ese obstáculo es mucho más relevante que la piel del que vaya a la Fórmula 1. Eso limita a la gente de ahí mucho más que la arrogancia de un estudiante de universidad privada. Eso incide directa y dolorosamente en el retraso que en esos municipios se experimenta.

Cuando AMLO anunció que MORENA iba a convertirse primero en movimiento y después en partido político, puso nominalmente al frente de la organización al ayer defenestrado Martí Batres. Martí dijo en uno de sus primeros discursos que a MORENA no iban a entrar lacras. Acto seguido, 80,000 integrantes de la CNTE se incorporaron a sus filas.

El chiste se contó solo.

Y la CNTE, ese cáncer de México, sigue perjudicando el futuro de los niños de las comunidades más pobres. Negándose a que aprendan inglés, negándose a que dominen el uso de tecnologías de la información. Cambiando los hechos por doctrinas. Cambiando su asistencia a clases por un ausentismo edulcorado con un “el maestro / luchando / también está enseñando”. Negándose a evaluaciones.

Imaginen de nuevo a los niños y niñas de esos municipios pobres. Pierden meses de clases cada año por lo plantones de sus maestros. Los programas de la SEP, que sin ser perfectos por lo menos están elaborados por expertos, son sustituidos por fotocopias de lo que al líder sindical se le ocurra. Ven a sus maestros quemando instituciones gubernamentales, tomando casetas, cerrando accesos a centros comerciales. Van viendo cómo se esfuma su oportunidad de acceder a la educación de calidad.

¿Y qué hacen esos buenitos intelectuales progres de Polanco, que votaron masivamente por AMLO, que cobran en organismos públicos o se han erigido en sus intelectuales orgánicos? ¿Los ven luchando decididamente contra la CNTE, evidenciando sus desmanes, criticando sus métodos, dando a conocer los resultados de todas las evaluaciones que ponen a los estados bajo su férula como los de peores resultados? ¿Los han leído contando los días sin clases, entrevistando a padres de familia que desesperados reclaman porque perciben que la pésima educación que recibieron ellos está siendo heredada a sus hijos, por un mal maestro que a su vez heredó la plaza? ¿Cuántos tuits llevan sobre eso? ¿Usan los espacios en medios en señalar el tema? ¿Exhiben a los malos maestros que tienen a los más pobres dentro de los pobres condenados a no poder romper la cadena de miseria?

No.

Los hipócritas buenitos están señalando a los estudiantes güeritos del ITAM.

Los hipócritas buenitos están señalando a los asistentes de la Fórmula 1.

Los hipócritas buenitos están ganando muchos likes en redes sociales, peleando contra algo que no ayuda en nada a quien ellos dicen querer ayudar.

Y así se irán, en bicicleta, a su siguiente comida en un restaurante vegano en la Condesa, pagando miles de pesos de cuenta mientras comen en platos de peltre y con vasos bacinicas para el vino.

Así se irán, felices de que ayudaron a los pobres de los estados del sur, una crítica a la Fórmula 1 a la vez.

Pigmentonterías

Vamos a definir para efectos de estas líneas que un “privilegio” (el mal llamado privilegio) es un derecho al que no todos tienen acceso. Y vamos a definir para simplificar como “rico” al que gana $200,000 al mes y como pobre al que gana $3,800. Por último, “blanco” es una persona de piel clara y “moreno” el que no.

Bien.

Imaginen a dos niños. Uno es blanco y rico. El otro es moreno y pobre. ¿De verdad creen que el blanco rico tiene privilegios que el moreno pobre no? ¿En serio creen que tiene más fácil el acceso a la salud, a educación de calidad, que tiene acceso a comidas más nutritivas? ¿Honestamente creen que el blanco rico está en ventaja sobre el moreno pobre?

Pues sí. Claro que lo creen. ¿Cómo no iban a creerlo? Es obvio, tiene sentido, tenemos toneladas de estudios al respecto, conocemos casos particulares, nos sabemos cientos de anécdotas. Nadie en su sano juicio lo pone en duda.

Pero en ese caso, ¿el problema es la pigmentocracia, el racismo, la discriminación? Yo creo que no. Para demostrarlo, vamos a enunciar de nuevo lo anterior cambiando una variable.

Imaginen a dos niños. Uno es blanco pobre. El otro es moreno rico. ¿Quién tiene acceso a las mejores escuelas, a los pediatras más reconocidos? ¿Quién va con su papá a Dallas a ver el partido de la NFL? ¿El moreno rico o el blanco pobre?

Pues la respuesta es obvia. El moreno rico es el que tiene acceso a todos esos privilegios. El blanco pobre no los tiene. Dinero mata pielecita.

Entonces pues el principal factor para tener privilegios en México es tener el dinero para poder acceder a ellos. Y en caso de no tener el dinero, pues nacer en el lugar adecuado (una ciudad vs. el campo).

Entonces no, señores buenaonditas. En un país en el que los derechos son bellísimos enunciados en nuestras leyes pero que la clase gobernante no ha sido capaz de proporcionar (y por clase gobernante me refiero a MoReNa, al PRI, al PAN, al PRD, al Verde y al membrete que me digan), el acceso a los privilegios de verdad, a los importantes, no está asociado al color de piel. Recuerden al moreno rico vs. el blanco pobre.

El Camp Santa Úrsula se hizo famoso hace un mes porque ahí asistió una nieta de Carlos Slim y el hijo menor de AMLO. Un campamento que cobra muchas docenas de miles de pesos a la semana es, sin duda, lo que los progres llaman “un privilegio”.

¿Qué probabilidad hay de que a ese campamento llegue un señor blanco pobre y diga “quiero inscribir a mi hijo que es blanco como noruego sin pagar dinero”, y que le digan que sí? Acertaron. La probabilidad es cero. No va a pasar. No tendrá acceso a ese privilegio.

¿Qué sí te puede dar tu lugar en ese campamento, aparte del cochino dinero? Pues que seas muy famoso, de modo que los que lo dirigen puedan decir “aquí viene la hija del famosísimo señor _______”. Tal vez juzguen que eso les daría más “caché”, publicidad gratis, interés de otros papás. También pueden darle lugar gratis al hijo de una familia con poder político, porque desgraciadamente en este país llevarse bien con el gobernante en turno es bastante redituable en muchos aspectos. Entonces puedes entrar al campamento por tener dinero, o por ser hijo de alguien particularmente famoso, o por ser  hijo de una autoridad con la que convenga llevarse bien.

Dinero, fama, poder. Eso sí te da varios privilegios de ese estilo. ¿Un blanco pobre tiene acceso a eso? No me hagan reír por favor.

Pasemos entonces a la Fórmula 1, de donde empezó todo el tema de la pigmentocracia. ¿En serio alguien cree que a la hora de vender boletos en línea hay un filtro por color de piel? ¿ERROR 404 CLIENTE MORENITO LLÉVESE SU DINERO A OTRO LADO? Por supuesto que no. Los organizadores de la Fórmula 1 pondrán precios, y no le harán gestos a quien pague basados en el color de su piel. Pregúntenle a los organizadores qué prefieren, vender todos los boletos y que las tribunas estén llenos de morenitos, o vender solo el 3% de los boletos pero eso sí, que cada aficionado parezca de Dinamarca. Ahí es donde su plática de la pigmentocracia se vuelve pigmentontería.

Entonces, señores, la Fórmula 1 no es una pigmentocracia. Es un evento deportivo caro que paga el que puede y no paga el que no.

Podemos ampliar mucho más el tema. Como comenté arriba, un blanco pobre en un pueblo perdido en Guerrero tiene menos privilegios que un moreno pobre en CDMX. Incluso siendo ambos pobres, vivir en un entorno urbano otorga muchísimos privilegios que los entornos rurales en México no dan.  Localización mata pielecita aunque sí, dinero mata todo.

Tomando en cuenta todo lo anterior, ¿estoy diciendo que no hay, digamos, miniprivilegios que los blancos tienen sobre los morenos? Claro que no. Por supuesto que sí los hay. Imaginemos los rondines que está haciendo la Guardia Nacional en algunas estaciones de Metro, que incluyen la revisión de pertenencias de usuarios. ¿Tiene la misma oportunidad de que ser revisado un blanco que un moreno? Sabemos que no. Es probable que al Brayan (perdón, que al moreno) lo revisen cinco o seis veces por cada una que le toque a un blanco. Esa discriminación, así como muchas otras que permean nuestra cultura, nuestro lenguaje, nuestra manera de relacionarnos, es real. Contra ellos debemos de luchar, para poner un piso en realidad parejo. Porque el rico blanco la tiene más fácil que el rico moreno. El pobre blanco urbano la tiene más fácil que el pobre moreno urbano.

Porque si Palacio de Hierro va a contratar a una demostradora de cosméticos y tiene dos candidatas, iguales en cada tema de preparación y experiencia, pero una es morena chaparrita y otra blanca alta, la blanca es mucho más probable que obtenga el trabajo. Por su color de piel.

Pero no se dejen confundir. La variable principal es el dinero, no el color de piel.  

Si tienen duda, pueden preguntarle a un moreno pobre qué prefiere. Si ser rico o tener la piel blanca.

Todos sabemos qué van a responder.

Ahora varios están difundiendo un estudio de OXFAM que en mi opinión desmiente completamente su narrativa. Tiene varios datos, el primero de ellos es que 1 de cada 3 personas blancas nace en un hogar que está dentro del 25% más rico de México.

Ahí es donde con leerle tantito vemos el error básico que cometen los que hablan del “privilegio blanco” como un fenómeno universal, todopoderoso, sin matices. Que uno de cada tres blancos nazca en hogares ricos significa que dos de cada tres blancos no. Es un 33% contra 67%. Por eso ese 67% de blancos no ricos se queja de que un grupo les diga que son extremadamente privilegiados. ¿De dónde, se preguntan ellos? Sí, tal vez en la pastorela de la colonia agarren a la más güerita para ser la Virgen y a la morenita la rebajen a pastorcita. Esa discriminación, insisto, claro que existe y suele beneficiar al de piel más clara. Pero si vives en la misma pobreza en la misma colonia con tus hijos asistiendo a la misma escuela desvencijada y padeciendo el mismo mal servicio en el mismo Centro de Salud, que te digan que eres privilegiado porque a tu hija la nominaron para virgencita de la pastorela como que parece más burla que crítica con sustento social. Por eso ese 67% de blancos nacidos en hogares sin tantos recursos bromean “oigan, ¿a dónde paso por mi cheque de Privilegiado Blanco porque trabajo 12 horas al día y no llego a la quincena ni de casualidad”.

En México es más fácil tener un mejor sueldo si se es blanco que si se es moreno. Está medido. Comentaré sobre eso otro día, porque para variar los buenaonditas progres están equivocando garrafalmente la mira en su manera de tratar el tema.

Pero por lo pronto hasta aquí llego porque aunque soy blanco, sospecho que mis jefes no me darán el privilegio de pasármela escribiendo después de que termine mi tiempo de comida.

La licuadora con buen rostro

Quiero empezar estas líneas platicando en términos generales cómo se hace el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Primero se aprueba tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores la Ley de Ingresos. Ahí viene básicamente lo que nos van a cobrar de impuestos y similares. Con eso se sabe más o menos cuánto va a recaudar el gobierno federal para el año siguiente.


Y ya con eso el presidente propone cómo se va a gastar ese dinero, considerando que hay compromisos ya establecidos (la mayor parte del presupuesto) y una cierta flexibilidad para que el presidente proponga en qué gastar. Si se le quita a la partida A para darle a la partida B.

Una vez que el presidente completa su idea de PEF, se lo envía únicamente a los diputados. Aquí los senadores no juegan, por eso es “presupuesto de egresos” y no “ley de egresos”. Entonces los diputados lo reciben, los del partido en el poder dicen que qué bonito, los de oposición dicen que qué barbaridad, todos tratan de jalar agua para su molino, generalmente le dan unos retoques y al final de todo ese proceso que es público, los diputados aprueban el presupuesto. El encargado de ejecutar ese presupuesto es el presidente.

Entonces al final el presupuesto es un instrumento avalado por los diputados que dice que de los $1000 que se van a recaudar, a la partida A le tocan $400, a la B le tocan $300, a la C le tocan $200 y a la D le tocan $100.

Bien.

Ahora vamos a platicar del caso Veracruz.

En Veracruz durante el sexenio de Javier Duarte se llevó a la práctica un sistema que se conoció como La Licuadora. ¿En qué consistía? Que llegaban partidas presupuestales para diferentes fines (A, B, C, D, etc.) pero por obra y gracia de Javidú, todas las partidas se iban a dos cuentas concentradoras, llamadas licuadoras. Ahí se revolvían todos los recursos: los que llegaban de la federación, los que correspondían al impuesto al hospedaje, los que correspondían al impuesto a la nómina, los que iban para la Universidad Veracruzana… todo caía al final en las licuadoras. Y a partir de ahí el que más chillaba más recibía. El que podía hacer presión conseguía un dinero que por ley le correspondía. El amigo, el compadre, el contratista favorito recibía rápido el dinero de la licuadora. El que no pues… lástima. Al final de la fila.

No importaba si el dinero con el que se pagaba, digamos, un apoyo a los campesinos venía del fondo de pensiones de la UV. No importaba si el dinero que venía etiquetado para fomentar el turismo se usaba en pagar sueldos de asesores de Comunicación Social. No. El presupuesto terminaba dinamitado porque el dinero que estaba pensado para A se terminaba usando para B. La manera grotesca de hacerlo era vía la licuadora.

Suena horrible que ese tipo de cosas se permitieran, ¿no? Javier Duarte empezó a hacer eso desde el sexenio de Calderón, con cierta inhibición y total impunidad. Pero llegó EPN y fue “agárrense que llevo prisa”. Había favores que pagar, y el nivel de desvíos de Duarte una vez que entró EPN se salió de toda proporción.


No se debe permitir que un presupuesto que viene etiquetado sea gastado discrecionalmente, según el nivel de amistad, de capacidad de presión o de compromiso que se tenga con respecto al gobernante. No importa si simpatizas o no con el gobernante, eso no es sano.

Solo que en México sí se va a permitir. A nivel federal.

Con lo que aprobaron hace unos días los senadores, regresamos a la época de las licuadoras pero ahora legalizadas y con Buenrostro (perdón, buen rostro).

¿Recuerdan que quedamos que los diputados aprobaban que para A había $400, para B $300 y así sucesivamente? Pues hora el presidente podrá gastar solo $200 en A y $100 en B. Y podrá decir que son ahorros. No importa si para lograrlo AMLO deja de cumplir con obligaciones que además fueron sus compromisos de campaña que además él solicitó en el PEF que además los diputados le aprobaron, por ejemplo las Estancias Infantiles. Simplemente no les da dinero y ya. El toque mágico de un memorándum y PUM, miles de millones de pesos “ahorrados”. Dejad que el dinero se acerque a mí.

Los efectos perniciosos de esto ya están a la vista, porque la realidad es que antes de que los senadores lo aprobaran, esto ya se está aplicando.

Como primer ejemplo pongo el caso del IMER. Tenía un presupuesto asignado, por lo que nunca debió estar en duda su continuidad. De repente llega el memo de AMLO y queda al borde del cierre. El dinero que les tocaba ya estaba en la Licuadora Buenrostro listo para otros fines pero de repente la presión es mucha y hay que dar marcha atrás. Jenaro Villamil la hace de mecenas, AMLO magnánimo dice “hágase”, y el dinero les regresa. Dinero que era para ellos porque así estaba aprobado. El ganso quitó. El ganso regresó. ¿Y qué escriben los señores del IMER en su cuenta de Twitter? “Gracias al apoyo de la SEP, SHCP, AMLO, Jesús Cuevas y Jenaro Villamil ya tenemos nuevamente dinero”. ¿Síndrome de Estocolmo, alguien? Tenías dinero autorizado. Ellos te lo quitaron. Lloraste y te lo regresaron. ¿Y le das las gracias por eso? Nótese que no agradecieron ni a su audiencia que levantó la voz ni a los que pagan los impuestos. No. Gracias totales en primerísimo lugar a los dueños del pandero.

Y desde luego que este tipo de ejemplos cunde. ¿Qué dijo ayer Ana Guevara? Que en agosto se va a quedar sin dinero (qué raro si ya no hay corrupción). Ya dejen ustedes lo patético que es que alguien se entere en julio que para fin de mes ya se acabó el presupuesto del año. Vamos a dejarle pasar eso. ¿Qué fue lo que declaró? Que va a tener que ir con AMLO y con Urzúa a pedir más dinero. Otra vez, AMLO le quita a la CONADE parte de lo presupuestado, y si Anita lo quiere de regreso pues tendrá que correr tras los que manejan la nueva licuadora.

¿Se dan cuenta del incentivo tan perverso que aprobaron los senadores? El presidente puede recortar a placer lo que guste. Con eso se hace de cientos de miles de millones de pesos. Y luego los gasta vía un decreto. ¿Qué podría salir mal?

Y la cosa se pone peor. Porque habrá gente que hoy confíe en AMLO y esto le parezca bien, pero ni las personas ni los partidos son eternos. ¿Imaginan los ganseguidores a esta ley en manos de un presidente que les caiga mal?

Lo que están haciendo ahora a nivel federal es legalizar las prácticas de Javier Duarte en cuanto a manejo de presupuesto. Ya va a dar igual lo que los diputados aprueben a finales de este año. AMLO decide en 2020 en dónde se deja de gastar, el dinero entonces sobra, y a repartir discrecionalmente como él considere que esté bien. Premia al gobernador que quiere y castiga al que no. Le da dinero al superdelegado del estado donde son oposición y las elecciones se acercan. Multiplica por 10 el presupuesto de Probeis. Programa el 100% de ese gasto solo en el municipio de Macuspana. Lo que quiera, de buena o mala fe. Con un decreto. Sin ningún contrapeso.

Javier Duarte ha de haber pensado con el tema de la licuadora que era un genio. AMLO llegó y le dijo “quítate, novato” y lo rebasó por la derecha.

La Atorrante Niña Sueca

Muchos se saben una linda historia: hay una adolescente sueca llamada Greta Thunberg. Ella encabeza un llamado urgente por salvar al planeta del cambio climático que nos llevará a la extinción en 20 años, hace huelgas escolares los viernes para generar conciencia de que no tiene caso ir a la escuela si el mundo se va a acabar, y pide que se ponga un alto inmediato a toda emisión de contaminantes. Es candidata al Premio Nobel de la Paz, da Ted Talks, la reciben los del FMI y en el Foro Económico Mundial de Davos.
¿Cómo no quererla?


Bueno. Pues para ella va dedicada esta pequeña pieza llamada La Atorrante Niña Sueca.


Los biólogos evolutivos han tratado de explicar la razón por la que la humanidad cae tan fácil en pánico. Con tantito que hagamos memoria o le preguntemos a Google encontramos docenas de ejemplos (fallidos todos) de eventos apocalípticos.
Dejemos ahora de lado los mitos religiosos que nos recuerdan que en breve vendrán a juzgar a vivos y muertos y vayamos a temas terrenales.


Desde Malthus que dijo que la población iba a crecer más que la generación de alimentos, entonces iba a haber hambruna, pasando por muchos ejemplos más, hay gente que levanta voz de alarma con pretensiones apocalípticas. Esa parte “apocalíptica” es importante porque no admite matices.


Los que teníamos la edad de la Sueca Atorrante durante la Guerra Fría, con Estados Unidos y la URSS sentados en arsenales nucleares para destruir el planeta cien veces, y donde todos los países eran campo de batalla caliente o fría, tal vez pasamos por la misma idea. “Hay una amenaza enorme”. ¿Nos hubiera servido dejar de ir a la escuela los viernes? Digo, yo lo hubiera disfrutado mucho. Pero si hubiéramos hecho eso, lo único que habríamos logrado sería tener el 80% de nuestra instrucción.
Lo mismo pasa ahora. Si la Niña Sueca Atorrante quisiera de verdad aportar, estudiaría e invitaría a estudiar a sus contemporáneos los temas que sí pueden ayudar: cómo biodegradar plástico, cómo elaborar baterías más baratas más duraderas, cómo aumentar la eficiencia de los páneles solares, de los ventiladores eóticos (o evitar que estos ventiladores le roben el aire a los indígenas), cómo hacer aviones más ligeros con turbinas más eficientes, cómo incrementar el transporte eléctrico, cómo convertir plantas de carbón a plantas de gas, cómo reforestar mejor…
Pero ella no está haciendo nada de eso.
¿Saben quiénes sí? Las empresas que ella desprecia. Las universidades a las que ella quiere que su generación llegue menos preparada. Los gobiernos que ella dice que son omisos.


¿Ustedes han escuchado de una gran empresa, o de una cámara industrial, o de las autoridades de su ciudad, región o país, que están tomando medidas sobre temas ambientales?


Claro que si. Cada aspecto de los arriba mencionados se está haciendo. Hoy un avión es más eficiente que hace 40 años. Sus turbinas queman mucho menos combustible por kilómetro. Y hay un plan al 2020 donde las aerolíneas se comprometen a que todo el crecimiento a partir de ese año será neutral a carbono. Es decir, si en 2025 una aerolínea transporta 20% más pasajeros y tiene 10% más aviones, de todos modos su consumo total de carbono será el mismo que en 2020.


Los autos van por un camino similar. Las gasolinas cada vez son más limpias. Los plásticos de un solo uso están siendo restringidos. Los que tenemos hijos en edad escolar sabemos que en las escuelas les inculcan el tema.


Pero el apocalipsis siempre vende. No, Niña Atorrante. El planeta no se va a acabar en 20 años. El crecimiento de la población  mundial no está en absoluto fuera de control y más bien tiene tasas decrecientes de crecimiento y se va a estabilizar. Tus pronósticos no se van a cumplir y espero que tus medidas no se vayan a implementar.


Pensemos en transporte público en tres ciudades medias de México, elegidas tal vez  no al azar: Tuxtla Gutiérrez, San Luis Potosí y Veracruz.


¿Qué reduciría de tajo las emisiones de vehículos automotores? Tal vez poner en cada una de esas ciudades unas 60 rutas de tranvía eléctrico. Eso estaría sensacional. Yeeeeeeei.


Solo que tal vez cueste USD5,000,000,000 por ciudad. Y ninguna de ellas tiene ese dinero.
Entonces, NSA, no. No alcanza para las decisiones tajantes. Suenan bien lindas. Pero pues no. La alternativa es hacerlo gradual. Descuida, en 2039, a 20 años de hoy, el mundo seguirá.


De fondo lo que esta niña plantea es el fin del sistema liberal de mercado. Ella pide un alto absoluto a las actividades productivas. Pues NSA, con eso matas de hambre a muchos millones de personas. Y los principales afectados serían los pobres de los países pobres. Esos a los que tú quieres apoyar sin entender las consecuencias.


¿Es suficiente lo que está haciendo hoy el mundo para reducir el Cambio Climático, sin detener las actividades productivas que nos dan de comer? Esa es una discusión que hay que tener. Armados de datos y de realidades. En mi opinión sí, pero entiendo que haya quien pida que la eficiencia kilómetros por litro de los autos deba avanzar más rápido, o que se necesitan más estímulos fiscales a energía renovable. Todos, además, debemos aportar desde nuestro ámbito personal y familiar para ayudar a reducir nuestra huella en el planeta, y no viene al caso mencionar lo que por mi parte hago, que si se agrega a lo que ustedes hacen pues empieza a sumar.


No es que el efecto humano sobre el medio ambiente sea un mito. Pero los efectos apocalípticos a 20 años desde luego que lo son. E ignorar lo que se está haciendo no ayuda. Y dejar de ir a la escuela porque el mundo se va a acabar es una gran irresponsabilidad. No se justifica ni con Guerra Fría ni con Planeta Caliente. Al contrario.


Hoy hay millones de personas anónimas estudiando, ideando, creando, probando, financiando y desarrollando las herramientas verdes que necesitamos para mañana. Esas personas son los que merecen los reflectores. Esas personas están haciendo cosas. Esas personas entienden el reto y las restricciones. Vamos a hacer famosas a esas personas.


No  a una Niña Sueca Atorrante.