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Apoyemos a las empresas locales (¿o no?) [18.09.2014]

APOYEMOS A LAS EMPRESAS LOCALES (¿o no?)

Vivo desde hace un mes en un pueblo suizo de 15,000 habitantes. En Veracruz o Chiapas no entraría a una lista de los más poblados.

Sin embargo en mi pueblito la gente parece vivir bien. No se aprecia pobreza y hay muchísimas fuentes de trabajo bien remuneradas.

Por todo lo que he leído del pensamiento tradicional de los nacionalpopulistas, eso seguro se debe a dos cosas: ha de haber un salario mínimo muy alto porque ni modo que los malévolos capitalistas paguen bien al trabajador.

Sin embargo no se necesita escarbar mucho en el tema: en Suiza no hay salario mínimo alto. Tampoco mediano. Es que no hay salario mínimo. Entonces parece que no es por ahí el tema.

¿Cuál es entonces el secreto? Pues que en mi pueblito se fomenta el consumo de productos locales. Eso de la globalización es un truco en el que caen los países bananeros. Los gringos convencerán al gobierno mexicano de sus ideas locas, pero los suizos son mucha pieza como para caer en la trampa.

En mi pueblito, quedamos, solo se fomenta el consumo de cosas locales. El peluquero, el granjero, la de la panadería… ahí están las fuentes de trabajo, no en empresas inhumanas que vienen de afuera y quieren llevarse la riqueza.

Por eso en mi pueblo todos los empleos son creados por microempresas locales. Aunque.. bueno. A decir verdad también hay empresas suizas grandes que generan empleo aquí. UBS, Credit Suisse, Migros o COOP contribuyen con algo. Pero al final es la fórmula ganadora: empresas locales y algunas empresas más grandes, pero del mismo país. Si no, ¿pues cómo?

Por eso en mi pueblo todos los empleos son creados por empresas locales y nacionales. Aunque… no estoy contando toda la historia. Aqui entre nos, sí hay alguna empresa de los países vecinos. Alemania está muy cerca, tal vez eso explique que Allianz tenga en mi pueblo su sede suiza. Siemens también tiene instalaciones acá. Pero es porque son vecinos y Espacio Shengen. Pero al final es la fórmula ganadora: empresas locales y algunas empresas más grandes del mismo país y tal vez alguna extranjera, pero de países vecinos. ¿O qué, siguen con sus dogmas neoliberales?

Por eso en mi pueblo todos los empleos son creados por empresas locales, nacionales y de países vecinos. No obstante… esperen un poco. No. No es cierto. Acá uno de los principales generadores de empleo es Microsoft. Otro es Cannon, otro más es British Telecom. Ricoh, Cisco Systems… en realidad en este pueblito no preguntan mucho por el origen de la fuente de empleo. Parece, háganme el favor, que nada más se preocupan por facilitar la inversión privada, sea local, distrital, cantonal, nacional, europea, mundial o selenita. Qué tontos.

En mi pueblo se vigila que se cumplan las leyes. Hay estado de derecho, se cumplen los contratos. Los derechos de propiedad se respetan. Y las empresas multinacionales llegan y prosperan, al igual que las nacionales. Y eso ayuda mucho más a la empresa local que un proteccionismo absurdo.

Pero seguro el nacionalpopulismo paternalista mexicano es mejor. ¿Qué saben los suizos de calidad de vida si aquí ni conocen el pozole?

No culpen al termómetro

No culpen al termómetro

Los que tenemos hijos hemos pasado por esto centenares de veces: si notamos algo raro con nuestros hijos, los tocamos para ver si tienen fiebre. En caso de que los sintamos calientes, acudimos al termómetro para saber la magnitud del problema (aunque creo que estarán de acuerdo conmigo en que a veces desde que los tocas ya sabes que las noticias no van a ser buenas).

El termómetro entonces nos ayuda a saber la magnitud de la fiebre. Ya si el número es 37.5, 38 o 39 (no hablemos de extremos mayores que no queremos recordar) entonces tendremos pauta de qué hacer: las dosis, el baño, la eventual ida a la farmacia a resurtir el botiquín, despertar al pediatra, prepararse para la noche en vela. Lo que sea necesario.

Odiamos que nuestros hijos tengan fiebre. Pero al mismo tiempo sabemos que aunque hay que controlarla, en realidad nos está avisando de algo más. Casi nos tranquiliza, si nuestros hijos tienen fiebre, que los veamos moquear o estornudar, que tosan como fumadores, o que estén mal de la panza. En muchos casos ya nos sabemos el caminito, nos concentramos en exterminar al bicho (englobemos virus y bacterias aquí), y ya sabemos que como consecuencia, la temperatura del niño volverá a estar alrededor de la tranquilizadora marca de 36.8.

Lo que a ojos de un no experto podría parecer lo mismo (la medición de la temperatura, controlar la fiebre, atacar al bicho) en realidad son tres procesos distintos. La medición de la temperatura nunca es la culpable de nada. Si el niño tiene 38 o 39 grados lo único que el termómetro hace es informarlo. No lo culpemos aunque nos dé malas noticias. La culpa no es de él, y si lo pudiéramos reemplazar por otro aparato, al final nos llevará al mismo destino. Porque la fiebre está ahí.

En cuanto a la propia fiebre, es una manifestación de algo más. Claro, de repente a nuestros hijos les da una fiebre que parece llegada de la nada, que no presenta síntomas, y que se va tan rápido como llegó. La fiebre nos desespera como padres. Las caritas vivarachas de nuestros hijos cambian a rostros demacrados, con ojeras, temblando. Odiamos a la fiebre. Pero pues tampoco es su culpa. La fiebre es una manifestación del cuerpo, digamos por simplificar que es un mecanismo de defensa contra el bicho que ataca el cuerpo.

Entonces no es culpa ni del termómetro (que nada más mide), ni de la fiebre (que nos está avisando que por ahí hay un bicho).

En cuanto a los bichos, pues siempre andan rondando. Le pedimos a nuestros hijos que se laven las manos y los dientes. El antibacterial ocupa sitio de honor en el bolso de millones de madres. Si el hijo es más pequeño, las toallitas húmedas son casi omnipresentes hasta para limpiar el carrito del supermercado en donde nuestros hijos se sientan. Sin embargo, los bichos siguen. No podemos eliminarlos del todo. Incluso había un comercial de jabones que decía que eliminaba al 99% de las bacterias. Eso deja un número importante aún rondando.

Lo que nos toca entonces como padres de familia es limitar la exposición de nuestros hijos a los bichos, y en caso de que se dé, tomar medidas lo más rápido posibles para controlar la invasión de los bichos cuando aún no han cundido por todo el cuerpo.

Porque cuando los bichos ya se esparcieron por todos lados por la omisión colectiva de los padres y de la sociedad en su conjunto, entonces la enfermedad es inevitable. Y sería absurdo culpar al bicho por hacer lo que los bichos hacen. Y más absurdo molestarse por la fiebre que nos está avisando del problema. Y el extremo de lo ridículo sería estar indignado por la existencia de los termómetros que no hacen nada más que ponerle número a un síntoma.

 

Pues bien, amable lectora. Pues bien, amable lector. Este es mi análisis de la elección de Estados Unidos, y mi valoración de los sistemas democráticos.

 

No corro, no grito, no empujo (7.11.2012)

El día que cumplí 21 años hubo en la mañana un temblor de más de 7 grados en la Ciudad de México.

El día que me titulé hubo en la mañana un temblor de más de 7 grados en la Ciudad de México.

Hoy cumple 6 años mi hijo mayor y hubo en la mañana un temblor de más de 7 grados en la Ciudad de México.

Si en el futuro saben que estoy festejando algo, es de mañana y viven en la Ciudad de México, recuerden: no corran, no griten, no empujen y no estén en pisos altos. Y mujeres, recuerden lo que les decían sus mamás: ropa interior bonita por si hay una emergencia.

¿A quién perjudican las huelgas estudiantiles? (3.11.2014)

¿A quién perjudican las huelgas estudiantiles?

Un recurso muy común entre los estudiantes de educación pública superior en México es ponerse en huelga por motivos que van en el rango de lo razonable a lo utópico.

El recurso de la huelga es un derecho que originalmente estaba pensado para los trabajadores. La capacidad de presión que éstos tienen es elevada: si los pilotos de una aerolínea se ponen en huelga, los dueños tienen todo el incentivo para llegar a una solución porque tener a sus aviones en tierra les cuesta mucho dinero.

Dejemos de lado si en tiempos de competencia y globalización es conveniente estallar huelgas en empresas privadas , pues el riesgo de que la empresa tenga que cerrar es alto y ahí tenemos un excelente ejemplo de perder-perder-perder: los empleados su trabajo, los dueños su inversión y los consumidores una opción. La huelga es un derecho inalienable y ya.

En el tema de los empleados de los diferentes órganos de gobierno hay una enorme diferencia: si hay, por poner un ejemplo completamente hipotético, una suspensión de labores de los huevones de la Sección 22 del SNTE en Oaxaca (qué curioso: quise escribir “maestros” pero el autocorrector lo cambió a “huevones”) entonces el patrón, sea la SEP o el gobierno de Oaxaca, no pierden dinero. Es más, si se pone uno de malpensado, les conviene. ¿Alguno de ustedes recuerda cuando el gobernador de Oaxaca y el titular de la SEP dijeron “oigan, fíjense que van dos meses sin clases, al estar cerradas las escuelas obviamente no estamos teniendo muchos gastos operativos, vamos a regresar la lana sobrante”? Yo tampoco.

Huelga decir (era irresistible usar la palabra en otra acepción) que en los sindicatos públicos ni siquiera se molestan en cumplir con las formalidades de una huelga. Nada más no van a trabajar y ya.

Pero vayamos a ese otro tipo de huelga: la estudiantil. Vamos a suponer que la protesta de los alumnos es fundada, sensata y atendible. Y vamos a suponer que por torpeza y corrupción los directivos de las universidades o institutos poli(queyanoson)técnicos no ceden a las demandas y se suspenden las clases como presión. ¿Quién gana, quién pierde?

Yo pienso (hoy ando de presumido) que la educación privada es clara ganadora. La imagen de planteles cerrados no suele ser muy favorable a los ojos de padres de familia ni de reclutadores de Recursos Humanos. Dentro de los pliegos petitorios nunca he leído que los estudiantes pidan exámenes más difíciles ni mayor número de reprobados, y casi siempre aparecen temas como “pase directo”, “no restricción de número de semestres cursados” y otros que francamente parecen diseñados para fósiles en desarrollo. En la mayoría de los casos, quien puede pagar educación privada lo hace y se deja de problemas. Eso ha traído una sobrepoblación de escuelas patito, pero igual ahí sus dueños se benefician pues mucha gente prefiere menos calidad pero la oportunidad de ir a clases sin sobresaltos.

El gobierno no pierde con las huelgas estudiantiles. En realidad cada hora de clases perdida es una buena noticia para el gobierno en turno. Gente menos educada es gente más propensa a terminar dependiendo del estado. El gobierno teme más a 5,000 ingenieros bien preparados, con buenos ingresos y espíritu rebelde que a 5,000 estudiantes que cierran su plantel, con los que se puede negociar más fácil pues en realidad no están afectando con el cierre de su escuela al gobierno en turno.

¿Quién pierde? Yo pienso (sigo) que pierden los estudiantes. Si una materia estaba programada para impartirse en 50 horas, no hay manera de recibirla en 25 y aprender lo mismo. Más allá de lo académico, muchas de las características que importan en el campo laboral (puntualidad, orden, cumplimiento de objetivos en tiempo y forma, trabajo en equipo, orientación a resultados, comunicación oral y escrita) se obtienen más fácilmente adentro del salón de clases que en el patio de la escuela, con los salones cerrados con candados.

No se trata de formar borregos. No se trata de no protestar, de no rebelarse, de no luchar contra las injusticias. Mi opinión es que los estudiantes debieran reflexionar: muy probablemente se darán cuenta que ellos son los principales perdedores cuando no hay clases. En mis tiempos había decenas de maneras de protestar que no incluían suspender clases. Con las redes sociales, los celulares y medios alternativos de comunicación hoy hay centenares. Usen sus asambleas para desarrollarlas, y por favor hagan lo que más teme el sistema: quédense en los salones, aprendan, y cambien las cosas para que podamos, más allá de partidos políticos, cambiar del régimen cleptocrático actual a algo más justo para todos.

La eficiencia energética y los niños. (2.11.2010)

Las estadísticas a favor del cambio de horario son abrumadoras. Conviene aplicar el horario de verano, y al regresar al de invierno no debe cambiar tanto nuestra hora de despertarnos.

Con todos esos datos públicos disponibles, ¿por qué mis hijos llevan una hora despiertos?

En fin, veremos quién gana la Copa Pistón por milésima vez. Tal vez Güido cambie rápido las llantas del Rayo…