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¿A quién perjudican las huelgas estudiantiles? (3.11.2014)

by | Nov 3, 2016

¿A quién perjudican las huelgas estudiantiles?

Un recurso muy común entre los estudiantes de educación pública superior en México es ponerse en huelga por motivos que van en el rango de lo razonable a lo utópico.

El recurso de la huelga es un derecho que originalmente estaba pensado para los trabajadores. La capacidad de presión que éstos tienen es elevada: si los pilotos de una aerolínea se ponen en huelga, los dueños tienen todo el incentivo para llegar a una solución porque tener a sus aviones en tierra les cuesta mucho dinero.

Dejemos de lado si en tiempos de competencia y globalización es conveniente estallar huelgas en empresas privadas , pues el riesgo de que la empresa tenga que cerrar es alto y ahí tenemos un excelente ejemplo de perder-perder-perder: los empleados su trabajo, los dueños su inversión y los consumidores una opción. La huelga es un derecho inalienable y ya.

En el tema de los empleados de los diferentes órganos de gobierno hay una enorme diferencia: si hay, por poner un ejemplo completamente hipotético, una suspensión de labores de los huevones de la Sección 22 del SNTE en Oaxaca (qué curioso: quise escribir “maestros” pero el autocorrector lo cambió a “huevones”) entonces el patrón, sea la SEP o el gobierno de Oaxaca, no pierden dinero. Es más, si se pone uno de malpensado, les conviene. ¿Alguno de ustedes recuerda cuando el gobernador de Oaxaca y el titular de la SEP dijeron “oigan, fíjense que van dos meses sin clases, al estar cerradas las escuelas obviamente no estamos teniendo muchos gastos operativos, vamos a regresar la lana sobrante”? Yo tampoco.

Huelga decir (era irresistible usar la palabra en otra acepción) que en los sindicatos públicos ni siquiera se molestan en cumplir con las formalidades de una huelga. Nada más no van a trabajar y ya.

Pero vayamos a ese otro tipo de huelga: la estudiantil. Vamos a suponer que la protesta de los alumnos es fundada, sensata y atendible. Y vamos a suponer que por torpeza y corrupción los directivos de las universidades o institutos poli(queyanoson)técnicos no ceden a las demandas y se suspenden las clases como presión. ¿Quién gana, quién pierde?

Yo pienso (hoy ando de presumido) que la educación privada es clara ganadora. La imagen de planteles cerrados no suele ser muy favorable a los ojos de padres de familia ni de reclutadores de Recursos Humanos. Dentro de los pliegos petitorios nunca he leído que los estudiantes pidan exámenes más difíciles ni mayor número de reprobados, y casi siempre aparecen temas como “pase directo”, “no restricción de número de semestres cursados” y otros que francamente parecen diseñados para fósiles en desarrollo. En la mayoría de los casos, quien puede pagar educación privada lo hace y se deja de problemas. Eso ha traído una sobrepoblación de escuelas patito, pero igual ahí sus dueños se benefician pues mucha gente prefiere menos calidad pero la oportunidad de ir a clases sin sobresaltos.

El gobierno no pierde con las huelgas estudiantiles. En realidad cada hora de clases perdida es una buena noticia para el gobierno en turno. Gente menos educada es gente más propensa a terminar dependiendo del estado. El gobierno teme más a 5,000 ingenieros bien preparados, con buenos ingresos y espíritu rebelde que a 5,000 estudiantes que cierran su plantel, con los que se puede negociar más fácil pues en realidad no están afectando con el cierre de su escuela al gobierno en turno.

¿Quién pierde? Yo pienso (sigo) que pierden los estudiantes. Si una materia estaba programada para impartirse en 50 horas, no hay manera de recibirla en 25 y aprender lo mismo. Más allá de lo académico, muchas de las características que importan en el campo laboral (puntualidad, orden, cumplimiento de objetivos en tiempo y forma, trabajo en equipo, orientación a resultados, comunicación oral y escrita) se obtienen más fácilmente adentro del salón de clases que en el patio de la escuela, con los salones cerrados con candados.

No se trata de formar borregos. No se trata de no protestar, de no rebelarse, de no luchar contra las injusticias. Mi opinión es que los estudiantes debieran reflexionar: muy probablemente se darán cuenta que ellos son los principales perdedores cuando no hay clases. En mis tiempos había decenas de maneras de protestar que no incluían suspender clases. Con las redes sociales, los celulares y medios alternativos de comunicación hoy hay centenares. Usen sus asambleas para desarrollarlas, y por favor hagan lo que más teme el sistema: quédense en los salones, aprendan, y cambien las cosas para que podamos, más allá de partidos políticos, cambiar del régimen cleptocrático actual a algo más justo para todos.