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La Green Card del SonOfABitch (23.2.2015)

by | Feb 23, 2017

La historia es más o menos del dominio público, salvo que hayas visto ayer los Premios Lo Nuestro: Sean Penn, al leer que Alejandro González Iñárritu iba a recibir el Óscar a Mejor Película, bromea diciendo “¿Quién le dio la Green Card a este hijo de perra?”. El Negro va por su tercer estatuilla, da un discurso sonriente donde le da su llegue a EPN (¡gracias, Maestro!) y se toma al final de la ceremonia fotos con mucha gente, entre ellos Sean Penn.

Le preguntan al Negro por el chiste y responde que le dio risa, y que el hecho no podría serle menos trascendente (“I couldn’t care less”). Son amigos desde hace años, así se llevan, y el mexicano le hace chistes igual de pesados a Sean.

El que se ríe se lleva, y el que se lleva se aguanta. Sean y Alejandro son amigos, se hacen bromas pesadas y sanseacabó, ¿verdad?

Pues no.

La rama de la filosofía epistemológica en gnoseología etrusca, conocida familiarmente como El Tren Del Mame hizo su aparición.

“Racista”, “imperialista”, “le echa en cara su privilegio blanco”, y como el tren no tiene escalas, “le arruinó el mejor día de su vida”, “puso en riesgo la totalidad de la ceremonia de los Premios de la Academia”… creo que el Tratado de Guadalupe Hidalgo no hubiera traído tal cascada de indignación.

¿No nos reímos de la muerte? ¿No somos llevados? ¿No usamos estereotipos para referirnos a los gringos? ¿Nos podemos reír, pero si se ríen no nos aguantamos?

Lastimosa la reacción de las Buenas Conciencias, de la cofradía (parafraseando a Monsi) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, de los progres siempre en busca de agravios y de los que si no están indignados se sienten mal. Aparentemente la broma de un actor a un director es causal de los atropellos de Arpaio, de la pérdida de Texas, de las desgracias de los indocumentados y del efecto invernadero.

Los chistes son chistes. Si el destinatario de una broma no se siente ofendido, ¿por qué los demás sí? Me pueden decir que la broma no fue privada. Pero el chiste no fue abierto. No fue sobre “los mexicanos”. Fue sobre Alejandro González Iñárritu. Específica e inequívocamente se refirió a él.

Sean Penn no tiene, ni de cerca, un historial con casos de racismo o de fobias a latinoamericanos. De hecho, opino, se pasa de cariñoso con Fidel y Raúl Castro, y con Chávez y Maduro. Hace más de diez años, en “21 Grams”, él estuvo a las órdenes de la víctima de su broma. Alejandro González Iñárritu no es de piel sensible y el tema le dio risa. ¿Podrían los impulsores del Tren Del Mame bajarle unas rayitas a su indignación y guardarla para causas sensatas?