Pedir la renuncia de EPN es muy grave
A partir de que Lázaro Cárdenas terminó su sexenio en el muy lejano 1940, hemos visto desfilar sin excepción a presidentes que cumplen su ciclo. Muy pocos países pueden decir algo similar. Pero así ha sido en México: Ni Golpes de Estado ni asonadas ni infartos fulminantes. Y, desde luego, sin renuncias.
Desde los sucesos de Iguala, más específicamente desde que se fue imponiendo la narrativa del “Fue el Estado”, voces particularmente interesadas en vengar sus rencores (y que están en busca de mártires reales o ficticios desde el 1 de diciembre de 2012) retomaron un grito de batalla que ya lleva ocho años y dos presidentes: Fuera EPN.
No hace falta ser Sherlock Holmes para ver que la línea que va de Abarca-Guerreros Unidos hasta Los Pinos es demasiado difusa, si no es que inexistente. Hay muchas cosas en el país de las que el PRI y EPN son culpables. Desde luego que contribuyeron a crear las condiciones para los hechos violentos, tanto el CISEN como la PGR dependen del presidente y el manejo de crisis hizo CRUNCH (lo mismo que le pasó a CRUNCH).
Pero yo creo que esas fallas, por sí solas o en conjunto, no dan para pedir la renuncia de EPN . Ya cada vez le queda más claro a la mayoría que las protestas de la última semana no guardan relación alguna con los 43 (salvo que boicotear El Buen Fin o extorsionar a automovilistas en las autopistas tengan una arcana relación con la salud de los normalistas).
Igual que sucedió en el sexenio de Calderón, a las muy justificables críticas por los muy garrafales errores cometidos por su gobierno se le mezclaron inventos, exageraciones, falsos trascendidos y viles calumnias. A falta de mejor nombre, a los que encabezaban vía redes sociales esas protestas les llamé “epigmenios” (ocurrente que es uno).
Pues en medio del huracán de la indignación nacional por Ayotzinapa, aderezada por la muy poco inteligente decisión de EPN de ir a las antípodas justo en el momento en el que los mexicanos piden un freno a la inseguridad y los inversionistas extranjeros claman por seguridad jurídica y no por discursos, salió otro ingrediente más: El reportaje de la llamada Casa Blanca de EPN (y Señora, no nos vayan a decir “machos”).
¿Qué fue lo primero que gritaron los epigmenios? “Renuncia EPN”. Wow. Ninguna novedad. Por todo quieren que se vaya el Presidente Constitucional. ¿Ya que se callen, no?
Pues no. Dentro de tanto ruido, de repente parece emerger el orden. Un clarísimo ejemplo de tráfico de influencias, que una explicación del vocero de la presidencia sólo empeoró. ¿De verdad, es todo lo que tenían?
Regresa EPN tras una semana de viaje (¡la de selfies que se ha de haber tomado con el estilista de su esposa!) y da una conferencia de prensa para decir… que ahí con calmita luego el vocero nos irá contando más.
Yo en lo personal no necesito más explicaciones. Con las combinaciones que le pongan al asunto sigue siendo un muy obvio, muy documentado, muy descarado y muy lujoso caso de corrupción que involucra al presidente.
Los que me leyeron la semana pasada tal vez recuerden que escribí que no hay salida a la crisis en México que no pase por Estado de Derecho. “Cero Tolerancia”, propuse. Pues acá hay un excelente punto de arranque: la salida de EPN. De ahí puede empezar la cascada de legalidad que México necesita.
¿Y si EPN regresa la casa o la dona a la Beneficencia Pública? No es suficiente. Si alguien roba y lo exhiben, no basta un “usted disculpe, tenga su cartera”. ¿Puede la renuncia de EPN causar inestabilidad en la Bolsa, depreciación del peso, que algunas inversiones se detengan? Seguro. No importa. Ya soportamos devaluaciones estratosféricas con gobiernos del PRI, y hay muchos elementos para decir que sería una crisis temporal y que pocas cosas ayudan más a una economía que la certidumbre de la aplicación de las leyes.
EPN prometió guardar y hacer guardar las leyes. Su figura tendría que ser un referente ético. Da coraje pensar que tal vez acuñó su “la corrupción es cultural” desde la alberca climatizada de su residencia. Hacerle un juicio político por este tema sería muy difícil, más difícil aún pensar que alguna instancia federal podría llevar una investigación seria. Si alguna dependencia del Estado de México o el Distrito Federal armaran una investigación, el fuero blindaría a EPN.
Ha llegado el momento de limpiar las escaleras de arriba hacia abajo. El único que puede empezar el proceso es quien está en el escalón de hasta arriba. Espero (aunque no lo creo) que EPN anuncie en breve que presenta licencia indefinida al cargo de Presidente de la República.