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Cuatro viñetas cuatro (28.7.2015)

by | Jul 28, 2017

Cuatro Viñetas Cuatro

En el consultorio del nutriólogo:

– Juanita, has subido tres kilos desde la última cita, y recuerda que tu objetivo es entrar en tu vestido de novia.

– Pues sí, doctora. Pero yo he hecho todo bien. He seguido la dieta estrictamente y he hecho la rutina de ejercicios que usted me puso. Hubo un día en que no tenía báscula para pesar los alimentos entonces tal vez me excedí un poco en las porciones y todavía no he comprado otra. Y los miércoles no voy a correr porque me quedo cuidando a mi tía. Pero como me llevo muy bien con mi tía pues a veces estoy con ella otros días y tampoco puedo hacer ejercicio pero qué le vamos a hacer. Bueno, y un día en vez de apio comí tamales. Pero he pedido Coca Light, incluso en la tortería en la que estuve ayer. En fin, que no es mi culpa si subo de peso. ¿Está segura que la báscula está bien? ¿No podemos mover mi objetivo de pesar 60 kilos y ponerlo en 75? Igual y al vestido se le pueda sacar algo todavía. Por cierto, están sabrosos los dulcecitos que tiene en la sala de espera. ¿No tiene más?

En la sala de la casa:

– Mi amor, ya llevas cuatro meses juntando para la colegiatura de Jorgito. A un ritmo de $2,500 mensuales ya debes de tener los $10,000 juntos, ¿verdad?

– Claro que sí, querida. He seguido fielmente tus indicaciones para ahorrar dinero. Mira, he dejado de comprar cervezas, excepto cuando hay futbol. Y bueno, en las últimas semanas tuvimos Copa América, Copa de Oro y Panamericanos, y ni modo de no invitarle unas frías al compadre. Pero por lo demás sí he sido disciplinado, comprando mi abono para el metro. Aunque el otro día hacía mucho calor, entonces me fui en taxi. Pero nada más esa vez. Porque la otra vez que usé taxi fue cuando hacía viento, pero era para no despeinarme. Ah, y cuando llovió. Qué bueno que pasó el taxi por donde yo andaba comprando mi funda de celular del Barcelona, ¿a poco no está chido? También me ha ayudado que me mandes la comida hecha para no gastar tanto en la oficina. De repente tal vez me coma una torta de tamal pero eso es todo. Y cuando me da hambre y voy al OXXO. Y el otro día que le hicimos la despedida a Raquelito. Bueno, y el pastel que entre todos le compramos al Lic. En fin, que en realidad tengo $500 pesos en la bolsa y no $10,000. Pero eso sí, mira: limpios de polvo y paja. ¿De verdad es tan cara la escuela? ¿No podemos mandar a Jorgito a una de la CNTE? De todos modos es medio burro. Así nos ahorramos los $500, y con eso te llevo a comer al TOKS.

En la Secretaría de Desarrollo Social:

– Mi meta era disminuir la pobreza, y mi programa estrella se llama Cruzada contra el Hambre. Mi presupuesto no es pequeño y además me ha ayudado que los paisanos manden muchas remesas. Sin embargo el CONEVAL dice que la pobreza por ingreso aumentó en casi dos millones de personas, y que la pobreza alimentaria también subió. Pero yo creo que mejor saco otros datos, porque el CONEVAL es autónomo e independiente y no me pregunta cómo deben salir los números y pues así no. En realidad los datos son buenos, porque el decil 10 está compuesto por diez percentiles, al igual que el decil 1. Esa igualdad en percentiles entre los deciles muestra que en realidad mi trabajo es fenomenal y los pobres no han de salir de su asombro por lo bien que lo hago. Ahora, si me dejaran hacer mis propias cifras, imagínense. Todos estaríamos en jauja y sería gracias a mí. ¿Que aumentó el número de pobres? Bueno, es que los pobres tienen hijos, y pues esos hijos nacen pobres. Eso se resolvería si los niños nacieran con tortas y dólares bajo el brazo, pero pues estos pobres se empeñan por un lado en no morirse y por otro en reproducirse. Así no se puede. Si se murieran mañana unos 20 millones de pobres, el neto en lo que va del sexenio se iría a una disminución de 18 millones de pobres. Yo mientras, al grito de “no te preocupes, Rosario”, pues no me preocupo y sigo haciendo mi excelente labor.

En la Secretaría de Gobernación.

– Mi jefe directo me preguntaba todos los días si lo tenía bien encerrado. Y yo todos los días diligentemente le dije que sí. Ok, tal vez se fugó. Pero yo lo tenía bien cuidado. La cárcel pasó las certificaciones internacionales, tenía ISO 9000, Norma Oficial Mexicana y era una Cárcel TIF. De hecho ganó concursos de Seguridad en Noruega, así de segura era. Pero ¿quién iba a decir que un experto en túneles se iba a escapar por un túnel, quién iba a decir que no era tan buena idea dejar al tunelero en planta baja, y a qué mente maestra se le ocurriría la idea de que el reo en cuestión iba a intentar sobornar a gente del gobierno para lograr escapar? No. Eso era impensable. Yo cumplí mi labor, que era seguir el Protocolo Carcelario Institucional Federal Aplicable al Ámbito Penitenciario. Y lo cumplí al pie de la letra. Como relojito. Con ese protocolo una fuga es imposible. Si se fugó el señor reo es porque hace cosas imposibles. O sea que yo estuve bien. Le cumplí a mi jefe porque seguí las normas. ¿Cómo se me podría reprochar algo? De hecho estoy esperando mi Bono por Seguimiento de Normas, Protocolos y Esquemas. En esta dependencia todo lo hicimos bien. Ya si el señor reo lo hizo mejor, pues eso no es mi problema.

Cuatro viñetas cuatro. Dos pueden dar risa. Las otras dos no.