LOS MITOS DESTRUCTIVOS Y LOS NACIONALPOPULISTAS
Los que hicimos nuestra educación básica en cualquier lugar de México compartimos algo en común: nos fueron llenando de mitos. Una historia con buenos muy buenos , y malos muy malos. Una historia donde te decían que Zaragoza había ganado la Batalla de Puebla contra el ejército francés que quería imponer a Maximiliano (y las armas mexicanas se cubrieron de gloria), pero a la página siguiente, sin explicación alguna, ya tenemos a Benito Juárez en un carruaje por todo el país huyendo de ese Maximiliano al que en teoría le ganamos. ¿Mencionar a Porfirio Díaz como héroe militar? Imposible. Fue un dictador malo malísimo y punto.
Entre esos mitos que nos fueron inculcando (en vez de enseñarnos a pensar críticamente o a darnos versiones más equilibradas) hay algunos que podemos recitar como acarreados: a) el artículo 123, conquista de la Revolución en favor de los trabajadores; b) la expropiación petrolera, con Tata Lázaro pagando a los buitres extranjeros con las gallinas que el pueblo bueno le llevó.
El problema no es que los trabajadores conquisten derechos. Había abusos de parte de los empleadores que simplemente no se podían admitir.
El caso de la expropiación petrolera es similar. Si vemos la situación de Lázaro Cárdenas, con empresas que se brincaban a la Corte porque querían que los juzgaran en sus países de origen, la verdad es que el paso que dio fue razonable o por lo menos no descabellado.
El problema es que como nos lo enseñaron como mito fundacional, entonces no le podemos mover. Las conquistas laborables más absurdas son inalienables porque son del empleado bueno y puro. Y que le cuesten al malvado capitalista hambreador. El petróleo es nuestro, y nadie puede venir a saquearlo porque mejor que se le pudra a PEMEX a que lo extraiga un ladrón de la riqueza de nuestro subsuelo.
Un análisis más equilibrado señala lo obvio: si las conquistas de los trabajadores del gobierno o de una paraestatal son tales que cuestan mucho más que lo que nos producen, pues esas conquistas deben terminar. Sea revisando el Contrato Colectivo, sea metiendo a la empresa en Concurso Mercantil, sea cerrando la empresa y (así es la vida) que los empleados pierdan su fuente de trabajo. Pero la mala es que a los gobiernos no les importa mayor cosa: ellos conceden y conceden. Los líderes sindicales cobran y cobran. Y los burócratas “de a pie” de esas instituciones viven un mundo que para muchos nos es raro: saben que tienen inmunidad. No los van a correr aunque su trabajo sea Reparación de Máquinas de Escribir en el ISSSTE. O aunque sean parte de un ente tan absurdo como Luz y Fuerza del Centro, a menos que alguien esté dispuesto a pagar un alto costo político.
Del lado del petróleo es igual. El petróleo puede seguir siendo nuestro pero que lo saque alguien más (y que nos pague por ello). Funciona en prácticamente todos los países del mundo, pero como México no hay dos entonces aplica lo que decía Caifanes, “aquí no es así”.
La realidad es terca y demostró que PEMEX no era una empresa viable. Tres de los cuatro candidatos a la presidencia propusieron cambios. EPN, en el libro que no escribió pero fue a presentar a la FIL (con el ridículo consecuente), detalla la idea de abrir a la inversión privada la extracción de petróleo. Josefina también, agregando que su partido llevaba dos sexenios intentándolo (y el PRI bloqueándolo, pues el PRI en sus dos versiones es quien nos endilgó los mitos). Quadri tuvo pocos votos, pero también estaba en favor de la apertura. En números redondos esos partidos tuvieron el doble de votos que el candidato que en teoría estaba en contra (en teoría porque AMLO, en un libro que tampoco escribió pero lleva su firma, habla a favor de la inversión privada en PEMEX).
Entonces existía un consenso: había que eliminar el monopolio de PEMEX, y el pasivo laboral de esa paraestatal (y de paso CFE) debía ser contenido. Varias maneras de arreglar el embrollo existían. Pero los mitos empezaron a aflorar: PEMEX NO SE VENDE (¿y por qué no? No preguntemos. El mito ahí está y no le movamos). El Contrato Colectivo de PEMEX NO SE PUEDE TOCAR (¿y por qué no? No preguntemos. El mito ahí está y no le movamos).
Total, nuestros legisladores llegaron a una solución, llamada en su conjunto Reforma Energética, que es sin duda mejor que lo que teníamos. Pero dista de ser lo ideal, por culpa de los mitos que se nos convierten en telarañas cerebrales.
Pudimos vender PEMEX en trozos, donde cada postor se llevaba tanto activos como pasivos financieros y laborales. Una vez vendidos los trozos, competencia entre ellos y quien se quiera sumar. Pero no: EPN dijo que de PEMEX no se iba a privatizar, cito, “ni un clavo”. ¿Y por qué no? No preguntemos…
Pudimos rescindir el contrato laboral de PEMEX. O buscar las cláusulas que permitían correr trabajadores. O abrir una empresa alterna (PEMEXI) que hiciera lo que PEMEX pero sin las prestaciones y canonjías absurdas. O meter a la cárcel a los empleados de PEMEX (de cualquier nivel, sindicalizados o no) que atentaran contra el patrimonio de la empresa. O si se iba a dejar a PEMEX como “Empresa Productiva del Estado” pues que se quedara con el pasivo. Si son taaaaan buenos como Fernández Noroña dice, entonces la empresa dará para pagar esos pasivos. En caso contrario, pues ¡Lástima, Romerito! (perdón, ¡Lástima Margarito!), PEMEX quiebra y en el procedimiento de liquidación se pagará hasta donde alcance.
Pero no. El maldito mito (verso sin esfuerzo, hago eso como liberal confeso) de las conquistas inalienables va a ser a costa de los contribuyentes. Docenas de millones pagando impuestos para mantener privilegios de centenares de miles.
La alternativa, a la que le podríamos decir “La Solución Luz y Fuerza” es anatema en este país. “Imagínense las movilizaciones de protesta, la CNTE sumándose a las marchas, Reforma e Insurgentes cerrado”. Pues ya, ya me lo imaginé. Desagradable pero se puede vivir con eso un par de meses, si a cambio nos ahorramos varios miles de millones de dólares. Se logró en Luz y Fuerza, se puede volver a lograr. Y aquí el monto de la factura es mucho mayor. Vale la pena el esfuerzo.
Las movilizaciones de todos modos existirán. No importa que Layda Sansores sea tan poco inteligente como para enfundarse en un uniforme de Luz y Fuerza para atacar al PEMEXPROA, que es su antítesis. A quienes ven conspiraciones en todas partes y cortinas de humo en todos lados, pretexto no les faltará. Y no se ruborizaría MoReNa de atacar al PEMEXPROA cuando es la (mala) alternativa a la (buena) salida que se le dio al tema Luz y Fuerza. Como decimos en Chiapas, “fiero su modo”. Si se liquida PEMEX mal, si se reconoce su deuda mal. De todos modos Epigmenio te llamas. El nacionalpopulismo en todo su esplendor.
Yo manifesté mi acuerdo con la liquidación de Luz y Fuerza. En congruencia, manifiesto ahora mi repudio por el PEMEXPROA. El dinero público no debe de servir a fines privados, sean los de grandes empresarios o burócratas de quinto nivel. Simplemente no veo razón para pagar a perpetuidad privilegios de tantos empleados. Simplemente no veo razón para no vender a la iniciativa privada tanto activos como pasivos de PEMEX, y que triunfen los que tengan que triunfar y pierdan los que tengan que perder.
Aunque bueno, ya vi la razón: eso sería ir contra nuestros mitos fundacionales.