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Previniendo la Prevención

by | May 2, 2017

Previniendo la Prevención

Empiezo con tres puntos a los que estaré volviendo durante este texto:

1. La culpa de un delito es del delincuente, no de la víctima.

2. La culpa de un delito es del delincuente, no de la víctima.

3. La culpa de un delito es del delincuente, no de la víctima.

Bien. Empecemos.

Cuando alguien va al cajero automático, a su sucursal bancaria o accede a banca en línea, está sujeto a una muy agradecible serie de advertencias. No es tan buena idea usar cajeros en zonas apartadas, durante la noche. Compartir el NIP, abrir ligas de correos electrónicos no solicitados o anunciar que se van a sacar decenas de miles de pesos no es sensato.

¿Debería alguien enojarse ante esas advertencias? Yo creo que no. Desde luego que tengo el derecho a sacar dinero de cualquier cajero de cualquier rumbo a cualquier hora. Nada más faltaba. Para saber mi opinión de quién es culpable por un asalto a alguien que acaba de sacar dinero del cajero, lean el punto 2. No debería haber ladrones. Es un delito. No debería yo de tener que renunciar a MI libertad de sacar MI dinero de donde me dé la gana por andarme cuidando de gente mala.

Pero hay un detalle: aunque la culpa del delito es del delincuente, según comento en el punto 1, la víctima soy yo. El que sufre las consecuencias sería yo. Ni siquiera si los mecanismos de procuración y administración de justicia funcionaran en México a la perfección (no se rían) y arrestan a mis asaltantes y los juzgan, eso me quita el susto o me garantiza que me devuelvan mi dinero.

La prevención entonces debe ser una cultura que esté siempre presente. Debemos hacerla parte de nuestras actividades para estar más protegidos. No porque ignorar algunas recomendaciones nos haga culpables si nos pasa algo, según comento en el punto 1.

Puse el ejemplo de los bancos pero hay muchos más. Secuestros regulares y express. El cuidado de nuestros hijos (que no abran la puerta a desconocidos, que no le hagan caso al que les diga que tiene unos perritos en la cajuela de su auto). No podemos decir que una criatura de nueve años es culpable de su secuestro por abrir la puerta de la casa irreflexivamente (pasen a leer el punto 3), pero ante un hijo secuestrado creo que eso no importa. De nuevo, no es relevante que el culpable sea otro si la víctima es un ser querido o nosotros mismos.

Algunas medidas de prevención reducen la probabilidad de que nos asalten, nos secuestren, roben nuestra identidad en línea, roben objetos de nuestro auto, o nuestro auto con todo y objetos. Ninguna es infalible, pero creo que reducir la probabilidad de ser víctima es suficiente aliciente.

En lo personal, espero conocer más medidas sensatas de protección. Y según yo eso debería ser la norma. No, no porque yo sea culpable si me pasa algo (punto 2) sino porque la víctima se lleva las consecuencias.

Bien.

¿Qué pasa si esa misma lógica de prevención la aplicamos a delitos de violencia contra la mujer? Pues que resulta que el que se atreva a hacer una recomendación puede salir seriamente regañado.

Para poner en claro mi postura: creo que una mujer puede vestir lo que se le antoje, tomar todo el alcohol que desee, estar a la hora que quiera en donde prefiera, sea casada, soltera o viuda. Para acabar pronto, creo que una mujer puede ir sola, borracha, a la “Reunión de Patanes Expulsados del Club de Fans de los Porkys por Pervertidos” y quitarse la ropa mientras baila sensualmente. ¿Y si le hacen algo a lo que ella no consienta? ¿De quién sería la culpa? Por favor, lean el punto 3 y luego el 1. Luego el 2. Luego otra vez el 2. Luego el 3. Luego el 1. Luego el 3. Luego el 3. Luego el 1. Y terminen con el 2. Si no les quedó claro, repitan las veces que sean necesarias.

No, no debería ser necesario recomendar algunas tácticas de prevención a mujeres para evitar ser víctimas de violencia sexual. Tampoco que en Tamaulipas o Guerrero le digan a niños de primaria lo que deben hacer si hay balazos en la escuela. Tampoco que una persona que trabaja diez horas al día para hacerse de un patrimonio tenga que cambiar de rutas para que no lo secuestren. O que alguien deba esperar a que sea el día siguiente para sacar dinero de un cajero dentro de un centro comercial concurrido. Uno debe poder estacionar su auto sin alarma, sin llave, en cualquier calle. Nadie debería abrirlo. Pero no es así.

Entonces desde luego que debemos luchar por que cambien las cosas. Que haya menos delincuentes en las calles porque baje la impunidad y haya más educación. Que el estado nos dé seguridad. Pero con la pena, eso no es de un día o un mes. No depende de nosotros. Y la prevención sí.

Y mientras ladrones, secuestradores, asaltantes, extorsionadores, asesinos, defraudadores, ciberdelincuentes y violadores sigan en la calle, prevenir es sensato. No, no porque la víctima sea culpable, ya no den lata y vayan directo al punto 3. Sino porque, recuerden, la víctima es la que sufre las consecuencias.

Escribo esto porque la semana pasada hubo un indignado movimiento de indignación por una campaña que le recomendaba a mujeres adolescentes cuidar las imágenes comprometedoras que le envían a sus contactos varones, que podrían amenazarlas con difundirlas en la escuela.

Al final, eso es una recomendación de prevención y en teoría debería ser tomado a bien. Pero no. Hay un intento de silenciar la campaña con el argumento de que es el receptor del material comprometedor quien debe ser responsable de no difundirlo. ¿Y qué creen? Tienen razón. Lo menciono en el punto 1.

Sin embargo, no es una locura pensar que un chavo de 15 años va a compartir con sus compañeros fotos de su novia. No, no está bien. Despreciable. Cobarde. Sancionable. Pero no sé, se me ocurre que no estorba decirle a una jovencita lo que puede pasar, de modo que si ella quiere, le de una pensada a sus actividades cibersexuales. Si no quiere hacerlo y es exhibida, para saber mi opinión de quién fue culpable hay que ir al punto 1.

Partiendo del supuesto de que nadie quiere ser víctima, la prevención sensata nunca está de más. De lo que me he podido percatar, las recomendaciones de prevención suelen ser bien admitidas para casi cualquier delito… menos los que tienen que ver con violencia sexual contra mujeres.

Luchemos porque no sean necesarias tantas recomendaciones. Exijamos mejores respuestas de las autoridades. Concienticemos a todos de los puntos 1, 2 y 3 en el orden que quieran. Ojalá lleguemos a un punto en el que podamos decir, aliviados, “en este pueblo no hay ladrones”.

Pero mientras tanto, si alguien propone medidas de prevención, no lo desalienten. Si quieren seguirlas, síganlas. Si no, pues no. Pero no impidan que por falta de difusión alguien no tome medidas de prevención sensatas.

No porque la víctima sea culpable. No. Sino porque es la víctima la que sufre las consecuencias.