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Una Cosa es una Cosa y Otra Cosa es Otra Cosa (1.4.2014)

by | Abr 1, 2017

Yo creo que Jorge Luis Borges es el mejor escritor que ha existido en nuestro idioma. Su manejo de las palabras es maravilloso.

Me gusta mucho la poesía de Jaime Sabines. Tal vez influya que seamos chiapanecos, no lo sé. El caso es que disfruto mucho leyendo sus poemas.

Me gusta mucho la pintura de Gauguin, tanto el impresionismo más tradicional de los tiempos de Arles y la oreja de Van Gogh (la del otro pintor, no el grupo musical español) como la evolución que tuvo en Tahití.

Me gustan muchísimas canciones de Silvio Rodríguez. Ya hice un comentario al respecto la semana pasada.

Disfruto mucho el cine que hacen Woody Allen o Roman Polanski.

La lista de mis gustos en música, prosa, poesía, pintura y demás expresiones artísticas y culturales es extensa. No tiene caso abundar en ella.

Pero me llama la atención, y por eso titulé así este artículo, que la gente confunda esos gustos con una aprobación implícita a las afinidades ideológicas, comportamientos y conductas de los creadores cuyas obras admiro. Me han dicho que hay una contradicción entre ser una persona liberal o respetuosa de las leyes, y admirar la belleza de una obra de arte, un libro, una película, una pintura. Yo creo que se equivocan quienes así piensan.

Es decir, de Silvio me gusta su música, no su ideología. Por eso voy a sus conciertos, no a sus mítines políticos. Cuando lo vi en Monterrey el 22 de marzo, él no hizo ninguna mención política de ningún tipo. Pero si la hubiera hecho, no me importa. “La Gota de Rocío” para mí es una excelente canción, y lo seguirá siendo aunque él la presente con un “Viva Nicolás Maduro”.

Aunque luego se retractó, durante algún tiempo Borges apoyó a dictaduras de derecha. Pero eso no le quita maestría a El Aleph. Por el otro lado, que García Márquez apoye dictaduras de izquierda no le quita a Macondo su mágica realidad.

Jaime Sabines fue diputado del PRI, Gauguin al parecer no le pedía IFE a las chamaquitas tahitianas con las que tenía relaciones. “La Región Más Transparente” es en mi opinión la mejor novela mexicana de la segunda mitad del siglo pasado, y me importa poco que Carlos Fuentes haya sido un echeverrista activo.

En realidad me es intrascendente la vida privada de los autores de las obras que me interesan. “El Grito” de Edvard Munch es una de mis pinturas favoritas. Su belleza no merma si descubren que los tonos rojizos los consiguió a base de sangre de humanos que asesinó. Hay excelentes escritores que fueron xenófobos, antisemita; Graham Greene no era muy promexicano que digamos. Me gusta leer a Chesterton y sus libros protagonizados por el Padre Brown aunque no soy muy asiduo a ir a misas a escuchar sacerdotes.

¿Quiere decir esto que el fin justifica los medios? No. Si algún artista comete un delito que amerite cárcel, que lo metan a la cárcel aunque ya no pueda seguir creando.

Pero por favor, si una canción les gusta o un poema les inspira algo, no se detengan a analizar la biografía del autor para ver si se lavaba los dientes, era respetuoso con su mamá o pagaba sus impuestos a tiempo.

Separemos la vida personal de un autor de sus obras. Porque una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.