Recórcholis con el recorte
Vamos a empezar diciendo que ante una baja tan importante en el precio del petróleo y por lo tanto de los ingresos del gobierno federal, el recorte como concepto es positivo, responsable y oportuno.
Si nada más van a leer hasta aquí ya pueden empezar a acusarme de servil lacayo de los poderes fácticos. Gracias por su lectura parcial.
Recortar era lo adecuado. Otro incremento de impuestos lucía criminal, más cuando por cálculo político EPN tomó la decisión de seguir cobrando a los mismos cautivos de siempre con su Reforma Fiscal.
Y subir la deuda tampoco era la mejor opción. De por sí EPN ha estado endeudando a México (Videgaray le llama “déficit presupuestal” porque “gastar hoy de más para que ustedes y sus hijos paguen la cuenta” sonaba poco eufónico) y no se necesita tener mucha memoria para recordar los desastres que hicieron los anteriores gobiernos priístas.
Llegó entonces el anuncio del recorte. Tras las generalidades y los constantes autoelogios de Videgaray, se presentaron algunas cifras que a mí me dejan algunas reflexiones y dudas.
La más importante es la que tiene que ver con el despilfarro que hacen de los impuestos, una de las razones por las que me vine a vivir a Suiza (curioso: mi familia y yo fuimos beneficiarios de la Reforma Fiscal). No sé a ustedes, pero a mí la idea de que el gobierno recorte $124,000,000,000 de gasto sin afectar un solo servicio público francamente me indigna. ¿Para qué gastaba eso en primer lugar? ¿Cómo puede sobrarle tanta grasa al presupuesto que un recorte de 0.7% del PIB no será percibido porque no afectará ninguna de las cosas para las que necesitamos al gobierno?
Otra inquietud es el destino de los recortes. Que la mitad del recorte se lo lleve PEMEX me preocupa. En números cerrados estamos produciendo un millón de barriles de petróleo diarios menos que hace 10 años. El impacto a las finanzas públicas por la baja del precio no es culpa del gobierno pero el impacto de la baja de producción sí. Hay culpa compartida con los gobiernos panistas, pero bajarle hoy el gasto de inversión a PEMEX no parece prudente.
Luego viene el tema de no reconocer el problema obvio e irse por la corrección política: si una familia gasta $20,000 al mes en educación, salud y alimentación y $500 en patrocinar carreras de armadillos, y de repente bajan sus ingresos en $2000, ni modo: hay que bajarle al gasto en educación, salud y alimentación. No, no estoy diciendo que haya que continuar con las carreras de armadillos. Pero eso no resuelve el fondo del problema. Pasa lo mismo con la disminución de los gastos en celulares. Gracias, detesto el modo abusivo con el que la élite gubernamental emplea sus celulares. Pero no es ésa la solución. Hay que irse a donde está el gasto fuerte, que son los sueldos de la burocracia, señaladamente maestros. Aquí estaba la oportunidad dorada para aplicar la Reforma Educativa. “A partir de este momento no se le paga sueldo y se rescinde el contrato sin responsabilidad por parte del gobierno federal a los 100,000 maestros aviadores, comisionados, faltistas y vándalos que están en nómina”. Algo así necesitamos. Sin embargo tanto la CNTE como el SNTE han demostrado el suficiente poder de movilización como para disuadir al gobierno de aplicar la ley.
Queda también para la reflexión el tema de los trenes. Cancelar definitivamente el Transpeninsular es buena idea, pues el proyecto original era fantásticamente malo. Suspender el de Querétaro tranquiliiza las aguas Higas, y seguir adelante con el de Toluca parece necedad. El secretario Ruiz Mateos hará menos ridículos defendiendo licitaciones amañadas y eso debe agradecerse.
La disminución del 10% en el gasto en promoción del gobierno federal va en el sentido correcto. Falta nada más hacer otro por el 90% restante y habrán hecho un buen trabajo.
Videgaray hizo un anuncio cuya magnitud pasó inadvertida: que el presupuesto de 2016 será Base Cero y no Inercial. Lo bueno es que la idea es sensacional: debemos construir el gasto público según criterios de eficiencia y racionalidad, y no seguir gastando en algo solo porque el año pasado apareció en el presupuesto. Lo malo es que no le creo. La cantidad de clientelas electorales, beneficios a la élite de poder, opacidad en las partidas y fuerza política de los afectados es más de lo que EPN quiere soportar. Seguiremos construyendo el presupuesto como hasta ahora, y a lo más que aspiraremos es a que se dejen de alimentar algunas de las partidas más ridículas.
En lo personal me gustaría que se eliminara la obligación de tener el retrato oficial del presidente y gobernadores en cada oficina pública. Que ya no se le encarguen adefesios (perdón, esculturas) a Sebastián. Que eliminen La Hora Nacional. Que reduzcan a la mitad el equipo de seguridad de los expresidentes y si quieren más guarros que los paguen de su pensión. Que no se convoque a las sesiones del Congreso en periódicos sino por correo electrónico. Que se eliminen 100 diputados y 32 senadores plurinominales. Que se reduzcan los municipios de 2400 a la décima parte. Que no se paguen asesores para temas que la estructura de la dependencia está obligada a conocer. Que dejen de pintar las ciudades cada cambio de gobierno de todos los colores de sus partidos políticos… y también verde. Que se eliminen los gastos en informes de labores de legisladores. Que ya no haya turismo legislativo. Que se cierren embajadas en países irrelevantes para México… desde luego puedo seguir, y estoy seguro que ustedes también. Pero vamos a recortar este artículo para estar en sintonía con el espíritu de los tiempos.