Imaginen ustedes que ven en un comentario de Facebook, una foto de INSTAGRAM, una bio de Twitter o en un chat de Whatsapp que alguien pone “3 veces IRONMAN, 19 veces maratonista, 2:54 mi mejor tiempo” ¿Cuáles suelen ser las reacciones? “Wow, muy bien”, “qué orgullo”, “eres una inspiración”.
Y sí, correr es un excelente ejercicio y para lograr terminar 19 maratones se necesita mucha disciplina, esfuerzo, mentalidad, foco, entrenamiento.
Ahora imaginen que esa misma persona (o cualquier otra, da igual) publica algo del estilo de “empecé con una taquería en un carrito afuera de mi casa, hoy tengo ya una cadena de 20. Doy empleo a 250 personas, mis utilidades netas el año pasado fueron de $18,000,000 y estoy muy contento porque me compré un Ferrari”. ¿Qué reacciones tendría esa publicación? “Pinche mamón”, “pégame por preguntón”, “habiendo tanto pobre y tú presumes tu carrazo”, “qué mal gusto la ostentación”.
Es curioso. Desde luego que tiene muchísimo mérito terminar un IRONMAN. Pero no menos mérito es progresar económicamente. Sí, hacer ejercicio mejora mucho tu salud, y qué bueno. Pero generar 250 empleos le cambia la vida a igual número de familias. Para tener utilidad neta hay que pagar impuestos, con lo que compartes tus utilidades con los demás (o eso pasaría si el gobierno hiciera buen uso de ellos, pero ese es otro tema). La compra del Ferrari puso contento al concesionario y más contento todavía al vendedor. Además, una cadena de taquerías vende tacos y los tacos son fuente de felicidad.
Hay muchas razones para sostener que le hace mucho más bien a la comunidad en su conjunto un empresario exitoso que genera empleos, paga impuestos y nos provee de tacos que un corredor, que no beneficia en la misma medida a los demás. Sin embargo, ¿a quién considera la sociedad egoísta, malo, sospechoso? Al empresario. En mayor o menor medida esto pasa en todo el mundo, pero en países latinoamericanos pasa mucho más. En México en general esa es la idea dominante, y del 2018 para acá eso se ha recrudecido.
Imaginen que pudiéramos pedir un deseo: que aparecieran en México mañana 10,000 empresarios que dieran cada uno 250 empleos, o que aparecieran 10,000 nuevos maratonistas. Creo que es obvio que lo primero sería más benéfico para la sociedad en su conjunto. Pero no es eso lo que en general se fomenta, no es lo que se ve bien, no es lo que se aplaude.
Las generaciones de niños más pobres de México, los de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, llevan 40 años estudiando con maestros CNTE (cuando los maestros CNTE se dignan a dar clases). ¿Qué tan probable es que de ahí salgan muchos con ganas de emprender negocios formales, de arriesgar, de crecer, de dar empleo, de pagar renta, de pagar a proveedores, de pagar impuestos, de pagar contribuciones sociales y de todo lo demás que implica tener una empresa para, después de hacer todo eso, quedarse con el remanente, es decir las utilidades, para que su familia y ellos mismos disfruten de ellas? La CNTE ODIA a los empresarios en general. Con una concepción marxista de la economía, incluso ese que empezó con un solo puestito de tacos y hoy tiene una cadena es un explotador. Haga lo que haga, trate como trate a los empleados, les pague lo que les pague, intrínsecamente es una persona mala. Desde luego que la CNTE agrava todo en donde más se necesita tener espíritu emprendedor. Pero en general el resto de México es igual, con contadas excepciones (en Monterrey, en León, en Cancún, por poner algunos ejemplos, una mayor proporción de la sociedad ve bien a los empresarios).
¿Quieren una comprobación adicional de lo que les comento?
Platiquen esto con alguien más. Digan que una persona es IRONMAN y triatleta y corre maratones. Así sin más. ¿Qué tan probable es que le pongan una objeción? Muy pocas.
Ahora digan que esa misma persona es empresaria, el año pasado ganó varios millones y se compró un Ferrari. Les garantizo una retahíla de “ha de ser prestanombres empresario corrupto amigo de qué diputado será lavador de dinero no paga impuestos claro pagando sueldos de miseria empresario trinquetero puro outsourcing ha de ser no da kilos de a kilo si es mujer con quien se acostó para lograrlo claro con papá rico yo también me hago empresario”.
No quiere decir que no haya empresarios corruptos. Claro que los hay. Pero también hay corredores corruptos. El ejemplo más famoso tal vez es Roberto Madrazo, que en vez de número de corredor debió portar en el pecho las placas del taxi que lo llevó hasta la meta. En el Maratón de Ciudad de México por ejemplo han descalificado por tramposos a casi el 20% de los que supuestamente terminaron la carrera. Eso es un porcentaje altísimo. Quiere decir que en promedio podríamos desconfiar de 1 de cada 5 personas que presuman logros atléticos importantes.
Sin embargo no lo hacemos. Si alguien pone que corre y hace maratones y hace muchos kilómetros en bicicleta y terminó el IRONMAN, de entrada se la damos por buena. Lo puede presumir en redes y tendrá aplausos. No tiene que justificar “pero yo sí corrí de verdad, ¿eh?”. Tiene la ventaja de que correr es bien visto. Y qué bueno que lo sea. Y qué bueno que no desconfiemos en automático de un maratonista porque hay maratonistas tramposos.
Pero si alguien pone que creció su negocio y generó muchos empleos y gana mucho dinero y lo gasta en lo que se le antoje de entrada NO se la damos por buena. No lo puede comentar en redes, y si lo hace recibirá abucheos. Va a tener que justificar que sí paga impuestos, que su lana no es de contratos con el gobierno, que no es prestanombres de alguien, que paga sueldos y prestaciones de ley, y que le entrega a sus clientes el bien o servicio por el que le pagaron. Tiene la desventaja de que ser empresario está mal visto. Y qué malo que lo sea. Y qué malo que desconfiemos en automático de un empresario porque hay empresarios tramposos.