Es natural que un bebé de meses llore mucho, a todas horas, por todo. Los que somos papás nos preparamos mentalmente para ese proceso cuando va a nacer nuestro primer hijo… pero no tenemos ni idea hasta que lo experimentamos. Poco a poco el bebé va creciendo, uno aprende a detectar desde que los escucha llorar qué es lo que tiene (“eso es hambre, eso es de pañal, eso es de airecito”) y los va educando paso a paso.
A cierta edad, un niño ya no debería hacer berrinche por todo. Claro, seguirá siendo demandante y todo niño debe tener su dosis de abrazos y besos y apapachos. Pero también entra el momento de decir que no. Un niño de 5 años ya debe entender que no es el centro del mundo, que su mamá tiene vida, que su papá tiene vida, que a veces mamá y papá quieren estar solos, que hay horarios, que hay baños, que hay alimentos que se deben consumir y otros de los que no hay que abusar, que “no” es “no”, y que por más berrinche que haga, no siempre se va a salir con la suya. Ese proceso lleno de trompicones les va dando madurez, y esa madurez es lo que les debe quitar lo berrinchudo.
Pero hay casos en los que eso no se da. El niño se vuelve un pequeño tirano, y en vez de ir madurando se convierte en el jefe de la casa, y todo gira en torno a ellos. De repente se los topa uno en los consultorios médicos o en los restaurantes, destruyendo todo a su paso, haciendo demasiado ruido, molestando a los de las otras mesas, ante la pasiva mirada de los papás.
¿Quién tiene la culpa, el pequeño tirano berrinchudo o los papás? En mi opinión, es un sistema que se va retroalimentando. El niño da órdenes porque le funciona, los papás le cumplen todos sus caprichos porque le temen, entonces el tiranito exige más y los papás lo siguen consecuentando.
Ese el mejor resumen que puedo hacer del funcionamiento interno de la 4T.
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No es necesario darle vueltas: la idea inicial de Don Ganso Necio de realmente rifar el avión es extraordinariamente estúpida. Y eso es justo lo que propuso. Cuando se lo comentaron a Jiménez Espriú sin que supiera quién lo había propuesto, soltó la carcajada. Luego le dijeron quién había sido y ya matizó. El adulto no quiso contradecir al tiranito berrinchudo a pesar de que la idiotez de la propuesta era obvia. Ningún otro de los que lo rodean se deslindó. Al contrario, lo elogiaron y trataron de hacerlo realidad. Cuando algunos comentamos que quien se lo llevara tendría que pagar millones de pesos en impuestos, Claudia Sheinbaum dijo que ella los condonaba en CDMX (cuando pocos meses antes ellos presumían que habían cambiado leyes para evitar justo eso, que se perdonaran impuestos). Cuando se mencionó que el 99.99% de los mexicanos no podría pagar su costo de operación aunque se lo dieran gratis, algún otro dijo que entonces el avión vendría con dos años de gastos incluidos (lo que es absurdo dado que esos gastos podrían subir astronómicamente si el ganador decidiera usarlo diario para volar a donde se le ocurriera), y así siguieron los supuestos adultos cumpliendo berrinches. Cuando fue obvio que la idea era impracticable, decidieron la rifa no rifa del avión no avión, y siguieron hablando de esa reverenda estupidez como si de verdad se rifara el avión. El director de LOTERÍA NACIONAL salió llorando de felicidad con su cachito en una Mañanera, y así todos estuvieron dispuestos a cambiar leyes o a ignorarlas antes de decirle al pequeño tirano que no tenía la razón en algo.
Parece una anécdota menor, pero no lo es. Tirano Ganseras hizo una gira en agosto, y puso en sus redes sociales que estaba en “Gómez Palacio, Coahuila” cuando algo de cultura general te hace saber que es “Gómez Palacio, Durango”. Para haber dado 100 vueltas al país tiene muchos episodios de ignorancia, pero el tema como tal no debería dar para mucho. El señor se equivocó, todos lo hacemos, aquí no pasa nada. Se corrige la publicación, y ya se puede elegir si se toma con humor o simplemente se le ignora. El presidente actual se equivoca en algunos detalles, el anterior también, el anterior del anterior también, y los que sigan también. A darle vuelta a la hoja.
Pero no. Porque cuando se dio ese error, Antonio Attolini acudió a Twitter a decir textual “Hizo bien. Ya deberíamos ser un solo estado, el de la Laguna”. ¿Se dan cuenta de cómo se van retroalimentando el niño berrinchudo y los adultos con miedo de molestar al tiranito? Entiendo que Attolini no quiera criticar al jefe de su jefe, quien le regaló un puesto para el que no tiene la más mínima preparación y cuya inexperiencia ha costado muchas vidas. No estaba obligado a corregirlo, ni siquiera a justificarlo. Ese asunto intrascendente daba para 8 horas de memes y ya. Pero no, había que decirle al niño berrinchudo que hizo bien, aunque evidentemente no era así, ni le pasó por la mente al tiranito crear un nuevo estado, ni le llamó Gómez Palacio, Laguna.
Me detengo con estos dos casos, pero ejemplos ya hay cientos. La cancelación del NAICM, la ubicación de Dos Bocas, el Tren Maya, la aplicación de justicia por votación popular, el agrónomo en PEMEX, Nahle con los árabes, no usar cubrebocas ni hacer pruebas, cortar 75% el gasto corriente, Taibo en el FCE, Piedra en la CNDH… pésimas decisiones a todas luces, sin que ninguna de las personas a su alrededor se atrevan a alzar la voz y solo un grupo muy pequeño se ha atrevido a bajarse del barco.
¿Por qué Tirano Ganseras es caprichoso? Porque le funciona. Porque está rodeado de personas que están dispuestos a todo por complacerlo, sin importarles que se lleven al país y sus instituciones entre las patas. Y porque es un narcisista sumamente acomplejado.
¿Por qué los que le rodean se lo permiten? Hay dos razones principales:
1. Por miedo. Los que le rodean han visto cómo les va a los que se rebelan. Cómo desde el púlpito de las mañaneras se señala al que se considera enemigo, cómo la UIF le congela las cuentas a quien estorbe al grito de “el patrón ya dio la orden”, cómo se hace renunciar con amenazas incluso a los que no dependen nominalmente de la 4T, cómo se usa a los órganos no solo del gobierno sino incluso del estado (Sanjuana, Jenaro Villamil) para destruir reputaciones… Eso al principio es divertido. “Mira, el tiranito ya corrió a Fulano jajaja, el tiranito le congeló las cuentas a Zutana jejeje”, y así hasta que caen en cuenta de que los que siguen pueden ser ellos. Les consta lo vengativo que es el jefe, y no quieren ser los siguientes en la mira.
2. Por ambición. En México antes había un pálido intento de autonomía en algunas instituciones, un incipiente servicio civil de carrera al menos en SHCP y SRE, y al menos hacían el intento de cubrir puestos con personas que si bien no eran honestas, al menos estaban preparadas. Ese mal remedo de meritocracia ha sido definitivamente reemplazado por un notable lamesuelismo. La única manera que se tiene ahora de ingresar a la 4T o ascender en el escalafón es mediante cubrir la única condición de nunca decirle que no al tiranito. Que sepa que sus deseos son órdenes. Que sus ocurrencias más ridículas son llevadas a cabo haiga sido como haiga sido, y que sus errores más intrascendentes son tratados de convertir en ideas geniales de estadista. Entonces siguen entrando personas que no son honestas, pero que además de todo no están preparadas. Y la 4T es la mayor muestra de que tanto corrupción como ineptitud son muy malas, pero que al final la ineptitud es mucho más costosa que la corrupción.
Por eso aquel director de LOTERÍA NACIONAL que lloró de emoción en la Mañanera fue ascendido ayer a un puesto más alto, por designación directa del tiranito. Le sirvió arrastrarse. Sus lágrimas le redituaron al 1000%.
Por eso Attolini era Coordinador Técnico de Vinculación Internacional del IMSS, el aparato de seguridad social más grande de México. Justo cuando pasó la pandemia. Justo cuando los niños se quedaron sin quimios. Justo cuando le cerraron la puerta a las farmacéuticas nacionales y no se pudo cubrir lo necesario con las internacionales. Attolini incluso le llamó “INSS” al IMSS en su carta de renuncia para tratar de llegar a ser secretario general del PRI en su versión MORENA.
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Imaginen a un niño de 5 años absolutamente consentido, a quien se le cumple cada capricho, quien se sale con la suya en todo berrinche, porque los adultos a su alrededor tienen miedo de incomodarlo.
¿Qué tan probable es que ese pequeño tirano recapacite? Muy poco.
Pues eso.