Trámites a la Mexicana y la Corrupción Cultural
Hace dos semanas tuve el infortunio de ir a hacer trámites burocráticos a la Ciudad de México. No se necesita tener un Doctorado en Investigación de Operaciones para darse cuenta de toda la ineficiencia que ahí se manifiesta. Casi parece una invitación a la corrupción, de la que EPN es un férreo defensor porque, dice, “es un asunto cultural”.
No quiero aburrirlos, además es muy probable que hayan pasado por eso: llegas al primer (y según tú, cándidamente, único) punto del recorrido, y te recibe un(a) policía. Te hace un par de preguntas, no te responde ninguna, y te deja pasar. ¿De qué sirvió que estuviera ahí? De nada. Luego pasas a una recepción, y te piden que te anotes. ¿De qué sirve eso? De nada. Luego tienes que ir a Información, tercera escala de un viaje que todavía no ha iniciado.
Ya queda para mi anecdotario personal cuando dos veces me mandaron a pagar a otro lado (por otro lado me refiero a otro edificio en otra dirección), con especial predilección a la parte en la que me mandaron a la Tesorería del GDF (“es que aquí no tenemos caja”, me explicaron) sólo para averiguar que en la Tesorería… tampoco tienen caja. Vas únicamente a que te den una hoja y luego al banco. Pero antes, adivinaron, tienes que pasar por donde hay un(a) uniformado(a) preguntón, y anotarte en una página en Recepción que no sirve de nada.
¿Por qué, si todos tenemos que pagar por esos trámites, no ponen caja en esas instalaciones? ¿Por qué se necesita una lista de registro donde si pongo que me llamo “Mickey Mouse” me dejan pasar, porque en realidad no sirve de nada? Misterio.
Estoy convencido de que sobra muchísimo personal. Ese personal que mantiene los índices de desempleo abierto relativamente bajo* pero que hace decrecer la productividad promedio, y por lo tanto el salario medio (pero no se me preocupen: como si fuera Autoayuda, ya nuestros políticos están decretando el aumento del salario mínimo).
Sobran muchísimos empleados de bajo rango. El poli de la entrada, la ñora de recepción. Las que están platicando, comiendo torta de chorizo con huevo. Los tres que van a comprar las guajolotas o los tacos de suadero. ¿Por qué no los corren? El PAN estaría de acuerdo. Pues porque PRD-MC-PT-MoReNa y demás representantes del nacionalpopulismo mexicano no lo permitirían. Están sindicalizados, sus derechos son inalienables (aunque los paguemos bastante caro los que deberíamos de recibir un servicio de calidad de su parte). Y algo más: son votos, gente para sus movilizaciones, etiqueta de “luchadores a favor del pueblo”. Mejor que corran a los ricos, piensan.
Sobran muchísimos empleados de alto rango. Me consta que un subsecretario federal con TRES asesores tiene a alguien para coordinarlos. Yo creo que si alguien no puede coordinar a TRES personas, no merece ser subsecretario. Ni subgerente de OXXO. Mucha gente con oficinas, con celulares, con secretaria. Títulos de universidades privadas, diplomados y corbatas caras, haciendo como que trabajan en puestos que se escuchan apantalladores pero que no aportan valor. ¿Por qué no los corren? El PRD-MC-PT-MoReNa estarían de acuerdo. Pero al PAN eso no le gusta. Ahí tiene acomodados a varios de sus cuadros, que le aportan dinero para las campañas. Además, son güeritos y estudiados, y eso para los panistas es importante. Mejor que corran a los naquitos, piensan.
Yo insisto: hay que correr de todos lados, con un criterio de eficiencia del dinero público.
¿Y el PRI? El PRI está de acuerdo en que el dinero público se derroche. Bueno, no es que esté de acuerdo: así diseñó el sistema, mismo que el PAN a nivel federal y el resto de los partidos a nivel local no han estado interesados en romper cuando han tomado el poder. Al PRI le gusta que haya burocracia de más, sea de puestos altos o de puestos bajos. Total, tal vez para la próxima entrevista pueda decir EPN que la ineficiencia del burócrata mexicano promedio es uso y costumbre, o patrimonio intangible, o genética.
* En el sector privado changarrero se da algo muy similar: a la taquería de la esquina se incorpora el sobrino que ya no siguió estudiando. De repente ayudará a cortar limones o a llenar servilleteros, pero su presencia no contribuye a aumentar las ventas ni a mejorar la calidad del producto ni a satisfacer la necesidad del cliente. Tal vez hasta acabe estorbando, con lo que no solo no aporta sino que resta. Ya sé que no estoy descubriendo el hilo negro y que la fase de rendimientos decrecientes está bastante estudiada.