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Todo mal (4.10.2013)

TODO MAL

Tal vez el principal problema del país es que aquí las leyes no se aplican (tenemos muchas leyes malas, eso lo dejamos para otra ocasión). La corrupción sería mucho menor, por ejemplo, si el funcionario público supiera que hay una alta probabilidad de terminar encarcelado y con el capital robado confiscado.

Desgraciadamente ya hemos aprendido como sociedad a operar de ese modo. El ser humano se mueve por incentivos.

El tema de las marchas en la Ciudad de México lo ha dejado clarísimo.

Mal los maestros que acumulan faltas consecutivas, bloquean vías de comunicación y dañan propiedad pública y privada.

Mal por la gente que apoya todas las ilegalidades de la CNTE sin documentarse. Ahí está el acuerdo de Oaxaca de 1992, donde el gobierno estatal les concedió todo lo que quisieron, y lo que quisieron fueron puros privilegios. No más capacitación ni mejores escuelas ni planes de estudio de nivel internacional. No. Pidieron plazas automáticas, que la SEP local les reportara, que hubiera un Ministerio Público especial para sus delitos.

Mal el gobierno del Distrito Federal que no aplica la ley en el ámbito de su competencia. Y para contentar a los empresarios, negocia un “Fondo de Capitalidad”, que aparte de hacer llorar al idioma es un despropósito.

Mal la Asamblea del Distrito Federal que por cálculos políticos quitó el calificativo de “grave” a lo que los que no tenemos fuero vemos como grave, basado en cálculos políticos.

Mal los empresarios, que en vez de acudir a instancias judiciales para resarcir sus pérdidas demandando a la CNTE por sus actos o a los gobiernos por sus omisiones, negocian que se le entregue dinero del presupuesto de todos los mexicanos. Lo hacen porque saben que judicialmente no lograrán nada, estoy de acuerdo. Pero es un ejemplo de cómo hemos aprendido a jugar “por fuera” de las reglas.

Mal el gobierno federal por no actuar en los bloqueos a recintos federales, lo que nos costó dinero para contratar foros privados, y mal por lavarse las manos en el cese de maestros, pues aunque es responsabilidad administrativa de los estados, el dinero para pagar sus sueldos es federal.

Mal por los gobiernos de los estados, por no atreverse a cesar a los maestros ni a proteger a padres de familia y maestros de otras secciones sindicales que sí quieren dar clases. Es absurdo que maestros de la CNTE traten a las escuelas como su propiedad privada y los gobernadores lo permitan.

Mal por los cañeros, SME, 400 Pueblos y los que se acumulan, que ya aprendieron que se puede bloquear sin consecuencias y que además eso garantiza reunión mínimo con subsecretario en la SEGOB. Están en todos esos casos, al igual que los maestros, peleando beneficios particulares a costa de todos.

¿Hay esperanza? Creo que sí. Los mismos mexicanos que se comportan acá de este modo, cambian cuando llegan a otro país menos bananero. ¿Se imaginan a los emigrantes ilegales cerrando el acceso al aeropuerto de Los Angeles, rompiendo el pavimento para aventárselo a policías y destruyendo la malla para poder pasarse a otro lado? Obvio, no. ¿Se imaginan a un empresario con casa en Estados Unidos exigiendo al gobierno de allá que le pague los daños que unos pandilleros le hicieron a su casa? Obvio, no.

Es cuestión de incentivos. De tener consecuencias. De que como algunos intentamos educar a nuestros hijos: “si te portas mal, habrá consecuencias desfavorables”.

Sin embargo en México estamos como aquellos niños odiosos que destruyen todo en las salas de espera de consultorios, mientras la mamá está usando su Smartphone y diciendo “ya, Fulanito. Ya, quédate quieto. Ya, a la otra te regaño”, y así interminablemente mientras el engendro hace lo que quiere.