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El Mayor Grado de Impunidad (3.6.2014)

by | Jun 3, 2017

El Mayor Grado de Impunidad
(…y de cinismo… y de hipocresía).

La corrupción no está limitada a alguna esfera, país, condición económica o grado educativo. No parece haber institución que pueda agarrar a pedradas a las otras, porque no hay ninguna libre de pecado.

Pero hay niveles. En la iniciativa privada, desde luego, hay corrupción. Sin embargo, como vimos recientemente en el caso de BANAMEX con Oceanografía, el tema ameritó una carta del Director General de CITI a nivel mundial a todos sus empleados, advirtiéndoles de las consecuencias de no apegarse a las políticas del banco. Y empezaron a rodar cabezas y a disminuir bonos de muy altos directivos. El banco ofreció trabajar con las autoridades de Estados Unidos y México y reforzar el control interno. Casos de corrupción (por acción u omisión) seguirá habiendo en el sector privado, y hay un tema llamado “el problema del agente / principal” que explora los incentivos que tiene el dueño de una empresa de controlar a sus empleados, que pueden tener intereses diferentes a los de la empresa.

El mayor generador de corrupción de México es, muy probablemente, el gobierno en todos sus niveles y ramas. A nivel federal, estatal y municipal; a nivel ejecutivo, legislativo y judicial. Si empezamos con ejemplos no vamos a terminar nunca. Sin embargo, sí ha habido por ejemplo gobernadores que han estado sujetos a proceso, encarcelados, con obligación de pagar fianza, inhabilitados. Muy pocos, con penas muy bajas, con todo a su favor. Pero puedo decir que incluso teniendo a un gobierno TAN corrupto como el mexicano hay aunque sea de dientes para afuera una voluntad de reconocimiento del problema, y de repente agarran a un Granier expiatorio (perdón, chivo expiatorio) aunque sigan libres Fidel Herrera, Juan Sabines, Humberto Moreira, Arturo Montiel o Mario Marín.

La institución que en mi opinión se lleva las palmas en cuanto a cinismo, hipocresía y desvergüenza es la Iglesia Católica. Me centraré en los desagradabilísimos sucesos vinculados en particular con la Arquidiócesis de San Luis Potosí. El tema no me es ajeno pues yo viví cinco años ahí, y conozco a algunas de las víctimas y el contexto en el que esas situaciones se dieron.

Todo empezó hace 30 años, con un sacerdote pederasta. Nada que sorprenda a nadie, desgraciadamente. Pero acá tenemos el agravante de una sistemática labor de encubrimiento. Abundan los testimonios de cartas hechas llegar a la Arquidiócesis por madres de los niños afectados, pero había un pequeño gran problema: las víctimas eran de la Colonia El Paseo, algo así como un INFONAVIT. Los que acusaban eran pobres, su diezmo no era relevante y no tenían dinero para pagar notas en los muy mochos periódicos potosinos. Entonces las madres desesperadas recibían comentarios estilo “ya no anden dando lata, vamos a cambiar al padrecito a la parroquia de al lado”. Triste consuelo para esos niños, el inicio de la pesadilla para los de la colonia de junto.

¿Cómo empezó a tronar el escándalo? Cuando dos muy valientes hombres, egresados del Instituto Potosino (escuela privada, “de ricos”) en donde el Sacerdote Córdova daba clases, dijeron haber sido víctimas de abuso. Eran personas conocidas, de una escuela de paga, que no ganaban nada al denunciar al sacerdote y al contrario se exponían al escarnio que las personas estúpidas dedican a las víctimas (“¿te violaron? Te ha de haber gustado y ahora de seguro eres gay”).

A estos valientes señores se les empezaron a juntar otras docenas de víctimas del mismo sacerdote, y el caso llegó a activistas como Alberto Athié. ¿Y qué respondió la Arquidiócesis a las denuncias, apenas en marzo de este año? Que todo eran mentiras, que ellos no sabían nada y que Alberto Athié era un resentido contra la iglesia y por eso mentía.

Pero los testimonios siguieron llegando en masa, y al sacerdote Córdova se le unieron otros dos (uno de Soledad, otro de Santa María del Río). Ya la situación era insostenible.

¿Qué hizo entonces la Arquidiócesis, con el agua hasta más arriba del cuello? Pues tuvo que rendirse a la evidencia y decir que sí, que las autoridades debían investigar y que ellos se unían a las demandas… 30 años después del primer abuso, más de 10 años después de que tenían lo suficiente para armar una investigación documentada, tres meses después de las primeras publicaciones en los principales medios potosinos… y en fin, con el tiempo suficiente para que el ahora exsacerdote pudiera escapar.

Si me gustara el humor negro diría que la Iglesia Católica en México va mejorando: tardaron 60 años en descubrir al Padre Maciel y ahora “nada más” 30 años en darse cuenta de los más de 100 abusos del Padre Córdova. Afortunadamente no me gusta el humor negro, entonces no lo digo.

Ya quedamos, sin embargo, que la corrupción en general (y podemos agregar, la pedofilia en particular) no son privativas de una institución, religiosa o no. Pero el nivel de cinismo, hipocresía e impunidad de la Iglesia Católica llega a niveles que me atrevo a decir que superan al del gobierno. En el caso de BANAMEX rodaron cabezas de personas no directamente responsables de los delitos u omisiones, pero sí de los encargados de supervisar. En el gobierno se habla de Comisiones Anticorrupción que al igual que las Contralorías o la Secretaría de la Función Pública sirven de poco, pero hay por lo menos el reconocimiento del problema. En otros países ha habido renuncias de cardenales y arzobispos católicos cuando el tamaño del problema dentro de sus filas era evidentemente enorme. ¿Y en México? El arzobispo Luis Morales tuvo en su escritorio todos los datos, y no tuvo mayor problema en despachar a las madres de los niños violados a sus casas al tiempo de ejercer como Presidente del Episcopado Mexicano. Los voceros de la arquidiócesis sólo atinaron a decir que ellos saben que serán perseguidos porque Jesús fue perseguido. Pero acá no estamos hablando de fe, estamos hablando de niños violados. Ni siquiera tras comprobarse el escándalo atina la vocería de la arquidiócesis a dimensionar el tema, o es mayor el cinismo, la hipocresía y el saberse por encima de las leyes.

Mi esposa, quien es de San Luis Potosí y abogada, comentó “pobre de la MP a la que le asignaron el caso. Las presiones que tendrá serán enormes”. Y sí: el grupo de personas que durante 30 años encubrió a un pederasta sin siquiera sonrojarse cuando hablaban de evangelios y justicia, sigue ahí. El Vaticano suspendió a uno de los sacerdotes, 30 años después de sus primeros delitos, tras ayudarlo a escapar (por acción u omisión, pero en todo caso por su culpa, por su culpa, por su regrandísima culpa).

¿Llegará un día en que un obispo mexicano diga “no creí en los informes que me llegaron sobre la conducta del Sacerdote Fulano, pero cuando se acumularon las denuncias y evidencias hice una investigación, entregué los resultados a las autoridades y como mi omisión provocó que más niños fueran víctimas de abuso, renuncio a mi cargo”? Espero que veamos eso alguna vez. Si no hay por lo menos ese rastro de decencia, seguiremos viendo la clara tendencia: parroquias católicas vaciándose a ritmos acelerados, y gente buscando en denominaciones cristianas o en doctrinas ligadas al New Age lo que la iglesia católica ya no puede, ni intenta dar.