A falta de datos, ¡a inventar mentiras!
Previsiblemente, la iglesia católica se ha lanzado contra la propuesta de EPN sobre el matrimonio igualitario. El debate lo tienen completamente perdido, y están únicamente ejerciendo su derecho al pataleo. Pero algo me llama la atención: la falta de lógica, cifras, estadísticas o datos duros que los detractores de la medida usan en sus diatribas.
El problema suele empezar desde el planteamiento de sus objeciones: “no estamos a favor de la discriminación, PERO (inserte aquí frase discriminatoria)”. No estamos a favor de la discriminación, pero discriminemos.
Otra cosa que se les ha ocurrido es que la medida “es una imposición”. No. Imposición es justamente lo contrario: que por motivos religiosos haya gente que no acceda a los mismos derechos. El matrimonio entre homosexuales no impone nada a los que somos heterosexuales. No tenemos que cambiar nuestra preferencia sexual, divorciarnos, no tenemos que ir a bodas de lesbianas ni ser testigos de un gay si no queremos. Darle a un porcentaje de la población los derechos que los demás tienen es lo opuesto a una imposición.
Un argumento que les gusta usar es una frase llena de falsedades que se resume más o menos “el matrimonio entre un hombre y una mujer ha sido siempre la base de las famlias en todas las sociedades, y es la única unión que puede procrear”. Mentira de principio a fin. Pero vamos un paso más allá: ¿han leído en alguna de las críticas al matrimonio igualitario datos sobre el porcentaje de nacimientos DENTRO del matrimonio en México? Leyendo a algunos sacerdotes, columnistas mochos y prejuiciosos varios, parecería que el 100% de los mexicanitos nacen dentro de la sagrada institución matrimonial. El único problema es que eso no es cierto. Datos de la OCDE (en donde hay países en donde la mayoría de la población es católica, judía, musulmana, atea, anglicana, protestante, luterana) muestran que no, que el 100% de los mexicanitos no nacen dentro del matrimonio. Tampoco el 90%. No, ni el 80. ¿60? Pues… no. Ok, entonces, ¿la mitad más uno? Digo, México sigue siendo un país mayoritariamente católico… Pero no. Datos de la OCDE, fácilmente consultables, difícilmente cuestionables en su metodología o intencionalidad, muestran que el 35% de los niños mexicanos nacen dentro del matrimonio. Entonces, con la pena, no es cierto que México sea un país donde la procreación tiene mayoritariamente como requisito la celebración de un matrimonio. Dos de cada tres mexicanitos nacen fuera del matrimonio. Entonces legalizar los matrimonios igualitarios no atenta contra un modelo único de familia que básicamente solo existe en la imaginación de algunos.
El tema de la procreación está muy gastado. Si el fin del matrimonio es procrear, no solo hay que prohibir el matrimonio homosexual sino también el de cualquier mujer que haya pasado la menopausia, hombres con vasectomía, y de paso habría que poner límite a las parejas heterosexuales: si llevan tres años de casados y no logran tener hijos, pues a divorciarlos porque no están cumpliendo su fin. ¿Propone algo de eso la iglesia? Eso sería conguente con su idea del matrimonio. Sin embargo nunca ha propuesto algo similar. Mal disfraz para la intolerancia, ese de la procreación.
De repente entonces nace una idea: “que se les reconozca el derecho, pero que no se llame matrimonio”. Eso me da mucha risa. Imaginen Estados Unidos hace 50 años: “de acuerdo, que un blanco se pueda casar con una negra. Pero que no se llame matrimonio”. O México hace 60 años: “que las mujeres vayan a las urnas, pero que no se llame voto porque eso siempre ha sido de hombres”. O que los que tienen entre 18 a 21 años tengan que ir a casillas especiales, porque en 1968 el voto era para mayores de 21. No. El mismo derecho debe tener el mismo nombre. Cuando alguien quiere inscribir una Sociedad Mercantil nadie les pregunta el género de los socios para ver si se llama “Sociedad Masculina Anónima”, “Sociedad Mixta Anónima” o “Sociedad Femenina Anónima”.
Llegamos al tema final: la adopción. Los menos intolerantes de los intolerantes dicen “de acuerdo, que se casen. Pero que no adopten”. ¿Recuerdan los datos duros de estudios independientes y verificables en donde demuestran que un niño con dos mamás está peor que en un orfanatorio? ¿Recuerdan los datos duros de estudios independientes y verificables en donde demuestran que la razón que tienen dos varones para adoptar a un niño es para violarlo? ¿No? Pues no. No los recuerdan porque no existen. Hay décadas de evidencia sobre niños que viven en hogares homoparentales. Y no hay datos que apunten a que eso provoque las calamidades que los opositores suelen mencionar, invocando prejuicios. Y desde luego, decir “es que algunos niños se van a burlar de sus compañeritos por tener dos papás” es más un argumento contra los padres que les pasan prejuicios a sus hijos que contra la adopción igualitaria.
Ahora, a los que les molesta el tema de la adopción, tienen una oportunidad de oro: faltan meses antes de que exista la posibilidad de que las reformas propuestas se hagan ley. Tienen entonces las parejas heterosexuales un tiempo más que suficiente para adoptar a todos los niños que están en orfanatorios o que viven en la calle. De ese modo, cuando entren en vigor las medidas (en caso de que el PRI no se eche para atrás, el PAN recuerde que nació liberal aunque lo secuestraron los mochos y MoReNa no vote en contra porque AMLO compite en conservadurismo con EPN) no habrá niños por adoptar. ¿Se animarán con las adopciones?